No es una garantía de que por ir a un lugar poco visitado a cierta hora de la noche alguien no te vaya a ver, y en algunos casos, reconocer.
Sí, en esa cafetería había dos clientes más a parte de los melosos Arturo y Rodrigo. Quizá en el momento ambos no prestaron atención a que había dos personas que ellos conocían bastante bien, pero claro, ¿quién presta atención a su entorno cuando estás con la persona que amas?
Y claro, Marcus Dantus y Carlos Bremer estaban más que impresionados de ver tal escena, tanto que incluso dejaron de comer para seguir escuchando y viendo aquella conversación.
Marcus Dantus regresó su mirada a Carlos Bremer, con una expresión de cierta incredulidad. —¿Tú esperabas algo así? —Preguntó mirándole. Recibió una negación por respuesta. —Después de tantos años, uno ya hasta casado y... verlos así de nuevo, realmente me hace sentir feliz por ellos.
Carlos solamente asintió ante eso último, unos segundos después, habló. —Sí, la verdad es que... ya han pasado tantos años y ver eso es sorprendente. Lo que sí me preocupa, es cómo piensan llevar su relación, ¿a escondidas?
—Eso es algo que no sé. Pero en todo caso, creo que deberíamos mostrar nuestro apoyo, ¿no? —Preguntó Marcus, tal vez les ayudaría a tener lugares secretos dónde pudieran encontrarse, o cosas por el estilo. —Uhm, quiero más flan, ¿tú qué opinas, Carlos?
—Sí, sí. Yo te apoyo, pero sí hay que decirles a esos dos que tengan más cuidado, nunca se sabe cuándo habrá uno de esos paparazzis* y van a revelar lo que saben a la prensa. —Por suerte, no había nadie más en ese lugar, cosa que le hizo sentir tranquilo. —¡Ah, pero por supuesto que sí! Pidamos más flan. —Y así, la noche también terminó para ambos hombres, quienes comieron de manera feliz su flan.
ESTÁS LEYENDO
Artigo - Mi omega destinado.
RomanceUn día, Arturo le juró amor eterno a Rodrigo. Ahora, más de cuarenta años después, esos recuerdos vuelven a la mente de ambos, ¿será que ahora sí podrán estar juntos?