❝Falso Omega❞ [🐾Y•M🐾]

🐾O1🐾

Era otro día normal en la vida del alfa Park JiMin.

Un chico pequeño y tierno, bastante como para ser considerado un alfa, esa es una de las razones por las que tiene que fingir.

JiMin tiene que fingir ser un omega.

Desde que él nació, su madre, DanA, deseó que fuera un tierno omega. Con el tiempo, JiMin iba creciendo y todo daba indicios de que iba a ser un omega por su lindo rostro, tamaño, ternura, pero la vida no siempre te da lo que quieres. Cuando llegó el día, se presentó como un alfa, DanA se quedó petrificada y se negaba a creer lo que era obvio. Dos ideas se le cruzaron por la cabeza, se deshacía de JiMin o lo obligaba hacer algo que no es. Su família estuvo en contra de que votara a JiMin a la calle, por lo que tuvo que obligarlo a ser un omega. JiMin no se opuso, era su progenitora quien lo pedía, no debía negarse a quien le dío la vida. Pasó el tiempo y JiMin se había ido acostumbrando a ser omega, el hubiese preferido ser omega antes que ser un alfa, y no sólo porque su madre se lamentaba de que se había presentado como alfa, es qué enserio él prefería ser un dulce, tierno y dócil omega como su madre y su abuela, no quería ser quien llevara la relación de alfa-omega, quería darle cachorritos al que iba a ser su alfa, pero todo se desmoronó. Por lo que siempre actuó, vistió, comportó como omega, llegando a ser "El omega más deseado" por ser el ejemplo de omega perfecto para alfa.

Los pocos que sabían su secreto, eran su amigo alfa, Jeon JungKook, su omega, Kim TaeHyung y el hermano de éste, Kim NamJoon. Sus amigos de la infancia que aun con su "problema" lo apoyaban y querían.

Se preparó para asistir a su universidad, había escuchado que tendrían un nuevo alumno y éste "afortunadamente" estaría en su salón, y por ser el alumno preferido y "perfecto" le daría un recorrido por las instalaciones.

Tardó alrededor de 10 minutos en bañarse más arreglarse. Bajó corriendo las escaleras hasta llegar a la cocina, donde estaba su madre sentada y con dos platos sobre la mesa.

Se acercó por detrás y besó su sien.

—Buenos días mamá.

—Buenos días cariño —le sonrió y apuntó a la silla frente a ella, invitando a JiMin a sentarse.

Sin nisiquiera prestarle tanta atención a la seña de su madre se sentó frente a ella, agradeció la comida y comenzó a desayunar tranquilamemte.

—Bebé —llamó DanA a JiMin, quién levantó la mirada y prestó atención. —Se... que eres un alfa aunque yo no quería aceptarlo... pero como alfa necesitas a un omega... —su rostro se ensombreció, hablar de un tema tan delicado como ese le molestaba. —No te obligaré a que busques un alfa, si no es lo que quieres, ya bastante has hecho con fingir ser un omega.

—Mamá...

—No te preocupes Minnie, eres un a-alfa y necesitas un omega que te de cachorros, y cuando eso pase, podras actuar como el alfa que eres, bebé.

JiMin no dijo nada, solo asintió con una leve sonrisa. Por ahora el no estaba interesado en algun omega, es más, le repugnaba el olor que ellos soltaban para atraer a los alfas, y en más de una ocasión estuvo presente cuando las omegas intentaron llamar la atención de JungKook y NamJoon. Llegaba a pensar que moriría sólo.

Cuando terminó su desayuno, limpió los trastes y preparó sus cosas antes de salir de su hogar, plantando un beso en la mejilla de su progenitora.

Nada más salir de su casa y vió un auto estacionado frente a su casa, sin duda lo conocía. Trotó hasta el auto y se adentró a éste en el lugar del copiloto, siendo recibido por el olor a caramelos y galletas.

—¡Buenos días, JiMinnie! —dijo un eufórico TaeHyung en el volante, besando la mejilla del hyung que estaba a su lado.

—Buenos días, TaeTae —sonrió y plantó un beso en la mejilla de su menor, una costumbre desde niños.

—¿Listo para un nuevo día?

—Listo para un nuevo día de mierda.

—No digas eso hyung, ya verás que será un gran día.

—Si, como no —rodó los ojos divertidos y el auto comenzó a avanzar hacía la universidad.

El trayecto fue cómodo como desde hace años, ellos hablando sobre que habían hecho en su fin de semana, moda, música, videojuegos, alfas, omegas, lo típico que hablaban ellos.

En menos de 20 minutos ya estaban caminando por la entrada de su querida universidad, siendo recibido por las miradas lujuriosas de parte de los estúpidos alfas hacía JiMin y miradas cargadas de envidia, odio y admiración hacía éste mismo.

Importándole bien poco, caminó junto su amigo, hasta que lo sintió.

Un exiquisito aroma a petricor y tabaco que inundó sus fosas nasales y nublaron todos sus sentidos.

Buscó con desespero a el dueño de tan magnífico aroma hasta que lo encontró hablando con su mejor amigo.

Su mirada chocó con la contraria, provocando que sus ojos se dilataran y su lobo comenzara a inquietarse por la excitación y la ansiedad.

Era un chico guapo, no lo negaría. Pelo oscuro igual que sus orbes, en los cuales estaba dispuesto a perderse, labios delgados y rojizos, nariz pequeña de botón, llevaba ropa oscura, lo que hacía resaltar su blanquecina piel, un muñeco de porcelana viviente pensó JiMin. Era un chico de hermosas facciones que fácilmente sería confudido con un ángel, y eso sin mencionar que era un alfa. En sus ojos había un extraño brillo que no supo como identificarlo pero lo estaba llenando de curiosidad por conocer a tan hermoso ser, pero la voz de su amigo lo sacó de su mundo de ensoñación.

—Amigo ¿estás bien? Tierra llamando a Park JiMin —pasó la mano por frente del rostro de JiMin hasta que éste reaccionó, suspiró aliviado. —Que alivio, pensé que te estaba perdiendo, tu mandíbula estaba por el suelo.

JiMin lo miró y analizó sus palabras, se había quedado mirando al hermoso ángel que hablaba animadamente con su mejor amigo y sus mejillas se encendieron, dándole un aspecto tienro a los ojos de todos los que miraban a ambos chicos.

—¡Oh JiMin, ¿estás enfermo!? Estabas sonrojado, eso no es lo tuyo —se burló el menor pero lo único que causó fue que JiMin se sonrojara más. —¡Ay que lindo! Pero no es tiempo para eso, debemos ir al salón para que respondas a mis dudas.

Sin esperar la respuesta de su mayor, lo tomó del brazo y lo llevó corriendo hasta su salón de clases, sin percatarse de la cantidad de miradas sobre ellos, en especial la de cierto chico que había dejado de hablar con su viejo amigo sólo para poder ver al "omega" de aroma peculiar.