Tamborileó una vez más sus dedos sobre la madera, apresaba su labio inferior entre sus dientes y pierna no dejaba de moverse ansiosamente. Las ideas no llegaban y el proyecto se entregaba en una semana.
—¡Esto no puede estar pasando, no ahora!—Golpeó su escritorio y luego cerró la portátil para levantarse y dirigirse a preparar un té.
El quinto de la mañana
Al entrar a la cocina, diviso al pelinegro–aún en su pijama negra aterciopelada.–Tomando una humeante taza de café mientras miraba tranquila y despreocupadamente por el gran ventanal, su pie no llegaba al piso por lo que lo dejaba balanceando en el aire mientras el otro se apoyaba en la unión de las patas de la banca. Sus ojos observaban todo el jardín como si fueran la cosa más impresionante del mundo, seguían lentamente al perro que daba su recorrido mañanero y luego pasaban al pajarillo que hacía una parada en el nido del árbol y volvía al ruedo.
Mágicamente, las preocupaciones del mayor se habían ido, esa imagen a tan pronta mañana lo habían logrado hacer liberar toda tensión y llenarlo de ternura.
A Seokjin le encantaba sacar preciados recuerdos de pequeños momentos.
Y Yoongi siempre le daba los mejores.
—Buenos días, no quise molestarte por que sabía que estabas tratando de concentrarte.—El pelinegro bajó de la banqueta de madera y abrazo al castaño, haciendo unas pequeñas puntitas para llegar más cómodamente a los hombros del mayor. Lo habría tomado de sorpresa pero Yoongi le había pedido al mayor que lo abrazara siempre que se lo pidiera.
Seokjin no se negó, ademas de que amaba abrazar al menor, no podía entender mejor su sentimiento. Técnicamente, Yoongi volvió a nacer y sabía que se presentarían momentos en los que disociaría y necesitaría apoyo de alguien.
Alguien que lo haga recordar que esta donde siempre quiso estar.
Seokjin profundizó su unión al esconder su rostro en el cuello del contrario y acariciar levemente su cintura. Sintió a Yoongi estirarse tal gatito que quiere más mimos y gustoso accedió.
Rodeó su cintura con sus brazos y lo alzó en el aire, Yoongi soltó una carcajada al sentir sus pies planear tan lejos del suelo y para Seokjin, fue la mejor melodía que podría haber escuchado en toda la mañana.
Cuando bajo al menor, este le sonrió enternecido unos instantes, el menor se lo había quedado mirando tal escultura de museo.
Yoongi sentía esas famosas mariposas revolotearse con locura y sus mejillas encenderse en un furioso tono bermellón.
Agitó levemente su cabeza y caminó hasta la alacena, sacando la caja de té y la taza de Seokjin.
—Déjame preparar el desayuno, tú sigue con tu proyecto.— Seokjin sonrió algo emocionado.
ESTÁS LEYENDO
Punto...¡Pero agreguemos una coma! | Jinsu
Fiksi PenggemarLa vida después del coma podía ser difícil, pero nunca imagino que le tocaría enfrentarla. Sus memorias se habían esfumado una vez despertó de su coma de dos años. Todo era desconocido, todo era nuevo. ¿Que tan difícil seria recuperar todos esos rec...