Capítulo 19

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Narra Luisana:
Tenía miedo. Mucho miedo.
No me creía capaz de enfrentar esta situación, pero por suerte ya no estaba sola.
Estar acompañada de los chicos me había sacado un peso de encima, además de haber sido el impulso para terminar con esta pesadilla que me perseguía.

Felipe estaba muy perdido y a la vez se le notaba lo que quería hacer. Me daba miedo como pudiera llegar a reaccionar.
No sé cómo se iban a dar las cosas.
Procesaba todo esto en segundos. Mi cabeza no daba más. Quería el bienestar de mis hijos y nada más.
Camila estaba ahí, y yo sabía que no me iba a dejar sola. Como ya dije, no es tiempo de reprochar el pasado.
Es hora de pasar de página y empezar de nuevo.

Narra Felipe:
¿Que debía hacer? ¿Quedarme ahí parado? ¿Entrar? ¿Encarar a ese imbécil?
Me corría furia por las venas, me hervía la sangre y sentía un cosquilleo permanente en todo el cuerpo.
Camila y Benjamín estaban mucho más tranquilos, o por lo menos se estaban tomando la situación de una manera más... distante.
Ninguno caía en lo que estaba sucediendo, pero lo peor todavía no había pasado.

Decidí abrir la puerta de esa mansión enorme que a cualquier ser humano le encantaría tener, y me imaginé una vida ideal al lado de Luisana en un abrir y cerrar los ojos.
Volví a aterrizar y me enfoqué en lo que debía hacer.
Vi que ninguno de los tres había avanzado, así que les dirigí una cara de fastidio y les hice señas para que avanzaran.

Toqué el timbre, y nadie atendía.
Luisana estaba refugiada en Benjamín mientras que Camila estaba detrás mío viendo que no hiciera nada que pudiera perjudicar más la situación.
Se escucha el ruido de la llave abriendo la puerta, y lo veo.
Veo al hijo de puta que maltrataba al amor de mi vida como si fuera un pedazo de nada.
Tenía la cabeza en blanco y mi ira iba aumentando cada vez más.
F: Sos un psicópata.
Y le encajé una trompada en el medio de la nariz.
¿Qué hice? Ni siquiera soy agresivo. No estaba en mis planes optar por la violencia.
M: ¿Te volviste loco? ¿Qué haces acá?
F: No nos vamos a quedar por mucho tiempo. Es un rato. Necesitamos llevarnos a tus hijos, a Luisana y a sus cosas, va, mejor dicho, venimos a salvarlos de vos. Enfermo.
C: Bueno Felipe, cálmate. Hablemos como personas civilizadas. Por favor.
F: ¿Qué queres? ¿Que lo trate como tal? Si no lo es.
C: Michael, no podes seguir con esto, ni mucho menos Luisana. Si en algún momento pudiste creer que era esto lo que ella merecía, déjame decirte que estás muy equivocado. Luisana no es juguete de nadie y vos no sos quién para maltratarla. Vas a recibir los papeles de divorcio y la denuncia correspondiente ni bien lo terminemos de tramitar en Buenos Aires.
M: Déjenme hablar con mi mujer. Ustedes no saben nada.
L: Ya no quiero hablar con vos. No quiero que me grites ni que me pegues. Ya no puedo aguantar tus maltratos. Me llevo a mis hijos y voy a ponerte una orden de restricción. Yo quiero lo mejor para ellos pero no puedo seguir aguantando tus maltratos.
M: Estás loca. Yo sabía que eras una inútil.
F: El único inútil que no sabe ver a quien tiene al lado es usted. Así que por favor deje de faltarle el respeto, que con ese comportamiento de superioridad permanente no vas a llegar a mucho más.

Benjamín miraba desconcertado. Era demasiado para él. Creo que siempre había tenido una mala espina hacia Michael. Nunca había confiado de él, ni estaba convencido de que Luisana se fuera. Se creía culpable de que todo esto estuviera pasando, y la situación lo superaba.
Estaba inmóvil, y boquiabierto. Escuchando todo lo que decíamos.

