Fue la semana santa más rara de la historia. Parecía de película, como si nos estuviesen tomando el pelo. Esperaba el momento en el que nos dijeran:
–Ha sido una joda para videomatch.
Pero que va.
La buena noticia era que yo estaba de vacaciones, aunque eso no me eximía de responder e-mails de mis alumnos que no les quedaba claro el concepto. Se habían puesto de acuerdo para estar más estudiosos que nunca. Hasta que me vi obligada a decirles que lo veríamos a la vuelta. Necesitaba desconectar de ellos, de verdad. Necesitaba desconectar de todo, en realidad. Que me tragase la tierra y me escupiese en alguna isla desierta con un paquete de Jumpers y un batido de chocolate. Como añoraba los Jumpers... esa "comida" que me prohibió Mario y acepté a regañadientes porque lo argumentó muy bien con varios estudios de enfermedades graves relacionadas con el consumo de "ultraprocesados", como él llamaba a mis Jumpers. Se había esforzado en conocerme bien para dejarme en jake. Hijoputa.
Luisa respondía nuestras llamadas menos de lo que nos gustaría, ella tenía mucho menos tiempo libre que nosotros. Ninguno, mas bien. Pobre. Cada vez que veía en las noticias a algún sanitario me la imaginaba a ella. Haciendo de pilar para todos. Aguantando lágrimas. Sudando. Sin dormir. Creo que jamás podremos imaginar todo el esfuerzo que los sanitarios estaban haciendo. El miedo de llegar a sus casas con la incertidumbre de si estarían contagiados o no.Todo lo que nos imaginemos se queda corto. Estoy segura.
Otra buena noticia era que el próximo lunes nos dejarían salir a hacer deporte o a pasear. Con normas y horarios, eso sí. Parecía que vencíamos poco a poco la curva y los casos dejaban de subir. Aun así, eran muchas las personas que seguían muriendo.
–¿Estás llorando? –me preguntaba Mario siempre que poníamos las noticias y salía algún caso de alguien que no sabía si su familiar con Covid estaba vivo o muerto. Que no tenían acceso a visitas y, mucho menos, velarlos.
Nadie merece morir solo.
–No, es alergia –respondía yo secando mis lágrimas muy a la defensiva.
Él se reía.
–¡Vaya! Eres un iglú con sentimientos –se acercaba a mí en un intento de consolarme, pero yo me levantaba rápido y me iba a mi habitación a reponerme. A llorar lo necesario para sobrellevar aquella broma que no hacía ni puta gracia.
Esos episodios eran frecuentes durante la mañana, cuando veíamos las noticias. Luego acordamos dejar de verlas, otra vez.
La ignorancia del tonto no lo hace más tonto, pero sí más feliz.
Mi estado de ánimo no mejoró y concluí que no eran las noticias lo que me entristecía, bueno, siempre había sido una persona muy empática, sobre todo con las injusticias y aquello que estaba ocurriendo, era muy injusto. Para todos.
Creo que caí en una depresión sin darme cuenta. Entré en un bucle. Todo era negativo dentro y fuera de mí, era un agujero del que no podía salir. ¿Qué nos esperaría cuando todo pasase?
Era el final de una época y el comienzo de otra muy desconocida y diabólica.
El agujero negro me absorbía a un ritmo que no me dejaba recordar mi motivación en la vida, lo que hacía en Sevilla. Por qué seguía haciendo ese estúpido máster y por qué tenía que aguantar dar música cuando ese no era mi plan y nunca lo fue. Por qué estaba viviendo para los demás sin pensar en qué era lo que yo realmente quería. Mi plan.
Toda aquella montaña rusa de emociones no podía exteriorizarla con Mario, no porque fuese una persona con la que no se podía hablar si no porque me daba vergüenza que pensase que era una fracasada. Y porque no quería, no era de ese tipo de personas que cuando se encuentra mal va llorando al calor de unos brazos que se extienden y te acogen. Yo era un iglú, tal como decía Mario, masticaba y tragaba todos esos pensamientos para convertirlos en algo de provecho. Crecimiento personal. Pero ahora no. Estaba bastante jodida.
ESTÁS LEYENDO
Confinada con tu crush
ChickLitMía tiene 27 años, es astrofísica en potencia pero da clases de música en un instituto de Sevilla. Ella habla de ondas mecánicas y sus alumnos escuchan trap. Le gusta poner adjetivos a las cosas, cree en la amistad verdadera pero no en el amor, nun...