Regresión

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—Castillo Zor-El —

Me encanta volver a este lugar y visitar la colina de girasoles, desde ese momento me di cuenta del amor que emana el sitio, además que en esta ocasión el castillo tiene una hermosa decoración por el cumpleaños de Eliza. Quien ahora no espera afuera de la construcción, portando un hermoso vestido blanco con flores azules.

-Creí que no vendrían — Eliza dice al abrazar a Kara y después a mí.

-¿Cómo puede creer que no vendríamos? — Digo haciéndola sonreír — Feliz cumpleaños Eliza-

-Gracias Lena-

-Esto es para ti, de nuestra parte — Kara le entrega una caja negra.

-Mi primer obsequio de ustedes — Abre la caja, viendo un hermoso reloj de arena — Es precioso-

-Lena tiene más conocimientos que yo sobre las antigüedades, así que viajamos a la tienda donde siempre iba por sus hojas de lino, y encontramos este reloj, sé cuánto te gustan nana-

-Este siempre será mi favorito, pero pasen, tus padres ya están aquí Kara-

-Sólo por ti estoy aquí nana, no quisiera ver el rostro de mi padre-

-Ya me puso al tanto de los acontecimientos — Me mira con cariño — Él no podrá alejarte de Kara, no cuando se ven unidas a diferencia de la vez anterior-

-Muy unidas — Kara me toma de la cintura, besando mi mejilla.

-Me alegro, ahora vamos a festejar-

-¡Por supuesto! — Animo.

Al entrar por supuesto las miradas caen sobre mí, pero Kara se mantiene a mi lado y mostrando una mirada nada amigable hacia ellos, es suficiente para que dejen de mirarme como si fuese algo raro. Mi suegra me saluda con la amabilidad que la caracteriza, en cuanto a mi suegro fue cortés, claro que ya no tiene intención de agradarme, lo cual es reciproco. Zara llega diez minutos más tarde, y entonces la fiesta puede comenzar, aunque me pude percatar de la mirada burlona de Alexandra, sigue enferma, enamorada de mi esposa.

-¿Puedo ir a la colina de los girasoles? — Pregunto a Kara — Sólo será poco tiempo-

-Claro — Cede, besando mis labios — Vuelve pronto, mi nana querrá tenerte aquí-

-Te aseguro que regresaré rápido-

Salgo del castillo y voy hacia las caballerizas, el capataz siendo amable conmigo, me entrega una hermosa yegua que inmediatamente se siente cómoda al acariciarla. Debo reconocer que es maravillosa, es tranquila y no necesité hacer demasiado para que me lleve a la colina, al llegar en esta, ato la soga en el árbol cercano y sonriente camino a través de los girasoles. Nuevamente tomo asiento en el centro, observando el paisaje, respirando el aire limpio de este lugar, siempre quise vivir en un sitio como este, quizás en algún futuro pueda convencer a Kara. Estaba tan sumida en el entorno, que al escuchar el sonido lastimero de un animal, me pongo rápidamente de pie, buscando de donde proviene, y entonces veo a un pequeño cachorro de pastor alemán solo a 200m de distancia, no entendía por qué no se movía, quizás solo está asustado, se ve que tiene días de nacido.

Veo un camino en el lado derecho y me apresuro a correr por este, hasta llegar con él, tomándolo en mis brazos, pero es entonces que me doy cuenta de algo, el lugar está rodeado de minas, y tuve suerte de no pisar alguna, pero para regresar al caballo necesito dejar al cachorro , lo cual no es opción para mí, entonces debo pensar en seguir el mismo camino jugando una vez más con mi suerte, o hacer explotar todas las minas con el riesgo de terminar herida, quizás sea la única alternativa, antes no sabía de las minas y fue sencillo llegar hasta aquí, pero ahora, mi cerebro me envía alertas pésimas.

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