Al carajo

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"Todos buscamos a alguien cuyos demonios se entiendan con los nuestros"

Salí del consultorio de la Doc. Jenkins, con la cita acordada, no tenía escapatoria, miré mi móvil,  el tiempo había acabado y no quería ir a casa aún,  ya me las arreglaría para convencer a Tony de no regresar aun.   

Baje a la recepción donde Antonio estaba esperándome, él era un hombre de veintisiete  años, ojos azul oscuro, cabello muy corto, casi rapado, tes trigueña, muy inteligente y analítico, no solo se encargaba de transportarme, también era el jefe de seguridad de nosotros, y estaba segura que hacía otras cosas para mi mamá y el resto de los Fuentes, cosas que no me quería decir de seguro, además y no menos importante, era un extraordinario confidente y amigo.

Me despedí de Daniel con un guiño y una sonrisa, no es que estuviera flirteando con él, pero me agradaba, además la cara de Antonio no tenía precio, era como de "cuidado te metes con mi hermanita" y era así como me trataba, él podía ser muy intimidante cuando lo quería y estaba lográndolo, antes de que matara con la mirada al pobre Daniel, me puse detrás de su espalda, y comencé a empujarlo con delicadeza hacia el estacionamiento.

Apoye mi brazo en el bracero del coche y acomode mi mentón entre mi mano, y como si una oleada de aire fresco invadiera mis fosas nasales, un aroma familiar y embriagante que provenía de la sudadera que tenía puesta, realmente con todo el alboroto de la terapia, había olvidado que la tenía puesta o incluso que era de Alex, pero por dentro estaba algo contenta por eso, como acto reflejo me lleve el brazo a la nariz, y olí en la muñeca de la tela, donde el aroma se concentraba más, y deje que llenara aún más mis fosas nasales.

Al instante me recrimine, ya tenía muchas cosas en mi mente para sumarle algo más, además  estaba muy  equivocado si buscaba confundirme, y la mejor forma de demostrárselo era devolviéndole la sudadera y era una excusa perfecta para no volver a casa aun. 

─ ¡Hey! Tony, ¿me puedes llevar a la residencia de los Ferreyra? ─ puse voz de súplica para que no pudiera resistirse, siempre había funcionado, me miro por el retrovisor y yo puse mi mejor cara de "cachorro", que era el último toque para la irresistible ternura.

─Está bien─ trató de poner cara seria pero una sonrisa se deslizo por sus labios, lo abrase por medio de la cojinería del asiento del conductor.

─ ¿Te he dicho que eres el mejor? ─ mi voz sonó con diversión.

─Si, si, si, como digas, pero no nos podemos demorar─ advirtió ─estás mejorando tu truquito con la edad─ una sonrisa a medio lado pícara se moldeo en sus labios.

─ O quizás solo te estás  volviendo más débil con el tiempo ─ me recosté cómodamente en el respaldo de cuero, él se echó a reír a carcajadas y puso los ojos en blanco, yo le di una ligera sonrisa de superioridad. 

La casa de los Ferreyra era hermosa, muy similar a la de los Godoy, pero la vibra era totalmente diferente, no sé, quizás por su arquitectura algo antigua, dure unos segundos en salir del auto.

Toque el timbre, esperado que alguien estuviera en casa,  ya que se escuchaba ruido de personas revoloteando dentro, una mujer pelinegra y con pequeñas pecas adorables,abrió la puerta, tenía el cabello recogido en un moño en forma de tomate, y uniforme de pantalón blanco con azul turquí. 

─Buenas tardes─ expresó ofreciendo  su mejor sonrisa, antes de que yo pudiera contestar, una figura alta apareció detrás de la pequeña mujer, un gesto de sorpresa y gusto apareció en la cara Erick, tomo a la mujer de los hombros, para hacerle saber que él estaba allí.

─ Nora, yo la atiendo ─ dijo con tono glacial.

─Pero joven...─ antes de que pudiera continuar Erick la corto.

Broken [SAGA CONSEQUENCES #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora