Capitulo 24| Dolor

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Hay una parte en tu mente que te dice que debes seguir viviendo a pesar de todo, tratando de ver las cosas buenas y la otra simplemente te arroja fragmentos de sucesos que marcan tu vida, la inseguridad de hacerlo nuevamente mal.

De que se trata la vida si al final no te arriesgas.

Cuando llego a casa Sebastián me lleva entre sus brazos hasta la habitación que compartimos, en todo el camino cerré los ojos, no quería ver nada, justamente porque a lado de nuestra alcoba estaba el cuarto de un bebe que no podrá utilizarlo; ni siquiera cualquier otro bebe.

Sabía que habíamos llegado así que abrí los ojos pero desee no hacerlo porque allí estaban, las sabanas de aquel día aun manchadas con sangre, mi sangre; la respiración se me acelero y con ella mis ojos se llenaron de lágrimas.

¿Porque? siquiera pensaron en el dolor que estaban causando aún más, ya estoy demasiada devastada para aguantarlo.

-Retiren esto aquí, ahora.- grito Sebastián.

Ya cuando la persona encargada de la limpieza retiro todo se fue dejándonos solos, en todo el tiempo Sebastián me sostuvo entre sus brazos antes de dejarme en la cama. Todo esto se sentía diferente, en mi había un gran vacío, y quería dejar de sentirlo.

Los días siguientes no son tan diferentes a los anteriores ahora Sebastián trata de quedarse por más tiempo en casa – intentando arreglar eso que le atormenta - y ese cuarto que era reservado para nuestro niño no es más que un espacio donde nunca nadie más tocara, a nadie le pertenecerá.

A pesar de que trato de llevar conmigo esta carga la pesadez no se va, cuando me levanto no ciento más que la soledad y el oscuro cuarto que me recibe todos los días y aunque Sebastián siempre amanece a mi lado es como si su presencia estuviera pero el no, desde hace días después de lo ocurrido que ya no es lo mismo, siento que estoy acarreándolo a él también a querer estar sola y sin ganas de hacer algo.

Y sé que no está bien pero por más que lo intento no puedo, no tengo las ganas. Lo único que hago al levantarme en sentir un incómodo dolor y al ir al baño para asearme lo único que veo son los rastros de lo que queda en una pérdida. La primera vez me asuste fue la primera noche que pase después de salir, todo lo que podía imaginar era que aquello al estar rodeada de sangre era un sueño, una pesadilla y no podía salir de allí cuando volvía a la realidad estaba en la tina metida junto con Sebastián, ya no había rastro de nada –estaba limpia de nuevo- aunque eso no evitaba que me sintiera sucia.

Debía saber que esto podría ocurrir mi madre le pasó lo mismo, quiso embarazarse y lo logro pero al igual que yo tuvo un aborto, la primera vez fue arrasador pero quisieron intentarlo de nuevo y aunque no se pudo igual supieron cómo enfrentarlo para salir adelante hasta el día de hoy no suelo escuchar que ellos tengan queja o dolor alguno por la situación, ojala pudiera tener la fuerza que tiene mi madre, ella no se rindió, no se dio por vencida de volverlo a intentar pero yo... Yo he decidido que no habrá otra oportunidad, no voy a volverme a embarazar, no quiero ilusionarme para que después todo se destruya.

Tal vez estoy siendo egoísta pero sé que Sebastián me entenderá, - su esposo no la expondría de nuevo a verla sufrir así.

Sebastián sabía que su mujer estaba dejándose llevar por la tristeza de la perdida y el también pero más que eso su mente no dejaba de recordarle aquel acto que había ofendido a su matrimonio y más que nada a su esposa. No debió, ojala no hubiera pasado eso la rabia de haber roto una de las tantas promesas le carcomía, si se llegaba a enterar Camila estaría perdido su esposa no podía enterarse y su escusa era que si ella se enteraba temía que una desilusión más acabara con ella.

No podía perder a Camila, era su esposa y el hace mucho fue el consuelo de ella como ahora, podría destrozarla aún más saber aquel delito que el cometió.

Era un cobarde y debía reponerlo cuanto antes, llego a su oficina como normalmente lo hacía después de dejar a Camila con Eleanor su madre quien por ahora se está quedando con ella con paso decidido llego al lugar se quitó el saco y la luz matutina lo recibió, antes podría decir que esa era la mejor parte de su día sin embargo en esos momentos se le hizo amargo el solo ver que un día más avanzaba se tomó un tiempo para calcular lo que iba a hacer y cuando se decidió llamo a su asistente por el teléfono y ordeno a que llamaran a la vicepresidenta.

No tardo mucho para que tocaran la puerta a lo que el permitió el paso, allí estaba ella, Rosetta lo veía con la mirada calculadora y tímida a la vez, tenia bastantes razones por la cuales ella sabía porque la mandaba a llamar.

-Me mandaste a llamar Bastián – así lo llamaba desde hace mucho sin embargo Sebastián no le agrado, lo repudio cuando salió de la boca de ella.

-Es Sebastián no Bastián – vio como la mirada de ella se descompuso con el ceño contraído – y si quería hablar sobre esa noche la cual no debió de haber sucedido Rosetta.

Y para su sorpresa ella fue quien lo interrumpió cuando iba a volver a hablar.

-Estoy arrepentida, lo siento debí parar – atónito Sebastián la miro – Pero vi que seguiste y no pude evitar continuar.

-Por favor no solo fue tu culpa, también fue la mía – Rosetta lo miro, lo había conseguido y es que a pesar de todo sentía lastima por verle a si, lo demostraba las grande bolsas negras debajo de sus ojos – las cuales eran provocados por las pesadillas que tenía Camila durante su sueño, esas que en las que él se quedaba despierto para velar por su bienestar y por otra parte por el recuerdo de lo vivido.

-Sabemos que esto no debió pasar así que será mejor mantener la distancia a una amplia a la que teníamos antes – Rosetta sonrió y eso a él le animo decirlo lo siguiente – Camila no lo sabe y no quiero que se entere podrías ...

-Por supuesto esto será entre los dos, Camila no se enterara lo prometo.- Sebastián asintió.

Después de todo era lo mejor desde la perspectiva de él, era por el bienestar de Camila solo por ella.


*


Eve. P.B.

❝En La Piel Del Engaño❞ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora