꧁CAPÍTULO 2꧂

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Cuando piso el elevador que la llevaría a la oficina que le correspondía no pudo evitar como todas las mujeres y hombres del primer piso se le quedaban viendo, acaso tenía algo en cara o incluso en el atuendo que llevaba puesto; claro que no, muchas de ellas la odiaban o al menos eso pensaba al ser hija de uno de los más grandes empresarios, pero no le importaba ella estaba para trabajar no para estar viendo quien tiene mejor dinero o si se viste bien o no, pero hay quienes de eso viven así que eso no se discutía.

Ya dos días habían pasado desde que acordó con su padre todo lo relacionado con su tarea anterior, ahora la labor que ejercía se debía a ver de todo sobre la empresa; movimientos, permisos, gastos, inversiones, citas con algunas personas etc. Así que cuando terminaba su jornada se iba a casa y ya dentro de su habitación se preparaba un buen baño con su exfoliación para la piel con esos aromas que le encantaban.

-Buenos días señorita.- le saludo Clara su asistente.

-Buenos días ¿ya está lista la sala para la junta?- pregunto.

-Así es ya las personas están llegando a ocupar su lugar, estas siendo servidas y sus carpetas están siendo puestas en su lugar.- decía mientras le seguía ya dentro del lugar de trabajo.

-Eso significa que solo falto yo, muy bien.- le sonrió antes de dejar su bolso es ir por la mesa para agarrar lo que le serviría.- Estoces no los ágamos esperar.

Llegando a la sala Camila le pidió a Clara un café-cosa que fue corriendo para traérsela- mientras ella veía como todos la miraban poniéndose ya en su lugar.

-Buenos días y bienvenidos.- saludo mientras se disponía en abrir su carpeta.- Como saben el señor Franco me ha dejado a cargo a mí de ver por la empresa por lo cual los cite para ver que tanto se ha hecho durante mi ausencia.

Todos empezaron abordar todos los acontecimientos que se han hecho durante los dos últimos meses, todo fue fluido y ameno. Camila se había convertido en una mujer segura así que estar frente a más de ocho hombres no le afectaba.

-Estamos seguros de que usted podría aumentar las cifras al menos un cincuenta por ciento.- claro que lo podía hacer pero los movimientos serian demasiados rápidos y deben ser acertados, a Camila no le gustaba dar un paso en falso.- Así que estamos comprometidos con usted para llevar la compañía al siguiente nivel.

-Créame yo estoy ansiosa por ver crecer la compañía de mi familia.- cuando la sala ya estaba casi basilla salió despidiéndose de las personas.

Cuando Camila está a uno metros por llegar a su oficina Clara le indica que hay alguien esperándola adentro, se despide dándole un gracias mientras abre la puerta recibiéndola su escritorio de trabajo frente un hombre toma asiento, Camila no puede discernir quien es porque esta de espaldas pero a simple vista diría que es un hombre maduro con hombros anchos y una cabellera negra. Está cerrando la puerta cuando el hombre se da la vuelta dándole una vista muy distinta a lo que se imaginaba con ese traje, la poca piel ceniza a la vista hizo que tragara duro.

-Señorita Bécquer, mucho gusto.- saludo el hombre quien le brindaba su mano grande y esbelta, Camila sintió como su cuerpo reacciono ante la voz gruesa creyendo que desfallecería pero se obligó a estar serena.- Permítame presentarme, Sebastián Leblanc.

Había dicho Sebastián Leblanc, el mismo que no veía hace años, era el, el mismo que estaba frente a ella. Camila decidió hablar pero no salió nada de ella, tanta fue la impresión, sin avisos sin nada, solo así llegaba el.

-Veo que te sorprendió el verme aquí.- sonriéndole le dijo cosa que también correspondió ella.

-Hace cuanto que nos dejamos de ver, ¿qué haces aquí?- sí, le sorprendió verlo aquí pero porque regresa después de tanto tiempo.- ¿Qué es lo que trae por aquí?

-Negocios.- respondió, los dos tomaron asiento mientras él seguía hablando.- Aunque ahora creo que podría conseguir algo más que negocios.

Ahora si ya no era un niño; el niño se convirtió en hombre uno muy guapo y coqueto. Sebastián fue quien le dio su apoyo apenas tenían nueve años sin embargo todo eso cambio cuando se fue.

-Bueno en esta compañía solo se aceptan negocios.- le sonrió Camila tomando un sorbo de su café.

-Tienes toda la razón y a eso he venido quiero hablar de un proyecto que la empresa de mi padre está haciendo y quiero que la de tu padre se nos una.- comento viendo a la muchacha de frente.

-Pues ahora no necesitamos otros proyectos, la empresa solo apoya a las que requieren de su ayuda y eso a la empresa de tu padre no lo necesita es más se podría decir que le sobra.- comento ojeando las hojas de su escritorio, ya sabía que era de mala educación pero es que si lo miraba las ganas tremendas de sonrojarse no pasaban desapercibidas.

-De hecho yo no lo necesito pero mi padre está empeñado en alzar este proyecto con ustedes.- a lo que Camila no entendió, realmente para ¿quién iba a trabajar?.

-Espera no estoy entendiendo tu padre necesita de nuestra ayuda.- que sorpresa.- Y porque manda a su hijo a pedir tal cosa.

-Está enfermo por lo tanto me ha dejado a cargo a mí su empresa.- el señor Leblanc está enfermo, no lo sabía.- Así que quiero de tu ayuda para que se alce de nuevo.

-También has dicho sobre que tú no necesitas de mi ayuda, ¿porque?-pregunto en espera de una respuesta concreta.

-Cree mi propia empresa, en Francia y he viajado hasta aquí para hacerme cargo de esta situación después de eso me iré y como ya sabes tengo muchas cosas que deje allí.- De repente la duda se acento en su cabeza, ¿novia?, ¿esposa?. Quien en su sano juicio no estaría con esa complexión de hombre, mientras más lo veía se le hacía agua la boca, su piel bronceada, el traje le quedaba tan bien haciendo que al flexionar los brazos se le marcaran, Dios santo cuanto ha cambiado, pensó.

-Bueno me encantaría saber qué es eso que tanto quieres hacer, así que porque no quedamos para mañana.- propuso pues ahora tenía asuntos que resolver.- Te parece.

-Y a mí me encantaría conocerte.- su voz era suave pero estaba casi segura que cuando se enojara al hablar se tornaría más gruesa.

-Ya me conoces.-dijo obvia ante tal declaración.

-Los tiempos cambian al igual que las personas. -tenía razón lo que paso hace años es muy diferente a lo que están viviendo ahora.- Así ¿Qué dices?, me dejaras conocerte.

Por ejemplo Camila no sabía que era tan atrevido, sonrió.

-Nos vemos mañana. Que tenga un buen día señor Leblanc.- se paró del asiento mientras brindaba su mano mientras que en el proceso se percataba de la pequeña sonrisa que formaba Sebastián.

Ya cuando estaba por salir lo hizo parar. Talvez era un error tomarlo en cuenta, talvez su mente le decía que debía dejarlo estar como hasta hace unos segundo pero la insinuación de algo hacia que su corazón latiera

-Y a la respuesta de la otra sugerencia, ya lo veremos, hasta luego Sebastián.- Camila podía ser descarada si se lo proponía incluso podían confundirlo con la inocencia.

Aun con su olor dentro de su oficina, se dejó caer en la banca tirando todo su peso suspirando aquella devastadora esencia de hombre imaginando como sería tenerlo así de cerca.

Ya lo veremos Sebastián, en ¿Qué estabas pensando Camila Bécquer?

Eve.P.B.

❝En La Piel Del Engaño❞ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora