9: Baloncesto y Decisiones

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¡Sonreía! sonreía y bromeaba, por fin había llegado el mejor de todos los momentos de su vida estudiantil, ¡el campamento deportivo! Simplemente era el equipo de básquet y Kisame, más nadie, se podía divertir, agradecía tanto que Kisame fuera personalmente a hablar con su padre para que lo dejara ir, el entrenador era una gran persona.

El día era bastante claro, se notaba que haría bastante calor, pero ellos estaban listos, siempre iban a entrenar en un solo lugar, era una gran extensión de tierra donde había una cancha natural que ellos se habían encargado de hacer, también había una enorme cabaña donde se quedaban para dormir, un precioso fin de semana, desde el viernes hasta el domingo por la tarde, que volvían a irse, pero no le importaba, era tiempo donde podía ser el mismo, y poder dormir tranquilo.

Todos observaron como el autobús se detenía y observaron a Kisame sonriendo, les grito un saludo y luego de un silbatazo los hizo entrar al transporte.

-Joder, Kisame que fastidioso es – exclamo uno de los jugadores.

-Casi me deja sordo – hablo bajito Nagato mientras se acariciaba los oídos.

-¡Cállense! Nenitas – expreso sonriente el mayor – van a tener que dar diez vueltas a la cancha en cuanto lleguemos.

-¡Jaa! No es justo – gritaron como queja y Kisame sonrió.

-Pues entonces quiten esa cara de sueño, recuerden inútiles, que este será nuestro último campamento.

-¡No! – Se quejaron de nuevo – yo no quiero graduarme.

-Sí, la universidad, joder, mucho estudio y nada divertido – hablo Hidan.

Los chicos reían y bromeaban hasta que finalmente el autobús se detuvo, todos bajaron animados, mientras se empujaban y se gritaban amistosamente.

-Muy bien, dejen sus mochilas y diez vueltas a la cancha – grito Kisame y todos lo miraron.

-¿Es enserio? – Hablo Deidara – entrenador no sea malo.

-Sí, no joda tanto – hablo Hidan de nuevo.

-Gracias a su gran amigo Hidan darán veinticinco vueltas – hablo animado de nuevo el peli-azul.

-Hidan joder – todos se quejaron con el peli-gris y fueron a guardar sus cosas.

Kisame sonrió al verlos adentrarse en la cabaña, luego de haberle lanzado las llaves a Deidara.

-¿Y no piensas bajar hermano? – hablo Kisame con una gran sonrisa hacia su amigo.

-Estoy cómodo aquí, no te preocupes – hablo el moreno.

-Oh, por favor, Itachi, vamos – le rogo – este es nuestro hogar, enserio me dirás que no vas a bajar.

Itachi suspiro y le dio una ojeada al lugar, y luego bajo, el conductor se fue, y el pelinegro dejo que Kisame pusiera su brazo por sobre su hombro.

-Viejo, recuerdas cuando el entrenador nos trajo acá – le recordó el entrenador.

-Sí, recuerdo que te dio una nalgada que te hizo caer de rodillas – bromeo con una sonrisa.

-Sí, no manches, que me dolió – se quejó sobándose el glúteo izquierdo como si pudiera sentir el dolor aun – ya ni me acuerdo porque me lo hizo.

-Porque dijiste que era un viejo impotente – le recordó el Uchiha.

-Ah sí, que tiempos los nuestros – dijo con una gran sonrisa – me ayudaras con estos muchachos ¿cierto?

Chantajes SexualesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora