11: Confesiones y más confesiones

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-¡Descansen! – grito Kisame a sus muchachos.

Todos se sentaron en la grama, para descansar, tomar agua o cualquier otra cosa, así mismo él también termino en el suelo a causa del cansancio.

Era un día precioso perfectamente soleado y fresco, los pajarillos se oían claramente y la tranquilidad habitaba el lugar, una mezcla natural de olores llegaban a los presentes, y el olor a pino era el más persistente. Se escuchaban las risas de los jóvenes que hablaban animadamente en el suelo buscando distracción, mientras tanto, Kisame observo con detenimiento a Deidara, era cierto, el chico era guapo y tierno, cualquier otro chico podría enamorarse de él, pero…sus ojos viajaron de golpe a Itachi, que estaba tan solo a dos metros de distancia de él y entonces ambos se miraron, el moreno bajo un poco la cabeza, y el peli-azul  recordó de inmediato la conversación de la noche pasada.

*****

El moreno lo miraba con una clara vergüenza, pero sin arrepentimientos, le había contado todo lo que había pasado con Deidara desde el comienzo, después de todo Kisame era su mejor amigo, y muchas otras veces había pensado en pedirle un consejo, ya no se podía escapar, que más daba.

Mientras tanto el entrenador observaba al profesor con algo de asombro, una parte de él no podía creer todo lo que Itachi le había contado, ¿Deidara en verdad era capaz de algo así? Chantajear a una persona no era algo bueno, y lo peor, es que Itachi estaba pasando por algo por lo que ya había pasado y termino muy mal, lo peor, Itachi parecía estar dándole rienda suelta a sus sentimientos y eso no le sentaba bien.

-¿Por qué no lo has retirado del camino si tienes miedo que lo de hace cuatro años se repita? – pregunto el peli-azul buscando una respuesta que lo satisficiera.

-No lo sé, es que… - el moreno le observo algo distante - …quizás tengo miedo que se vaya.

-Itachi…

Kisame sentía lastima, esa era la realidad, sabia como era Itachi y lo débil que había quedado su corazón desde aquella vez, fue ingenuo y lo pago, pero sus sentimientos no volvieron a ser iguales, y que se esté dejando envolver de nuevo, le sorprendía, con lo mucho que sufrió “bueno, los seres humanos somos capaces de ello, sufrir para poder sentir que al menos eres importante para alguien” pensó Kisame y sus ojos viajaron de nuevo al maestro.

-Mira hermano, no te regañare, porque no soy tu santa madre, pero…por favor cuídate, no quiero que salgas lastimado, no quiero verte como hace cuatro años, lleno de heridas y más acorazado que antes – le aconsejo el hombre – pero es que, ¡Ah joder! ¿Por qué siempre son estudiantes? ¿No te puedes enamorar de alguien más?

-Dijiste que no me regañarías – le recordó el moreno con una ligera sonrisa.

-Lo sé, pero ¡Es que me estresas! – le informo enfadado.

-No te preocupes, le pondré un alto a Deidara, y todo acabara – le comunico con una sonrisa el moreno.

-Confiare en ti, pero ten cuidado, no dejes que nadie más se entere – le advirtió Kisame y ambos sonrieron – vamos a dormir.

*****

-Bueno chicos, tómense el resto de día, diviértanse – les comunico el entrenador y todos gritaron emocionados al saber, que no tendrían más entrenamientos.

Mientras tanto había cierta tensión entre dos personas.

Sasori miraba a Deidara y Deidara miraba a Sasori.

Ambos chicos no se habían dejado de mirar en todo el rato que había pasado, Deidara le sonreía y el pelirrojo se ponía nervioso, no quería ni pensar en ello, pero cuando miraba al rubio dudaba.

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