Capítulo 15

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Unas semanas más tarde

Jungkook


No tendría que haber accedido a esto. Tendría que haber ido con Jimin ante el alcalde y cobrarme uno de los favores que éste me debe. A estas horas ya estaríamos casados y en Italia. Y en la cama.

—¿Estás nervioso, hijo?

Tardo unos segundos en entender que alguien me está hablando a mí. No estoy acostumbrado a que me llamen de esa manera: «hijo», y ese tono paternal me resulta totalmente desconocido.

—No —contesto.

Es verdad. No estoy nervioso. Impaciente, sí. Incluso molesto por toda esta parafernalia, pero no estoy nervioso. Cada vez que me late el pulso, noto la cinta alrededor de la muñeca y me basta para saber que, al menos en eso, mi relación con Jimin es como tiene que ser.

—No tienes motivos para estarlo —prosigue el desconocido—. Soy Jay, el tío de Jimin.

—Encantado —digo, estrechándole la mano que él me ha tendido.

—Si no estoy mal informado, tendrías que esperar al novio frente al altar.

Al decirlo, Jay me mira enarcando una de sus cejas blancas, al mismo tiempo que se enciende un cigarrillo que tiene entre los labios.

—Yo lo esperaré aquí.

Los dos estamos frente a la pequeña iglesia donde Jimin y yo vamos a casarnos, junto a unos arbustos repletos de flores que hay en la entrada. Jay me sonríe y da una calada.

—Creo que ya están aquí. —Se saca el cigarro de la boca y señala un coche negro que avanza despacio hacia nosotros. Apaga el cigarrillo contra una de las piedras del muro de la iglesia y se despide—: Nos vemos dentro.

En realidad, apenas le he oído. Todos mis sentidos están pendientes de Jimin. Mis ojos sólo ven que por fin ha salido del coche y que lleva el traje más sensual y hermoso que he visto nunca. Su sonrisa me quita el aliento y cuando me mira... me da absolutamente igual lo que dicte el protocolo. Él es mío y tengo que recordárselo.

Necesito volver a sentirlo.

Camino decidido hacia Jimin mientras noto que me queman los pulmones al coger aire, porque lo único que quiero hacer es oler su perfume. Aprieto los puños y el corazón me golpea las costillas. El padre de Jimin se aparta de mi camino y su madre y su hermano me miran confusos, pero no me importa. Nada me importa.

Sólo él.

Le sujeto la cara entre las manos. El calor de su piel penetra en mis palmas y se extiende por todo mi cuerpo.

Jimin suspira un segundo antes de que mis labios devoren los suyos por completo.

Él también necesitaba besarme. Su sabor, que ahora ya forma parte de mí, me tranquiliza y enloquece al mismo tiempo. Jamás tendré suficiente. Nunca llegará el día en que no necesite besarlo. Mi lengua recorre el interior de su boca con desesperación y un gemido escapa de mi garganta para terminar perdido entre sus labios.

Jimin coloca las manos en mi cintura, por debajo de la chaqueta negra, y sus dedos me sujetan las caderas al mismo tiempo que me muerde el labio inferior.

Dios.

Me estremezco y aprieto los párpados con fuerza para contener el deseo que amenaza con ponerme de rodillas en ese mismo instante.

Jimin me suelta el labio despacio y antes de apartarse, siento que desliza la lengua por encima de la marca que han dejado sus dientes. Me acaricia suavemente la espalda. Él sabe que necesito sentir ambas cosas: la intensidad de nuestro deseo y la fuerza de su ternura.

Un día más - |Kookmin| #4Donde viven las historias. Descúbrelo ahora