¿Por qué recordaba todo eso ahora? Él ya estaba casado y hasta hijos tenía, entonces, ¿por qué llegaba ese recuerdo de manera tan repentina?
Arturo Elías Ayub se quedó mirando a ningún punto específico durante la noche. La ventana estaba abierta y aquello le permitió recargarse un poco en el marco de esta. Dio un suspiro pesado y regresó a la cama, con su esposa.
Sin embargo, no logró conciliar el sueño. ¿Por qué seguía pensando en Rodrigo? Hacía años que no sabía nada de aquel omega que siempre le cautivó, del cual siempre había estado enamorado. Aunque tenían sus diferencias, Rodrigo fue siempre ese tipo de persona que cuidaba mucho su figura, comía bastantes verduras y hacía ejercicio. Arturo era distinto, no le agradaba mucho el ejercicio y le agradaba comer bastante fritanga, cosa que a Rodrigo jamás le agradó.
A pesar de todo esto, ambos habían sido pareja durante su juventud. Bueno, Arturo ya estaba en la universidad para ese tiempo y Rodrigo apenas estaba en preparatoria. Esos años habían sido maravillosos, no había preocupaciones sobre el futuro, solamente estarían ellos: Arturo y Rodrigo.
"¿Me amas?".
"Como no tienes idea".
La alarma sonó y Arturo no consiguió dormir. ¡Ah! Era hora de levantarse para irse a su trabajo. Su esposa aún dormía, pero su suegro ya estaría despierto, necesitaba apurarse si no quería un reclamo por parte de este, así que se apuró a asearse y arreglarse, su suegro ya estaba desayunando y Arturo se apuró a desayunar con él.
—Buenos días, Carlos. —Saludó Arturo y procedió a picar la fruta. —¿Cómo estás?
—Bien, ¿y tú? —El hombre mayor contestó a ello y miró a su yerno. —Pareciera que no dormiste bien, puedo ver en ti algunas ojeras.
Arturo no sabía cómo responder a eso, si le decía "me desvelé leyendo algo", Carlos Slim pensaría que no había compromiso de su parte, a pesar de que ambos eran alfas, Carlos Slim imponía bastante con su presencia.
Entonces, se le ocurrió algo bueno qué responder. —Estuve sacando unas valuaciones. Invertí en unos negocios y también escuché de algunos, ¿puedes creer que uno pedía 10 millones de pesos por el 5% de su empresa?—. Dijo aquello con tono de incredulidad, logrando asombrar al mayor y hacerle negar repetidas veces con la cabeza. —Y lo peor, no habían vendido nada y ya estaba valuando su empresa en 200 millones de pesos. Le dije: "definitivamente, yo estoy fuera".
—Sí, hiciste bien. Es un negocio que no tenía futuro, y solo te ibas a endeudar. —El mayor concordó con su yerno. —Bueno, es hora de irnos. —Carlos se levantó de la mesa y Arturo le siguió. Cada uno se fue en su propio coche a su respectiva empresa.
El día de Arturo pasó normal, no había muchas cosas interesantes en su empresa por hacer, salvo algunos problemas que surgieron pero que fueron rápidamente solucionados.
Así pasó el día hasta la hora de comer, no tenía planes y ni quería hacerlos. El tema de pensar en su primer amor le tenía... raro. Era un sentimiento indescriptible pensar qué fue de Rodrigo en todos esos años, aunque por ahí había escuchado que tenía una muy buena posición social y que se hacía cargo actualmente de Genomma Lab, aunque no le había visto aún en persona, ya que se concentraba mucho en su trabajo; también era difícil saber si ese era su primer amor o no. Después de su ruptura, había bloqueado muchos recuerdos relacionados a aquel hombre.
Metido en sus pensamientos, pensó que el tiempo pasó rápido del trayecto de su trabajo al restaurante más cercano, no le gustaba compartir mesa con un desconocido, se le hacía incómodo ya que no sabría exactamente de qué hablar. Para su mala suerte, ese restaurante lo hacía, ¿por qué no se había ido a Sanborns? Soltó un quejido pero al final terminó quedándose ahí.
Miró la carta con atención, había muchas cosas que le gustaban de ahí, así que optó por pedir algo bastante condimentado. Se percató tarde de que había un hombre sentado enfrente suyo, se le hacía muy familiar...
—Pediré esta ensalada de aquí. —Mostró lo que quería y el mesero se retiró con ambas órdenes. El desconocido hombre no quiso iniciar una conversación con Arturo.
—Tenía un... compañero, que siempre pedía ensalada. No le gustaba lo grasoso o lo condimentado.— Intentó sacar tema de conversación Arturo, el desconocido soltó una risa. —Rodrigo se llama, o se llamaba. Hace muchos años no sé de él.
—Un dato curioso. —El hombre desconocido sintió una conexión muy especial con Arturo. —Soy exactamentente igual a tu amigo Rodrigo. Y, ¿sabes qué es más curioso? Tenía un compañero llamado Arturo que gustaba de cosas bastante condimentadas.
—¿Ah sí? Curioso también, porque yo me llamo Arturo. —Ahora él soltó una risa, no caía en cuenta de la situación en la que estaba. Hasta que de repente, las cosas comenzaron a cuadrar. —¿Rodrigo?... ¿eres tú? — ¿Sería acaso el omega del que siempre estuvo enamorado? —¿Eres Rodrigo Herrera?
—Arturo Elías. —El menor de ambos contestó, sin mostrar alguna expresión de momento en su voz. —Tiempo sin verte. —Y en todo ese tiempo; no había podido olvidarlo.
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Artigo - Mi omega destinado.
RomanceUn día, Arturo le juró amor eterno a Rodrigo. Ahora, más de cuarenta años después, esos recuerdos vuelven a la mente de ambos, ¿será que ahora sí podrán estar juntos?