19: Culpa y amenazas

344 49 7
                                    


Nota: Este cap inicia del mismo modo, que el número 18.  Aclaro para evitar confusiones.

El bullicio permanecía en toda el aula, los estudiantes se levantaban de sus asientos y sonrientes comenzaban a guardar sus cosas para poder irse a sus casas.

Otro día más de clases había acabado y todos daban gracias a eso, todos, menos Deidara, llevaba días preocupado, lo único que hacía era pensar en Itachi, y en si este estaba bien, quería mucho a su maestro, pero cuando se fue se sintió adolorido, no entendía el porqué, después de todo el mismo le dijo que se fuera.

Pero, es que ya se había acostumbrado a los besos suaves y maravillosamente excitantes que le daba su maestro, y ahora mismo, se le apetecía besar sus deliciosos labios.

Recogió todas sus cosas, para comenzar la labor que más odiaba, ir a su casa.

No le gustaba volver a casa, solo saber que los labios de su padre serían los que lo besarían y sus manos las que lo tocarían, lo enfermaba.

Se despidió de Hidan y Sasori, y ellos amablemente lo despidieron, usualmente se iría con sus dos amigos, al menos la mitad del camino, pero Sasori debía escoltar a rastras a Hidan para que entregara su elección de universidad a los profesores, ya que últimamente prefiere saltarse el hecho y no ha entregado nada.

La universidad, ese era un tema que Deidara había estado evitando constantemente pero sabía que tarde o temprano tendría que hablarlo con su padre, o este sacaría el tema. Emprendió su camino observando a sus dos amigos discutir, y una sonrisa pequeña se pintó en sus labios.

A él peculiarmente le gustaría tener un romance como el de ellos dos, sin problemas más allá de los comunes, con el libre derecho a amar a quien quisiera, sin duda, Deidara anhelaba que ese día llegase.

Sus pasos lo dirigieron a casa, más rápido de lo que él habría querido. Al hallarse frente a la puerta de madera, soltó un suspiro, se acomodó la mochila y saco las llaves de la casa de su bolsillo, sin embargo cuando estaba tratando de abrir la puerta, se dio de cuenta que esta ya estaba abierta, quería decir, que su padre ya estaba en casa.

Volvió a guardar las llaves en su bolsillo, y procedió a abrir la puerta, entro con normalidad, porque siempre era mejor que no notase lo nervioso que se ponía cuando entraba a ese hogar.

Si es que se le podía llamar así.

Empezó su camino hasta su habitación, que aunque no era secreta, ni mucho menos un resguardo para su padre, al menos, una ducha siempre le ayudaba a prepararse mentalmente para eso.

-Deidara.

La voz de su padre lo asusto, no se había dado de cuenta que se encontraba allí. Un escalofrió quizás producto del susto, recorrió su columna vertebral, entonces volteo para mirar a su padre que se encontraba sentado en el sillón de la esquina, con sus piernas levemente cruzadas y un libro en sus manos.

-Buenas tardes padre. – saludo haciendo una pequeña reverencia.

-Ven aquí, acércate Dei – su voz sonaba excitada y Deidara empezó a temer el hecho de ni siquiera poder darse un ducha.

El rubio se acercó con pasos suaves hasta donde estaba el adulto, el cual con un aparente cariño comenzó a acariciar su melena rubia, luego descendió hasta su mejilla, la cual recorrió con sus pálidas manos; y sin que el rubio reaccionara a tiempo, le propino una bofetada que lo arrojo al suelo.

El rubio como acto reflejo se llevó su mano derecha a la mejilla golpeada, sus ojos miraron a los de su padre y su fría mirada pareció calarle hasta los huesos, no le gustaba para nada el modo en que su padre lo miraba.

Chantajes SexualesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora