Capítulo 18

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Narra Felipe:
Escuchaba a Luisana y no podía procesar todo lo que estaba diciendo. Los supuestos rumores de violencia en los medios, las sospechas de la familia, nuestras conclusiones, todo era real.
Qué difícil es verla así a Luisana.
Lo único que se me venía a la cabeza era que si no la hubiera dejado, todo esto no hubiera pasado.
Nunca la dejé de amar. Y nunca lo voy a hacer.
No quería imaginarme las cosas que le podría haber hecho ese tipo, ni quería saberlas.
De sólo pensar que lo tendría que enfrentar, me hervía la sangre.
Odiaba esta situación.

Los veo salir a los tres juntos, Camila abrazada a Luisana y Benjamín con cara de desconcierto.
Camila y Benjamín tenían que volver a estar juntos. Si supieran la vibra que emanan con tal sólo verlos caminar juntos. Pero bueno, de qué sirve enojarme por eso? En definitiva es la vida de cada uno y ellos deciden tomar las oportunidades que quieran.
Fui un poco injusto con Camila, recién llega y sé que soy de las personas que más confianza tiene, y yo sólo me enojé por algo que podríamos haber hablado.
Si hay algo que sé, es que Camila no es ninguna cobarde. Ella había vuelto para reparar su alma, y lo quería hacer despacio, pero no se quería privar de nada.
Va a su tiempo y yo la tengo que respetar.
La tengo que apoyar en lo que sea, en sus errores y en sus logros también.
Pero esta discusión tenía una solución, ahora estábamos todos enfocados en ayudar a Luisana.
De todos modos, Camila se acercó a mi en el avión. Aunque sabe que estoy un poco enojado, también sabe que necesito un sostén.
Ella siempre está, y siempre me perdona.
A veces hago cosas que no tendría que hacer. Con el paso del tiempo uno aprende, pero no sé por qué sigo cometiendo los mismos errores.
Camila sabe lo que hace, sabe dónde se está metiendo, y tiene un panorama exterior de absolutamente todo lo que quiere hacer.
En tan poco tiempo hizo un cambio bastante importante. Ya no es la misma persona fría y anticariño que era antes. Ahora es más atenta y afectiva que antes. Aunque siempre lo fue, pero no tan demostrativa.

Subimos al taxi, obviamente no emití palabra. Benjamín me dirigía miradas para ver si podía lograr hablar conmigo. Pero no tenía ganas.
Estaba en el mismo auto que Luisana, mi ex-novia. La mujer que dejé de un día para otro por una discusión tan absurda que no recuerdo. Es como una cajita de cristal a la que hay que cuidar mucho, y yo la lastimé.
Ella me quiso, pero ya no creo que lo siga haciendo. Quizás me guarde cariño, pero sé que le hice muy mal.

Narra Benjamín:
Me sentía raro, como si necesitara estar abrazado por mil horas seguidas a alguien.
Quería que todo este infierno terminara, que todo saliera bien y pudiéramos salir adelante los cuatro juntos.
Porque sí, ya estábamos los cuatro juntos.
Con problemas un poco más adultos, pero en definitiva, juntos.
Tener a Camila cerca me hacía confundir mucho.
Cuando agarré su mano en el auto, me sentí tan... íntegro. No sé cómo explicarlo.
Era ella, la que tenía una actitud frívola con la vida con tal de no demostrar lo que de verdad sentía. Ya no quería esconderse, estaba siendo ella y estaba cumpliendo con lo que se había prometido.
Estaba abriéndose con el mundo y se lo quería llevar por delante.
Confiaba en ella, sabía que lo iba a lograr.
Pero lo que me hace confundir no es eso.
Dejó de tener una actitud indiferente y fría conmigo, a ser tontamente lo opuesto.
Estaba más cariñosa y tierna, aunque su carácter seguía presente.
Hasta que por fin llegó a mis pensamientos Martina.
Tenía que hablar con ella, habíamos discutido y con todo esto no habíamos podido arreglar las cosas. La quería y sabía que las cosas iban a funcionar.
Aunque la llegada de Camila hacía sentirme que me estaba equivocando, ya no era tiempo de intentar algo que seguramente iba a terminar siendo inestable.
No estaba enamorado de Martina, porque mi corazón siempre le va a pertenecer a Camila. Pero era la madre de mi hija, y yo me merecía algo estable.

Vancouver era muy hermoso. Va, por lo que se veía mientras iba en el taxi.
Pero esa hermosura se nublaba cuando recordaba lo que Luisana había estado viviendo este último tiempo aquí.

Narra Camila:
Sentir a Luisana cerca mío era algo que había olvidado cómo era.
No necesitaba nada más, su mano entrelazada con la mía y su cabeza recostada sobre mi hombro sintiendo como sus lágrimas caían en mi piel, me destrozaba por completo.
Era ella, mi hermana gemela. Y aunque éramos totalmente opuestas, no había nada que no supiéramos de la otra. Nada había cambiado. Todo era igual. El tiempo ya no importaba.
Era hora de empezar de nuevo.
Tener a los tres cerca era... increíble.
En definitiva, todos sabíamos que nos íbamos a volver a encontrar. Aunque me hubiera gustado que fuera en otras condiciones, pero juntos al fin.
Luisana dijo con un hilo de voz que ya estábamos por llegar.
Sentí como se me erizaba la piel de miedo, tan sólo quería que todo saliera bien y que nos podamos ir de acá lo antes posible.
Felipe iba adelante, mirando un punto fijo. Ni siquiera miraba a su alrededor.
Estaba destrozado.
Benja sostenía la otra mano de Luisana, y miraba por la ventanilla.
Era un cuadro bastante deprimente.

Narra Luisana:
Que increíble que, después de tantos años, estas tres personas sigan estando para mi.
Y más en una de las situaciones más complejas de enfrentar para mí.
Llegaron en el tiempo justo. O mejor dicho, siempre llegaban a tiempo.
Ver a Felipe era darme cuenta de que nunca me enamoré de alguien más.
Él era mi todo, pero también fue el que me dejó casi sin explicación.
Sabía que ya no era nadie para él. Formó su familia y tuvo una hermosa hija.
Aunque se lo veía bastante triste, pero no me había dirigido ni siquiera una mirada que me dijera algo en concreto.
Camila.
Cómo olvidar cuánto me enojé cuando me enteré que se iba y me dejaba sola.
Porque así lo había tomado. Ella me había dejado, sola, y en una situación horrible.
Todo se había dado tan rápido, y sufrir dos pérdidas en un día, para una adolescente que vivía casi en una burbuja, era demasiado.
Convengamos que hacía todo con ella.
Era mi media naranja, y me sentí totalmente traicionada.
Pero ya nada de eso importaba, estar cerca de ella nuevamente era lo único que tenía que importar.
Nada había cambiado, no me había atormentado con preguntas ni me había dicho cosas para motivarme, porque sabía que no iban a funcionar y que iban a ser absurdas.
Y Benja, a él yo lo había dejado. Recuerdo que sus últimas palabras fueron: "no te vayas, te voy a extrañar mucho", entre risas.
Ya no era tiempo de reprocharme nada, quién se hubiera imaginado que todo esto me iba a pasar?
Tengo muchas cosas que voy a recordar con cariño, pero ya no es tiempo de seguir conviviendo con este tipo que ni siquiera sé si amé, creo que lo que me hizo quedarme con él, fueron mis hijos. No quería que se alejaran de él, porque era un problema de nosotros.
Pero ya se me había ido de las manos.
Con un hilo de voz, le digo a Camila que ya estábamos por llegar.
No quería, estaba bien así. Hacía mucho tiempo que no me sentía así, protegida.

El taxista nos saca a todos de nuestros pensamientos y nos dice cuánto era.
Estábamos los cuatro, frente a algo que podía salir o muy bien, o muy mal.
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