AÑO 5 DEL PROYECTO EN LA OINDAH
Tres años y dos meses desde la aparición de Andrea
En la OINDAH
Contacto fue convocada a la Dirección General. Recordó cuando el anterior director la llamó para pedirle que cuidara de su sobrino que estaba en el CDA; parecía que habían pasado siglos desde entonces. El secretario particular la hizo entrar. Siempre se mostraba esquivo y reservado, a pesar de la amabilidad con la que la mujer de negro se dirigía hacia él.
La Directora General estaba de pie cerca de la puerta, con las manos entrelazadas sobre el regazo de su traje sastre color azul cerúleo. La de negro se dirigió hacia ella para darle la mano.
—Mucho gusto. Por favor, toma asiento —dijo señalando los sillones de piel y cromo que estaban cerca del escritorio.
La doctora Selz se sentó con las rodillas y tobillos juntos, con elegancia. Contacto trató de hacerlo con una mayor propiedad que de costumbre.
—¿Quisieras tomar algo? —preguntó la directora.
—No, gracias —replicó.
—Deseaba que nos reuniéramos desde que asumí la dirección general, pero me resultó imposible debido a los pendientes que se debían atender.
—Agradezco su deferencia —repuso Contacto.
Las elecciones se llevaron a acabo un mes atrás, después de un periodo pre electoral de dos. Cristina Selz obtuvo la victoria por una abrumadora mayoría. Se había suscitado una controversia en la asamblea electoral extraordinaria, ya que algunos representantes del área jurídica alegaban que no era ético que quien dirigía la institución de manera temporal se postulara. Sin embargo, los estatutos lo permitían en pro de los aspectos prácticos, como la continuidad de los proyectos, por encima de los aspectos políticos.
La doctora Selz la observaba intrigada.
—Por favor cuéntame sobre ti.
—Colaboro en el CDA impartiendo talleres. Al principio estaban dirigidos a los recién egresados de la academia, pero ahora trabajamos con los miembros de todos los niveles para practicar técnicas de movilidad urbana. También acompaño al equipo del subdirector de seguridad en las rondas por las oficinas externas de los organismos varias veces por semana.
La mujer la veía en silencio, como queriendo decir que esa no era la respuesta que esperaba.
—Tienes algunas capacidades especiales, según sé.
—En realidad eso no fue lo que el doctor Di Maggio pretendió con el proyecto. Lo importante es la forma en la que el suero podría ayudar a las personas a recuperarse.
—Eso lo tengo muy claro, el señor Giorgio me dijo algo parecido cuando conversamos hace tiempo. Sin embargo, quisiera que me contaras sobre lo que produjo en ti el suero.
La joven trataba de ocultar su incomodidad.
—Si puedo ser honesta con usted, estoy convencida de que eso no es realmente importante para el proyecto.
—Debes disculparme, pero no puedo evitarlo. Soy científica antes que política. Carlos me habló sobre ti y desde entonces he querido conocerte. Para serte franca, te ves muy normal.
Contacto vestía el holgado conjunto deportivo con logotipo de la OINDAH sobre el traje.
—Gracias —repuso, sonriendo algo contrariada.
—He estado tratando de entender la reticencia de todos los integrantes del proyecto a hablar sobre los efectos secundarios del suero en tu persona.
—Fue una petición del doctor Di Maggio. No quería que esto interfiriera de alguna forma con el desarrollo del suero, que sería para que sanen las personas, no para hacerlas...
—¿Cómo tú?
Ella asintió.
—Sin embargo, si los efectos secundarios no son replicables según lo que todos sabemos, no importaría si hablamos sobre ellos, ¿no te parece?
La mujer se echó un poco hacia delante, nerviosa. Respiró para tranquilizarse.
—El doctor Di Maggio y Andrea Martínez han sido las únicas personas con las que he conversado sobre esto. El doctor y yo solíamos hablar por horas al respecto, así como como sobre las implicaciones de estos efectos secundarios. Todo cambió demasiado rápido en mi vida. Aún sigo tratando de asimilarlo, a pesar de que hay cosas que ya son normales para mí, como la cantidad de calorías que debo comer todos los días. Cualquiera pensaría que debo visitar los servicios con mucha más frecuencia, pero es al contrario, parece todo funciona de forma es más eficiente, aunque requiero un consumo mayor de energía. Dejé de tener mi periodo después de la inoculación, y no he padecido ni siquiera una gripe desde entonces. Mi cuerpo me exige cosas diferentes, es como estar en uno distinto, pero soy la misma persona, no puedo permitir que eso me cambie—. Prosiguió en un tono más bajo —¿Sabe lo que se siente? Miedo. Ya he perdido mucho por ser así. Me asusta imaginar lo que aún puedo perder.
La doctora trataba de mantenerse imparcial, pero no pudo evitar sentir empatía.
—Tal vez le parezca muy absurdo, pero me aterra pensar que puedo dejar de sentirme como yo misma, como un ser humano; que las personas dejen de verme como tal. No sé si me explico.
La directora asintió. En verdad aquella entrevista no estaba resultando en absoluto como lo había imaginado.
—Cuando Carlos me contó sobre este proyecto me pareció fascinante. Confieso que fui muy ingenua. Uno creería que debe ser estupendo poder realizar actividades físicas sin cansarse, que debe ser magnífico no enfermar o sanar pronto. Pero jamás había pensado en que hay cosas que nos hacen sentirnos como personas, ni en lo que pasaría si eso cambiara, como en tu caso —aseveró Selz.
—No es que yo no pueda ver el lado positivo de estos cambios, pero no puedo evitar preguntarme cuánto durará, si por hacer lo que hago envejeceré pronto, o si lograré vivir más que el promedio. No lo sé, nadie lo sabe. Sólo espero poder cumplir con lo que el doctor deseaba, para que muchas otras personas puedan tener otra oportunidad, como la que tuvo Andrea. Le juré a él que haría todo lo que estuviera en mis manos para que se realice la entrega al mundo. Eso es lo único que le da sentido a lo que ha pasado en mi vida, a lo que puedo hacer ahora. Y le pido que me disculpe pero de verdad, no quisiera seguir hablando sobre esto.
—Lo entiendo. Discúlpame tú por mi curiosidad. Agradezco tu confianza. Y si puedo hacer algo por ti, por favor, no dudes en hablar conmigo.
—Lo tendré en cuenta, muchas gracias —replicó.
La doctora la vio marcharse. Había llegado a ser directora debido a muchos factores, como el camino que Carlos Caballero dejó preparado para ella tras su larga y afanosa carrera en la OINDAH, y por sus alianzas con diversos grupos y facciones poderosas dentro de la organización, en especial el grupo Alfa. Para poder seguir estando en la cabeza, debía estar en buenos términos con todos, así que no podía decir nada más.
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LA ENTREGA
Science FictionElla solía ser común y corriente. Ya no lo es. Debe entregar un poderoso bien al mundo. Nadie conoce sus límites. La ambición no los tiene. Nada es lo que parece. *Ganadora de Spirit Clock Awards en la categoría Aventura-Acción en 2021 *Ganador...