Pagar al ganador.

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Yangyang maldijo al jodido semáforo del infierno que se había negado a cambiar por más de dos minutos.

Estaba seguro de que para ese momento su esposo ya estaría hasta con pijama ¡mierda! odiaba todo, odiaba el sistema de semáforos, odiaba a los peatones que seguían pasando y odiaba los pocos huevos del carro de enfrente para no acelerar aunque estuviera rojo.

Se sentía ansioso y expectante, un poco incómodo por la erección en sus pantalones que había crecido debido al pequeño jugueteo con Xiaojun en el estacionamiento, él aún podía sentir su aliento caliente y su delicioso aroma cerca.

Toco su bocina, estaba como los mil infiernos y aunque sabía que con tocar su claxon la luz no cambiarían quería descargar su enojo en algo al menos.

Cuando al fin la luz decidió cambiar hubiera deseado pasarle encima al auto de enfrente que parecía haberse dormido al volante, aceleró como un loco, manejando hasta su hogar solo para sentir como sus esperanzas de iban oficialmente a la mierda: el auto de Xiaojun estaba estacionado afuera.

Yangyang gruñó molesto, estacionándose de mala gana y azotando la puerta del auto mientras buscaba su llave para abrir la puerta de la casa, se detuvo unos momentos al notar que las luces estaban apagadas, giró de nuevo al auto de Xiaojun pero no vio nada dentro así que abrió la puerta, esperando que su esposo saliera con un ¡sorpresa!

Pero nada pasó, quitó sus zapatos en la entrada y cuando estuvo a punto de llamar al contrario él habló a su espalda.

—Que bueno que tú si traías tus llaves. —murmuró, quitando sus zapatos y Yangyang siguió su silueta en la oscuridad—. Creo que ganaste.

Su boca se abrió y cerró un par de veces, sus ojos conectaron con los del contrario que aún se veían brillosos y expectantes—. Pero... tú.... estabas ahí y...

—Pero ganaba quien entraba antes a casa ¿no? —preguntó de forma inocente, subiendo sus gafas por su tabique y rodeando el cuello del menor lentamente—. Así que ganaste.

Oh, pequeño travieso.

—Supongo que si. —asintió Yangyang, dejando que sus manos bajaran a la cintura y cadera contraria, su mano rozó el bolsillo de su esposo sintiendo sus llaves a través de la ropa—. Eres un pequeño mentiroso.

—Si, así parece... pero no creo que vayas a hacer algo al respecto. —burló Xiaojun, antes de unir sus labios con los suyos que no tardaron en devolverle el beso.

El mayor se apretó más contra su cuerpo, devorando su boca con hambre mientras mordía y chupaba sus labios a su antojo alterando los nervios de Yangyang que lo empujó contra la pared más cercana y tomó una de sus piernas para elevarla a su cadera.

Cuando se separó, notó las mejillas rojas de Xiaojun y observó su mirada perdida, su corazón se hinchó de orgullo al notar el efecto que tenía en su pareja y su rostro se hundió en su cuello donde aspiró profundamente su delicioso aroma.

—¿Cuál será tu premio? —preguntó, aunque ya se lo imaginaba.

—Quiero hacerte el amor. —exclamó y Xiaojun elevó una ceja, él creyó que eso iba de cajón—. Pero no quiero que te los quites. —pidió, subiendo sus gafas por su tabique y Xiaojun sonrió.

¿Conocía a su esposo si o no?

—Eres un fetichista raro de las gafas. —reclamó Xiaojun con voz ronca, tocando con cuidado la mandíbula del contrario—. Lo haré con una condición.

—Lo que quieras. —respondió en automático y luego agregó—. Todo menos apagar la luz o cubrir mis ojos con algo.

Xiaojun mordió su lengua, bien, le había pillado la idea, pero aún había algo que más—. Bien... quiero estar arriba.

Matrimonio arreglado | YangXiaoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora