Bajo La Lluvia

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¡Oh amor poderoso! Que a veces hace de una bestia un hombre, y otras, de un hombre una bestia.

William Shakespeare

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—Crail, Escocia —

Nuevamente una tormenta, pero tiene una sensación extraña, es distinto el aire frío, como si tuviese prisa de golpear las copas de los árboles, y la lluvia parece formar ondas en el aire en su descenso, o quizás estoy siento poética, no lo sé, es este sentimiento con el que desperté, y no encuentro razón para esto, pues mi cita con Edwin se ha cancelado a causa de la lluvia, tal vez apresuré mi decisión y los dioses se encargan de golpearme en la cara con el error, simplemente es inquietante. Abayomi duerme tranquilo, y me gusta ver que se siente en paz, él no sabe lo que es tristeza, y nunca lo sabrá porque lo amo, nunca lo abandonaría, ciertamente es mi bebé.

Vuelvo mi vista a la hoja sobre mi escritorio, me propuse escribir algunos textos egipcios, pero el resultado fue distinto. Dibujé los ojos de Kara, y debo decir que tengo talento, es como si estuviera aquí observándome, con esa intensidad, al principio me resultaba escalofriante, saber que una mujer de cual no sabía nada, me mirase de esa manera, tan íntima y posesiva. Me disgustaba, hasta conocí al verdadero ser detrás de la coraza soberbia y fría, Mike siempre dice que me enamoré de mi secuestradora, pero es sólo una broma, él me conoce y sabe que nunca caería en ello. Yo me enamoré de quien es Kara, de lo que ha vivido y perdido, es así de sencillo, porque había muchas maneras de disolver ese matrimonio, pero decidí quedarme.

Así como también decidí alejarme, y no me arrepiento, si ella es feliz con Nathalia me es suficiente, para convencer a mi mente que la deje ir, porque ya no es mía, aunque pensándolo bien, nunca lo fue, Lyudmila siempre estuvo ahí, fue su primer amor y ahora regresó en otra persona, que curioso es el destino, o la casualidad. Guardo la hoja en mi cajón junto a los ensayos que he hecho, tal vez así podré ser capaz de olvidarla, aunque quizás me lleve algunos años, probablemente menos sí logro convencer a mis sentimientos de pasar de la atracción a algo más por Edwin.

-Necesito chocolate caliente — Me pongo de pie y le doy una leve caricia a Abayomi y salgo de mi alcoba — Creo que aún tengo galletas-

Murmuro y bajo las escaleras lentamente, mirando la lluvia caer con más intensidad, suspiro pues hoy no podré aspirar el aroma del mar, será un largo día en el que sólo dormiré, comeré y tal vez me duche. En la cocina abro la alacena para coger el chocolate, y la leche de la nevera, así me dispongo a preparar mi bebida, aunque esto es tardío vale totalmente la pena. Mientras muevo la mezcla, reviso si aún tengo galletas y para mi fortuna sí, están junto a los últimos chocolates amargos que Kara compró para mí, vaya manera de atormentarme. El timbre suena, lo cual me resulta extraño, así que apago la estufa limpiando mis manos para ir hacia la puerta, y al abrirla me sorprendo al ver a Edwin con un paraguas, sonriendo y con una rosa roja en mano.

-Hola, ¿Sorprendida? — Me entrega la rosa, besando mi mejilla.

-Sí, no creí que fueses un demente — Bromeo cediéndole el paso.

-Tal vez sólo lo soy — Se encoge de hombros cerrando el paraguas y quitando su abrigo — Ya que el clima no está a favor de la cita a la intemperie, decidí traerla aquí — Trae una pequeña mochila en su cintura — Compré comida en tu restaurant favorito-

-Delicioso, huele a lasaña — Aspiro el aroma de la bolsa — Vamos a la estancia, estaba preparando chocolate, pero...-

-Tranquila, te ayudo con el chocolate y así podemos comer en la cocina-

Game WonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora