IDIOTA (III Temporada) 20

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IDIOTA (III Temporada)
CAPÍTULO 20

Harley maldijo mentalmente cuando recibió un café expreso y no el jugo de naranja que había ordenado en la cafetería cercana.

Estaba dispuesto a ser positivo hoy, hablar con calma y reclamar tal confusión con una sonrisa serena.

Tenía mucho aliento para ello y grandes motivaciones atrás.

Después de todo, él había pasado una casi perfecta noche con un millonario adolescente que era vergonzosamente gracioso y apuesto a la vez.

Sonrió al recordar esa mirada coqueta antes de bajar del lujoso vehículo y entrar a su, totalmente polar, habitación con pósteres de bandas de los años ochenta y de superhéroes salidos en algunas tiras cómicas.

—... ¿Pedirá algo? —ojos oscuros lo juzgaron cuando volvió a la realidad y recién notó que pisaba esas lozas verdes y no una suave nube blanca.

—Sí —carraspeó al dar un paso más cerca de la barra —Ordené un jugo de naranja —la mujer seguía masticando un chicle con desinterés —Me dieron esto —sus ojos caídos vieron el vaso en sus manos y luego volvieron a su rostro sin expresión alguna.

Harley se obligó a sonreír, muy a pesar de estar a punto de explotar.

—Muy bien —cogió un cuadernillo de hojas marrones y arrancó una mientras pulsaba un bolígrafo con insistencia —nombre y número de pedido.

El bullicio desarrollándose a sus espaldas era por una jodida y buena razón, el recibo de pago no estaba en sus bolsillos.

—Yo lo pedí solo hace un instante —ella parpadeó, casi obviando su argumento y esperando los datos.

Mierda. Las personas no tardarían en silbar y gritar por su búsqueda sin progreso entre sus pantalones.

Y pronto un gemido lastimero le dijo que estaba tardando demasiado y también un buen empujón que casi logró desestabilizarlo.

El café goteaba caliente y espeso en toda su muñeca.

—... Perdón, lo siento —un camarero se abrió paso en la estrecha fila y solo dirigió su atención a la irritante femina sin actuar alguno —Conrat está aquí, dice que la supervisora espera en la mesa seis.

Sus ojos por fin tomaron una luz antes no vista.

—Ya oíste, niño bonito —Harley frunció el ceño —Tenemos más graves problemas que tu jugo. —necesitaba respirar hondo —Siguiente.

Una pelirroja lo empujó para tomar su sitio y él solo quería desaparecer o hacer desaparecer a todos con un maldito golpe certero.

Respira y concentrate en no ser grosero.

Los pasos a su alrededor no ayudaban con la tarea.

—Escucha, linda —ambas chicas giraron sus rostros de la misma manera vacía —Quiero el maldito jugo que pedí —una ceja levantada tras el mostrador —Ahora.

Y quizás intimidar hubiera funcionado con efectividad, sino fuera por un vibrante y sonoro teléfono que le hizo perder la cordura y estallar, pero no de la manera agresiva que hubiera querido, porque solo logró saltar en su sitio y echarse encima el estúpido café de la mala suerte.

—¿Hola? Harley... ¿Estás ahí? —las risas a su al rededor hicieron que salga de aquel lugar lleno de mala suerte con una mancha oscura en su polera y pisadas gruesas golpeando la acera.

—Estoy aquí, Peter —gruñó en respuesta, lanzando con furia el plástico transparente a un basurero verde junto al semáforo.

Bocinas estallando sus tímpanos y un chófer había parado en medio de la pista por alguna urgencia.

—Genial, y-yo... bueno, estoy en el baño de la escuela y solo quedan unos minutos para la salida —Harry golpeó el pecho del adolescente con insistencia palpable, solo logrando que este gimiera con molestia —Vendrás ¿no es cierto?

—Sí, Peter, estoy muy cerca —no era mentira, se encontraba a una cuadra de aquel campus predilecto, pero ahora solo tenía en mente a la suciedad cubriendo su cuerpo y la gran burla en la que se convirtió solo hace un segundo.

—Genial, te veremos ahí —el millonario usó su palma para golpear la frente del niño idiota con el teléfono en mano —D-digo, te veré ahí, claro, yo lo haré.

—Está bien —se escuchó una frase confusa al otro lado de la línea y un pitido confirmó el final de la llamada.

El lugar quedó en silencio, uno muy incómodo.

Las mochilas en el suelo eran las únicas testigos de aquella extorsión.

—Te veremos ahí —imitó Harry con gracia.

Peter se dedicó a guardar el móvil con resignación y a lavarse las manos después.

—Me pusiste nervioso con esta situación —el más alto tenía una sonrisa divertida en el espejo —de seguro el profesor Mathew dejó alguna actividad antes de la salida, no debería atrasarme.

Harry quiso contestar aquello con alguna broma muy apegada a la situación, pero el timbre salvador le hizo morderse el labio inferior y tomar sus pertenencias con ansiedad consumiéndolo.

—Muévete ya, nert.

Peter estaba más que cansado, era un cupido improvisado entre dos chicos que parecían mudos para confesar atracción.

Y lo confirmó cuando un rubio de aspecto cuestionable los reconoció a unos metros de la salida.

Aunque no era el único conocido ahí afuera. Una silueta grande y fuerte llamó su atención con emergencia.

El menor se acercó rápidamente, casi pasando de largo cuando Harley lo saludó.

No podía ser cierto, no eran tiempos para hacer citas a la interperie.

—¿Wade? —una usual sudadera negra cubría su cuerpo y unos oscuros lentes en sus ojos hacían de una máscara anti reconocimiento facial casera.

Parecía que para el nombrado era efectiva.

—Me descubriste, entra al auto o te secuestraré, amigo —ciertamente su rostro era distinto, quizás sí llevaba alguna máscara puesta.

El menor parpadeó confundido por las manos apuntando al vehículo en el que se apoyaba.

¿Esto era una huida? Y ¿Anthony lo sabía?

Esto era peligroso, no solo para un mercenario inmortal que podía defenderse, sino para la identidad de un hombre araña que no quería ponerse el traje en la actualidad.

—Dile a tu pequeño amigo que también lo haga, belleza —Peter negó poco después de oírlo, observando a Harley a su lejana izquierda.

Él reía levemente mientras un, nada discreto, Harry Osborn se relamía los labios al verlo.

—Estoy perdido —sacudió la cabeza, despejando sus opiniones sobre ese coqueteo tan confianzudo —¿Dónde está, Tony? —Wade intentó hablar para explicar la situación, pero las dudas del lindo chico parecían más preocupantes —¿Y por qué tienes un auto negro? No escaparé contigo, si eso es lo que piensas, tengo una vida aquí y muchas precoupaciones relevantes a...

La ventana polarizada se abrió, cortando de raíz su desesperado parloteo.

—Sube, mocoso.

El playboy tenía unas gafas también, pero era claro que bajo ellas había una mirada de diversión por el monólogo de hace un instante.

—Ya había alquilado una casa para los dos —Peter frunció el ceño por aquella frase sarcástica reprendiéndolo.

Esto parecía serio y, probablemente, Harry se entrometería en el viaje familiar hacia el dulce hogar por su culpa.

—Dime que el niño Osborn no está invitado.

Pero el hombre de hierro lo conocía muy bien.

Peter calló, otorgando su silencio como una respuesta que parecía un obstáculo ante los planes de Anthony Stark.

—Maldita sea.








IDIOTA #3 (Spideypool)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora