Capítulo Dieciséis

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"Cuanto menos gente se meta en este lío, menos gente morirá, a no ser que disfrutes viendo cómo sufren los inocentes, Cleopatra

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"Cuanto menos gente se meta en este lío, menos gente morirá, a no ser que disfrutes viendo cómo sufren los inocentes, Cleopatra. Ese chico rubio con el que te revuelcas me cae fatal, mejor dicho, me repugna cualquier chico que se te acerque lo más mínimo. ¿Qué dices tú? ¿Merece la pena arriesgar su vida o prefieres dejarlo y seguir con la tuya? Ya estoy harto del peli-negro, se nota que te encanta que todos te adulen.

Atentamente, L.R"

P.D. No te confíes, Cleopatra. Te estoy vigilando. Sé dónde vives, dónde estudias, dónde sales. Sé todo lo que haces, y con quién lo haces. Sé lo que piensas, y lo que sientes. Sé lo que quieres, y lo que temes. Sé lo que eres, y lo que serás. Y pronto, muy pronto, lo sabrás tú también.

— ¡Me dijo puta! —Reclama Cleopatra releyendo la nota.

— ¿Qué tiene en contra mío? Yo no me estoy revolcando con ella. —Preguntó Matteo con los ojos muy abiertos señalando a Cleopatra y encogiéndose de hombros. Ella rodó los ojos, el grupo de amigos se había olvidado completamente que él se encontraba allí—. ¿Qué es esa nota? ¿Quién las escribe?

— No lo sabemos todavía, pero lo mejor será no involucrarte en todo este asunto. —Le responden.

— ¿Ese era el asunto importante por el cual te has inscrito en las prácticas?

— Así es, pero las tendremos que dejar, no quiero que amenacen a nadie más.

Cuando Cleopatra abrió sus ojos, la oscuridad de la habitación se desvaneció lentamente, revelando que aún era de noche. La sensación de sequedad en su garganta era intensa, y el deseo de un vaso de agua fresca la impulsó a levantarse. Con cuidado, revisó su teléfono para verificar la hora; las luces digitales indicaron que eran casi las dos de la madrugada.

Con paso cauteloso, Cleopatra descendió las escaleras hacia la cocina. Sin embargo, algo inusual llamó su atención: todo estaba sumido en una oscuridad total, incluso las luces del jardín delantero parecían haberse apagado. Mientras buscaba el vaso en el refrigerador, una presencia inesperada se hizo sentir detrás de ella. Con un movimiento rápido y casi instintivo, le lanzó el vaso al suelo y comenzó a correr hacia arriba, escaleras abajo.

Pero su esfuerzo fue en vano. Una mano fuerte y ágil la agarró del tobillo, y con un tirón brusco, ella resbaló y golpeó su cabeza contra un escalón. Momentos después, se encontraba inconsciente en el suelo.

El intruso aprovechó la oportunidad para actuar. Con una fuerza sutil pero segura, levantó a Cleopatra sobre sus hombros y salió de la casa con paso firme. La cabeza de Cleopatra se balanceaba de un lado a otro, cada movimiento aumentando su mareo. Pestañeaba lentamente, intentando procesar lo que estaba ocurriendo, pero las imágenes se entremezclaban y no podía entender completamente lo que estaba sucediendo.

Golpeó débilmente su espalda en un intento de escapar, también intentó gritar, pero tapó su boca instantáneamente para que nadie la escuchara.

— Cierra la maldita boca si no quieres que te mate ahora mismo. —Con sólo escuchar esa maldita voz Cleopatra se dio cuenta de quién se trataba, ladeó un poco la cabeza para observar, pero traía una especie de máscara puesta—. Así está mejor. —Dice satisfecho cuando ella deja de intentar gritar.

Temblaba de miedo, sudaba frío y sentía que era la última vez que vería a sus amigos. El supuesto desconocido la apoya unos segundos en el suelo para abrir el maletero del coche, pero no contaba que no era la única persona fuera de casa a esa hora.

Matteo observaba la escena, impresionado y atónito, esperaba el momento justo para atacar. La única arma con la que contaba era con la de Cleopatra, la cual se la había olvidado en la armería, pero estaba descargada y no tenía balas de repuesto. Vio cómo el sujeto la arrastraba y trataba como una muñeca de trapo. Ella intentó levantarse y correr, pero con un simple puñetazo la volvió a dejar inconsciente en la acera.

— Suéltala o juro que te dispararé. —Dijo él aprovechando el momento, Cleopatra se encontraba un poco alejada de él.

Las luces de la casa se prendieron, sus amigos se habían despertado.

La persona enmascarada giró, de modo que estaba viéndolo fijamente. Se acercó a Cleopatra casi riendo, se arrodilló a su lado tomándole del cabello y sentándola en el suelo.

— ¿O qué? —preguntó con una risita sarcástica, sacó algo de su bolsillo y se lo acercó a la garganta—. Despierta, bella Cleopatra. —Dice mientras la sacude bruscamente.

Ella abre un poco los ojos mirando la escena, un filo helado contra su cuello, la expresión desesperada de Matteo y sus amigos asomándose por la puerta de la casa.

— Baja el arma o le corto el cuello. —Amenaza el tipo.

Matteo observaba con una mezcla de miedo y determinación. El temblor que sacudía su cuerpo era incontrolable, y las lágrimas que corrían por su rostro eran testigos de su angustia. Sus amigos, comprensivos con la situación, salieron del lugar con la mayor discreción posible, dejando a Matteo solo con el intruso.

Con un gesto resuelto, Matteo bajó la vista y dejó caer el arma en el suelo. Su mirada se fijó en el sujeto que sostenía una navaja al cuello de Cleopatra. En un instante, su atención se desvió hacia algo detrás de ellos. Al darse cuenta de lo que veía, el hombre con la navaja cayó al piso inconsciente.

Jordan, quien había estado observando todo desde la sombra, emergió con una piedra en una mano y la navaja en la otra. La tensión en el aire se disipó momentáneamente mientras todos se dieron cuenta de que el peligro había pasado.

Cleopatra, aún aturdida por el ataque, gritó de dolor. Una herida profunda en su cuello comenzó a sangrar rápidamente, manchando su ropa con gotas rojas. Sus amigos la miraron con preocupación; la rajadura causada por la navaja era evidente.

Aaron, sin perder tiempo, corrió hacia ella y aplicó presión sobre la herida para detener el sangrado. Sin decir una palabra, se desplomó sobre el cuerpo de Cleopatra para ofrecerle apoyo. Todos corrieron hacia el coche, con la esperanza de llegar a urgencias a tiempo y salvarla.

Un Año Problemático [Publicando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora