Capítulo 10

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Jungkook no está en el bufete.

He salido antes de la reunión que tenía con Hoseok y Taehyung y he decidido acercarme a Mercer & Jeon para que volviésemos juntos a casa.

Pero no está.

He saludado a Seunghee y a Patricia, a las que siempre me resulta agradable ver, pero supongo que no he conseguido ocultar la decepción que me he llevado al no encontrarlo a él.

-Seguro que está con algún cliente -me ha dicho Seunghee.

-Sí, seguro.

Jungkook nunca va a ver a sus clientes. Ellos van a verlo a él.

Maldita sea, si pudiera verme ahora, seguro que me echaría en cara todas las veces que lo he acusado de intentar controlarme. Aunque yo no lo estoy controlando, él puede ir adonde le plazca, pero esta ausencia me confirma que me está ocultando algo.

Esta ausencia y que anoche vino a la cama sólo media hora antes de que tuviéramos que levantarnos.

Me despido de Seunghee y voy andando a casa. El frío me alerta los sentidos, pero mi mente sigue centrada en Jungkook y en lo furioso que estoy con él.

No debo estar enfadado, me riño a mí mismo, él lo notará en cuanto me vea y eso sólo servirá para que se cierre aún más en banda. Cojo aire y lo suelto lentamente, a pesar de que mis puños insisten en cerrarse, crispados, y sigo caminando.

Casi sin darme cuenta, he llegado al ascensor y mientras subo me esfuerzo por estar bien; ahora entraré en casa y esperaré a Jungkook. Y cuando llegue le preguntaré donde ha estado y me sentiré como un bobo por haberme preocupado.

Sí. Eso es exactamente lo que va a pasar.

Abro la puerta y noto que él ya está en casa.

Respiro aliviado y el corazón se me sube a la garganta.

El salón está iluminado sólo por la luz del pasillo y Jungkook está de pie mirando por la ventana, dándome la espalda.

Tiene los hombros tensos y desde donde estoy puedo palpar la rabia y el anhelo que lo dominan.

¿Qué diablos le ha pasado?

-Jungkook.

Él no se mueve.

Yo tampoco.

Lo oigo soltar el aliento y veo cómo abre el puño de la mano derecha.

Al hacerlo, cae una ancha cinta negra que él sujeta por un extremo.

-Véndate los ojos -dice entre dientes.

Los pulmones me queman hasta dolerme, una gota de sudor me resbala por la espalda y tengo que tragar saliva para poder responderle.

-No.

No lo puedo negar, me fascina ver lo fuerte que es, mi cuerpo se estremece al oír su voz y sé que podría morir si no me toca... Pero algo me dice que ahora, que esta vez, tengo que negarme.

-Véndate los ojos -repite.

-NO.

Se da media vuelta y me mira a los ojos.

Tengo que cerrar los míos un segundo por la emoción que veo brillar en los de él.

Quiero tocarlo, pero sé que no puedo, y clavo los pies en el suelo para no moverme.

-Véndate los ojos, Jimin.

Le tiembla un músculo de la mandíbula y el torso le sube y baja agitado.

Un día más - |Kookmin| #4Donde viven las historias. Descúbrelo ahora