L: Déjame pasar. Me llevo mis cosas y me voy hoy mismo.
M: No voy a permitirte que te vayas.
L: Ya no me importa lo que me permitas o no me permitas hacer. Pensé que te había quedado claro con todas las cosas que te dijeron. Pero no, sos así. Vos y nadie más que vos. Adiós Michael.

Camila acompañó a Luisana a buscar las cosas y Benjamín desapareció de la escena.

F: Me encantaría estar en tu cabeza para saber por qué mierda te crees capaz de hacer una cosa así.
M: Si no mal recuerdo, vos abandonaste a Luisana. Yo la hice olvidarte, sos un fracasado que piensa que va a recuperar un amor adolescente insignificante.
F: No estoy en búsqueda de recuperar a nadie, siempre supe la persona que fue y lo que vale Luisana ¿Qué tan poco hombre podes ser para tratar así a la mujer que te dió una familia?
M: Y vos qué sabes de mi vida? Te fuiste hace diez años, no actúes como si la conocieras.
F: Las personas no cambian, y eso te incluye a vos. Y si lo quisieras hacer, necesitas un tratamiento psiquiátrico severo.
C: Felipe, por favor, vámonos. Ya tenemos todo.

Ver a Luisana con sus tres hijos era... algo que siempre había soñado ver. Saber que el padre de esos niños era un monstruo me ponía muy mal.
Lo único que le importaba a ella, era que no les pasara nada. Eran su prioridad. Ellos por delante de todo. Es la mujer que cualquier hombre pudiera admirar.
Era increíble.
Aunque ella se creyera débil y vulnerable, era muy fuerte y segura de lo que hacía.
Tenía el corazón roto en mil pedazos, pero aún así les regalaba una sonrisa a sus hijos.
Y ahí es cuando pienso, ¿por qué la dejé ir?

Narra Benjamín:
No podía más. No aguantaba esta situación. Era demasiado para mí.
¿Quién puede llegar a imaginarse que alguien tan importante para vos va a sufrir semejante maltrato? Nadie.
Es tan horrible darse cuenta cuando a uno le pasa de cerca. Te das cuenta que no es la única en el mundo.
Ojalá todos pudieran tener este desenlace. Porque en definitiva, había podido salir de esta. Lo hecho, hecho está. Y lastimosamente la memoria no se puede borrar. Era hora de pasar de página.
Pero estaba agobiado, mis ganas de llorar aumentaban cada vez más. No sé por qué me sentía culpable de todo esto.
Nunca confíe en este tipo. Y así terminó.

No podía seguir escuchando, así que decidí ir hacia el portón y quedarme afuera.
Ya sé, soy un cobarde. Pero me sobrepasaba.

Narra Camila:
Benjamín no estaba y me preocupaba.
Mientras esperábamos al taxi en el patio de la casa, decidí ir a buscarlo.
Le avisé a los chicos que iba a hablar con él.

C: Benja, qué pasa?
B: Nada, es un poco obvio.
C: Pero por qué te fuiste así?
B: Porque no lo puedo soportar. No puedo soportar verla así.
C: Ninguno puede Benja, no estás solo. No te aísles. A Luisana le va a hacer mejor tenernos a todos cerca.
B: Pero ella ya está lastimada, no ayuda que yo esté así. Vine acá para que se me pasara. Nada más.
C: Benja...
Tomo asiento a su lado.
C: No te estoy reprochando nada. Sé cómo estás. Lo sé desde que me agarraste la mano en el taxi. No hace falta que me expliques. También sé que es demasiado fuerte verla así porque siempre la protegiste, pero a veces la vida le paga injustamente a personas que no lo merecen. Sólo espero que todo esto mejore, que podamos salir adelante todos juntos y que de una vez Luisana y Felipe estén juntos. Nunca volvieron a ser felices con nadie más, sólo buscaron el olvido y el refugio en otras personas.
B: Como nos pasó a nosotros, verdad?
C: Sí, también nos pasó. Pero no es momento de pensar en eso.
B: Lo sé, perdón. Es hora de irnos.

Vimos al taxi llegar y nos dirigimos al aeropuerto.
¿Qué nos esperaba ahora?
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Estoy a full con el colegio, por eso no es tan frecuente la actualización de la novela, espero que sepan perdonar.
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