Capítulo 16 - A prueba

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Levi.

  Hace tiempo que le estaba siguiendo la pista, incluso más de lo que yo mismo podía aceptar. Quería saber con exactitud quiénes eran las escorias que habían estado detrás del secuestro de la mocosa unos meses atrás.

  El hecho de que se escondiesen como si fueran unas ratas inmundas me daba asco. Las personas debían hacerse cargo de sus actos y responsabilizarse de las consecuencias que los mismos conllevaban, entonces... ¿por qué ellos se creían diferentes? ¿Cómo eran capaces de absolverse de tales atrocidades? Eran unos cobardes, y lo veía en cada cicatriz de su espalda.

  En realidad no sabía qué me daba más repugnancia, que unos religiosos sean capaces de acciones tan inhumanas o cómo la Policía Militar todavía seguía sin exigir los nombres de los responsables debido a que la víctima pertenecía a la Legión de Reconocimiento. Aunque a decir verdad, si hurgaba dentro de mí, la respuesta se respondía por sí sola.

  Así que hoy, me encontraba de un malhumor terrible; el té me sabía a mierda (y lo había preparado como mínimo, unas tres veces), tenía que hacer un esfuerzo casi sobrehumano por soportar las estúpidas bromas de Hanji y el sonido de los imbéciles gritando y masticando a pocas mesas me sacaba de quicio. ¿Acaso no podían dejar de comportarse como unos malditos cerdos?

 Apreté la mandíbula y me dispuse a probar un bocado del desayuno más soso de mi vida, hasta que unos gritos me interrumpieron. Apoyé ruidosamente la cuchara y giré mi cabeza para mirar a la ruidosa mesa de siempre.

<<¿Cómo puede ser amiga de gente así?>>

  Aun así, hice caso omiso y me levanté de la mesa. Mis compañeros no me miraron ni tampoco preguntaron nada, después de todo estaban acostumbrados a mis despedidas silenciosas.  Cuando ya había recorrido la mitad del patio, unos reclutas hablaban entre susurros; parecía que se escondían del entrenamiento de Alistair. De repente, sus caras se transformaron y yo les devolví la mirada, inexpresivo.

<<Hoy es un día diferente>>

  Ellos se mantuvieron en silencio. A veces sentía que era una especie de experimento extraño de Hanji, donde todos preferían mantener las distancias. Sin embargo sabía que ser el "soldado más fuerte de la humanidad" —debería matar a quien me puso ese puto mote— llevaba una carga importante. En las noches, cuando el sueño es simplemente imposible, me repito que yo también soy humano, a pesar de no ser igual a ellos. Supongo que la razón por la cual soporto a la mocosa es que con ella puedo dejar de ser el soldado más fuerte de la humanidad al menos por un rato. 

  Pasé al lado de los reclutas y entré en el Edificio Principa, donde me esperaba cejas. Golpeé la puerta de la oficina con firmeza hasta que me dio el permiso para entrar en la oficina donde había estado innumerables veces.

<<Pero jamás con este objetivo>>

  Erwin se encontraba sentado en su escritorio, con la mirada fija en los papeles. A pesar de ser el comandante, me pregunté si el rostro de ella también aparecía de la nada en sus pensamientos.

— Erwin —dije, tratando de llamar su atención. 

— Buenos días, Levi —respondió, tratando de sonreír—. Debería decir que me sorprende tu "repentina" visita, pero estaría mintiendo.

— ¿Sabes a qué vengo? —pregunté sorprendido, con los brazos cruzados. 

— Claro que sí. Hanji me mantuvo al tanto todo este tiempo acerca de tus... planes —el comandante dejó a un lado la carpeta que estaba rellenando y se irguió en su asiento. 

Camino de aspiraciones y cadáveres [2] ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora