Capítulo 6

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Arturo estaba mucho más que emocionado, incluso su suegro se alegraba en cierta manera por él, ya que había mucho más entusiasmo por parte de Arturo hacia muchas cosas, por no decir que se había vuelto más flexible. Un cambio notable y tal vez rápido pero que fue bien recibido ante todos, Arturo no tuvo problemas.

Aunque por la misma emoción, su día lo sintió lento. Contaba y contaba los minutos junto a los segundos para que diera la hora de ir a comer y reencontrarse con Rodrigo, ¿acaso había algo mucho mejor? Ni si quiera algunos problemas que usualmente lo malhumorarían lograron cambiarle el ánimo. Era más su emoción por reunirse con su amante que otra cosa.

Cuando llegó la hora deseada, fue el primero en salir y dirigirse a una ubicación que previamente Rodrigo le mandó para que se reunieran. Era una suerte que no había tráfico, así no llegaría tarde y evitaría un problema con el menor.

Al llegar al lugar, Rodrigo ya estaba esperándolo, parecía no decidirse entre lo que iba a pedir. Arturo pensó en sorprenderlo y le dio un abrazo por detrás, cosa que consiguió y también sentir el cuerpo ajeno temblar. Eso le había generado una sensación de ternura.

—¡Ay! —Fue la exclamación de susto y sorpresa al sentir el abrazo, pero no quiso separarse así que por unos minutos lo mantuvo así, hasta que gente comenzó a llegar y tuvieron que separarse. —Arturo, qué puntual. —Rio levemente y entonces esperó a que su acompañante se sentara para pasarle una de las cartas. —Eso me gusta mucho.

—Sí, me lo imaginé y por eso me apresuré a llegar, y fue bueno porque pude abrazarte. —Aquello le hizo sentir genial, aunque sabía que el aroma del omega iba a impregnarse en su ropa, pero su esposa en sí no estaba en desacuerdo con ello, después de todo, ambos estaban conscientes de que no se amaban y preferían llevar todo tranquilo. No tenía problema con que su ropa oliera a menta. —¿Ya ordenaste?

—No, aún no. —Nuevamente dirigió su mirada a la carta, indeciso. —Se me antoja esta ensalada, se ve que está bastante rica. —Procedió a mirar a su acompañante. —¿Y tú?, ¿qué vas a pedir?

—Este corte de carne de aquí, se ve muy rico. Tal vez lo acompañe con una cerveza. —Aunque al decir eso último, pudo ver una mueca de desagrado por parte de su amante. —O tal vez una botella de vino, y así podríamos compartirlo los dos. —Propuso, eso pareció gustarle al menor.

—Sí. Suena mejor, siendo así... —Procedió a pedir que alguien los atendiera y entonces mostró lo que ambos querían y aquel mesero procedió a llevarse las cartas. —Oh, antes de que se me olvide; Carlos me llamó en la mañana. Ayer nos vio muy amorosos en la cafetería, y Marcus estaba con él.

Arturo se sorprendió muchísimo, no había notado en ningún momento la presencia de aquellos dos en ese lugar, y vaya que era muy difícil no hacerlo. —Oh... qué sorpresa. —No supo qué decir al respecto. —No esperaba que alguien nos hubiera visto.

—No es un problema el hecho de que Carlos nos haya visto, él es un buen amigo. —Dijo Rodrigo, tratando de evitar que Arturo llegara a pensar mal, aunque era imposible porque Carlos nunca dio señas de ser mala persona.

—Eso sí. Me alegra que haya sido él quien nos viera y no uno de esos paparazzis*, pero no me molestaría que todos supieran que tú eres la persona que amo, ¿sabes? —Aquellas palabras dichas por Arturo hicieron que Rodrigo se ruborizara. —No me importa lo que tenga que pasar, si al final voy a estar contigo.

Aquello solo hizo suspirar un poco a Rodrigo, pensando en las probabilidades de que llegaran a estar juntos esta vez. —Quisiera que así fuera. Realmente me ilusionaría poder vivir feliz a tu lado.

—Te prometo que así va a ser. —Arturo se puso de pie y caminó hacia su amante. —Esta vez nada ni nadie nos va a separar. —Dicho esto, aprovechando que había una planta bloqueando la vista, procedió a darle un corto beso en los labios, duró poco ya que no querían ser vistos. —Es una promesa, Rodrigo.

Aquel beso significó mucho para el menor, le hizo pensar que realmente podía ser feliz con la persona que llevaba amando gran parte de su vida. —Te amo, Arturo. —Aquello era verdad, y no quería que Arturo se olvidara de eso.

—Y yo a ti, Rodrigo. —Aquel gesto fue hermoso, saber que a pesar del tiempo, los sentimientos seguían intactos era una satisfacción enorme. Ese momento se tuvo que cortar ya que la comida había llegado, y ambos procedieron a comer, no sin antes brindar con el vino.

( . . . )

Carlos Slim, disgustado de lo visto, se fue sin decir nada y sin llamar la atención.

|| ¡Hey! Es bonito leer que la historia está gustando. Bueno, quiero agradecer a todos los que la leen uwu) y pues, seguramente ya intuyen quién es nuestro villano jajaja. La historia comenzará a tornarse un poco intensa a partir de ahora. No le vayan a tirar hate a este señor llamado Carlos Slim, porfis(?) uso su internet 😔👊 ||

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