~ Quien eres ~

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La diferencia en lo que eres y lo que dices ser radica en lo que haces.

Primer día oficial de trabajo. Tenten estaba emocionada; había dejado en claro lo que iba a hacer y especialmente que no dejaría que la intimidara. Ni siquiera él siendo quien era.

Neji le resultaba un enigma el cuál quería resolver y solo llevaba un día conociéndolo.

Antes de salir de su apartamento tomó las llaves, un bolso, guardó su móvil, un libro, un juego de cartas, dos cuadernos, plumas y una pequeña cosmetiquera para cualquier emergencia.

Había estado pensando toda la noche en formas de poder acercarse y covivir con él, no había mucho que pudiera hacer, pero no se detuvo ni limitó su imaginación. En el camino a la casa de los Hyuga observaba el paisaje, amaba cada uno de los escenarios que se formaban en su mente, nunca ha sido alguien que necesita de otra persona para ser feliz, de hecho, disfrutaba de su soledad, pero eso no evitaba que se imaginara junto a alguien en el parque, el zoológico, heladería o el cine. Y esos escenarios en su mente se veían tan  reales.

Llegó a la residencia de los Hyuga y utilizó la llave que le había entregado. La casa estaba totalmente en silencio, incluso el ambiente se sentìa frío, como si alguien hubiera muerto recientemente.

—Oh no. —musitó la castaña cubriendo su boca y entrando en pánico— ¡NEJI!

Subió corriendo las escaleras sin medir sus pisadas, si le había pasado algo estaba muerta. MUERTA.

"¿Qué le diré a su mamá? No me creerá si le digo que cuando llegué ya estaba del otro lado...", pensaba desesperada la morena estando a un par de metros de distancia de la puerta.

—¡NEJI! —entró provocando que la puerta se estrellara contra la pared.

—Eres muy ruidosa. —fue lo único que tuvo como respuesta— ¿No te enseñaron a tocar? ¿qué tal si me encontraba desnudo?

La chica quedó perpleja, pestañeaba intentando asimilar lo que recién había ocurrido. "Qué vergüenza", pensó.

—¡Buenos días! —sonrió apenada— Etto, yo estaba preocupada. No escuché ruidos y creí que algo te había sucedido.

El castaño suspirò. Se levantó de su cama, retiró una venda que cubría sus ojos y se girò a donde ella estaba.

—¿Qué podría hacer, niña? Lo peor que me ha pasado ha sido tropezarme con algún zapato. —respondió tajante.

—Veo que las mañanas no son lo tuyo.

—Veo que aprendes rápido. —devolvió— ¿Planeas ayudarme o dejarás que me orine encima?

Tenten reaccionó de inmediato.

—Claro, disculpa. —se acercó a la cama y dudó un poco en el cómo proseguir— Eh, ¿te cargo o...?

Neji resopló: —Solo pasa mi brazo por encima de tus hombros y camina hacia el baño. Estoy ciego, no cojo.

Y así lo hizo, dejó que se apoyara en ella y caminaron juntos al cuarto del baño.

Recuerdos del corazón 《Nejiten》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora