Capítulo 1°.

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El alumbramiento indirecto de los truenos difundió sueño en aquella noche tan tormentosa, del aparato de 4 ruedas se bajó una niña vestida completamente de blanco.

Agarrando al osito del brazo izquierdo con el miedo de que se escapara, encaró una vez más la estación más fría del año.

La somnolencia se vio interrumpida al entrar en contacto con la lluvia.

Delante de ella, resaltaba un edificio de gran envergadura que de vez en cuando, daba la sensación de ser teletransportado a la Edad Media, época de castillos y princesas.

— Estoy en casa— Sacándose el abrigo, lo puso sobre su cabeza a modo de chubasquero.

La mansión peculiarmente rodeada de gruesos y sólidos muros de piedra, reforzados con alambres enrollados en espinas, tenían escondidas varias cámaras de vigilancia.

Claramente, Aurore no estaba al tanto de la sofisticada tecnología.

Su pelo azabache goteaba, la ropa se mojaba y su nariz se obstruye.

A este paso, si no entraba en calor lo antes posible, cogerá un resfriado con un cuerpo tan débil como el suyo.

El incómodo sentir de los leotardos mojados en sus zapatos instaron a la joven a caminar.

No tenía prisa.

Pasó a través del enorme portón de hierro, que supuestamente debería de estar cerrado, el caminito que conducía a la entrada de la enorme arquitectura victoriana estaba plagado de pedruscos y arena de decoración, los arbustos también estaban bien cuidados.

Se notaba el gran esfuerzo de los jardineros.

La brisa marina sopló en su dirección, el estanque que mandaron construir hace años tembló ante el inquieto nadar de las carpas.

Algo me dice que va a pasar algo malo.. Muy malo.

En comparación con el maravilloso trabajo implementado en los jardines, la fachada de la mansión parecía una casa encantada. Las enredaderas tan altas como torres se comían los ladrillos de hormigón y las cortinas de estampados grisáceos protegían el interior de los más curiosos.

Como es domingo, no hay rastro de personal por ningún lado.

La puerta también estaba abierta o mejor dicho, rota. Como si hubieran intentando forzar la cerradura con éxito en el proceso.

La acogió el recibidor, que se hallaba en peor estado que la puerta.

¡Pero qué desastre!

El espejo hecho trizas es lo primero que le llamó la atención al entrar. Luego de una breve observación del entorno y analizar el riesgo de cortarse los pies, Aurore decidió no despojarse de los zapatos.

Eso sí, como propio de la inocencia que trae su edad, tocó un poco aquellos trocitos transparentes del suelo.

La joven tenía una pequeña apreciación por las cosas brillantes, y más si eran afiladas.

Tuvo una idea.

Simultáneamente se escuchó un grito ahogado que hizo eco en los espaciosos corredores de la planta baja.

Otro escalofrío paró el pulso sanguíneo de la pequeña. Eso solo significaba una cosa.

— El juego ya comenzó hace rato, tenemos que ser rápidos Ted— Le dijo Aurore al osito.

Con el dedo, hundió la naricilla del peluche y una luz roja comenzó a palpitar en la pancita de éste. Por suerte no se notaba del todo a menos que lo examinaran detenidamente.

¿Podré ser amada ésta vez?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora