Capítulo 22 - Más allá de los límites

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  Nunca pensé que el sonido de una puerta cerrándose podría hacerme pedazos el corazón, pero lo hacía, al igual que tantas otras cosas; como el sonido de su voz pronunciando esas palabras, como las lágrimas de Petra cayendo por su rostro en cuanto vio a Erd... o como el silencio entre él y yo en la enfermería al tirar todo por la borda, como de costumbre. Una pregunta se me instaló en la cabeza, haciendo más profundo aquel vacío insoportable.

<<¿Hasta cuándo?>>

Cuando era pequeña y tenía una pregunta existencial, acudía a mi madre o a Erwin cuando ellos murieron.

<<Mamá, ¿por qué el soldado le está pegando a aquel niño? ¿Por qué nadie hace nada? ¿Por qué no se mueve?>>

<<Papá... ¿por qué ellos no quieren ser libres?>>

<<Erwin, ¿por qué Kylian me vendió a la Policía Militar?>>

  Sin embargo, ahora... ahora estaba sola: con veintiún años ─y las circunstancias que nos envolvían─ no podía acudir a Erwin preguntando qué debía hacer. Sabía de memoria su historia con Mary, ¿qué probabilidades de que me diga que "luche" por mis sentimientos tenía? ¿Aun así, sería capaz de hacerlo? ¿Quería pelear por algo que al final nos destruiría a los dos? ¿Algo que provocase que Levi me odiase? La respuesta se contestaba sola, y por más que me sienta de esta manera, lo único que me quedaba era intentar enterrar nuestra indefinida historia y sobrevivir por nuestro deseo de libertad.

<<Si todo esto terminase, si vivo para entonces... ¿podré permitirme un futuro con Levi? ¿O sólo quedarán cenizas y muerte? ¿Quedará algún resto de humanidad en mí, cuando eso suceda?>>

  Volví a acostarme con las mejillas húmedas y la imagen de Grisha en mi cabeza, mientras el nudo en mi garganta crecía.

<<Erd, ¿qué debo hacer?>>

  Otro cadáver al que hacer preguntas, otro pedazo de mí que se había desprendido para destruirse para siempre. ¿Cuántos nombres seré capaz de recordar? ¿Cuántos me servirán de consuelo cuando aquello suceda?

                                                                             ➹➷

Al abrir los ojos nuevamente, deseé volver a dormir otra vez.

<<Estoy tan cansada>>

  Me levanté de la cama con dificultad, más por el hecho de tener que hacerlo que por las heridas que todavía tenía por el cuerpo, y me lavé el rostro con unas toallas húmedas que había sobre la cómoda, agradeciendo que no haya ningún espejo que pueda devolver un rostro desconocido. 

   En el Edificio Principal era de día, el sol se colaba por las ventanas y le daba un aspecto que no concordaba con mis ánimos, al igual que la persona que estaba sentada en el primer escalón ─o más bien, recostada, visto y considerando que todo su cuerpo se dejaba caer contra la pared─. Me acerqué con tanto sigilo como fui capaz mientras lo observaba: tenía los ojos cerrados, el cabello desordenado y la ropa arrugada. Al escucharme, se levantó de forma lenta, entre sombras y me devolvió una mirada tan desesperanzadora y lúgubre, que tardé varios segundos en entender quién era. 

─ ¿Jean? ─pregunté, con voz ronca.─ ¿Hace cuánto estás ahí? Todo este tiempo... ¿estuviste esperándome?

  Pero él no respondió, ni tampoco sonrió en cuanto me vio. Se mantuvo en el lugar como si estuviese paralizado, abriendo y cerrando la boca mientras negaba con la cabeza y sus ojos se cristalizaban.

Camino de aspiraciones y cadáveres [2] ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora