47. Tensión en el ambiente

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Capítulo 47
«Ya no es dolor. Es mucho peor. Es resignación, es indiferencia. La más absoluta falta de sentimientos

El día estaba gris, para variar. Me dolía muchísimo el estómago, y el dolor de cabeza no se quedaba atrás. Los Denali seguían aquí, ya que les había dado un ataque de compasión y estaban preocupados por mi. Así que la situación no cambiaba mucho.

Carlisle me visitaba varias veces durante la mañana, y nunca me dejaban sola. Cuando el reloj marcó las dos de la tarde y estaba pasando el rato con Alice, Esme me llamó para comer. El tiempo aquí pasaba de forma diferente.

- Necesitas ayuda? -dijo Alice preocupada cuando vio que me ponía en pie.

- No, es mejor así. Sino nunca me voy a curar -dije plantando el pie y descansando todo mi peso allí.

Tuve que cerrar los ojos un momento y apretar la mandíbula para aguantar el dolor que me penetraba los músculos del abdomen. Joder... me contenía en mi mente. Nunca me imaginé que pensar pudiera ser tan doloroso.

- Estas bie...? -empezó a decir y asentí abriendo los ojos.- Te he traído ropa.

Deja sobre la cama un montón de ropa oscura, mis capas lavadas y encima de todo el colgante en forma de estrella de David que me había dado Cayo. Ya ni siquiera me acordaba de él. Hace dos días que desperté y el dolor de cabeza a aumentado mucho, tanto que incluso pensar duele. No se que me ha pasado en el abdomen, pero no hay que tener demasiada imaginación. Pero eso no es lo peor de todo.

No hay ni rastro de mis dones. Ni escudo, ni espejo. Nada. Estoy vacía por dentro y sola por fuera. Y eso me asusta. Mucho.

Me pongo unos pantalones negros, las botas y una camiseta gris oscura -hay costumbres que no se olvidan. Meto en el bolsillo izquierdo el colgante de modo que la estrella queda fuera a la vista, brillante. Noto frío, mucho frío. Tanto que me recuerda a una de las pocas veces que he tenido tanto, en el bosque huyendo de los Vulturi.

FREDRICH. Caigo en la cuenta. Que ha sido de él? Espera. Cuánto tiempo he estado en coma?

- Mes y medio -escucho una voz baja y grave desde la puerta. Edward se encuentra con rostro sin vida apoyado en el umbral.- Esme ha cocinado, deberías comer.

Y se marcha, porque sabe que le odio. No es justo. Parece como si deseara que me fuera. Es él el que me ha matado.
Pero Esme tiene razón, y debería comer. Aunque sea lo último que quiera hacer en esos momentos.

Mes y medio. Eso es mucho tiempo, sobre todo para un fugitivo seguido por los Vulturi. Pero no temo, porque se que le irá bien. Al fin y al cabo... Yo le entrené.

Sentada en la isla de la cocina americana, prácticamente frente en el salón, me meto en la boca algo con aspecto de huevos revueltos. Lo mastico con repulsión y al momento me da una arcada. Automáticamente Alice, o Esme, o Carlisle... A saber quien era; aparece a mi lado y me pone una mano en el hombro para asegurarse de que estoy bien. ¿Cuándo va a acabar aquello? Y como siempre, vuelvo a asegurar que estoy bien y todo pasa.

Noto una mirada permanente en mi y no necesito mis dones para saber quien es. Descarto a Edward, el ni siquiera es capaz de mirarme a los ojos. Vuelvo la cara hacia la derecha, donde hay unos ventanales que dan al exterior, y aprecio la nieve esponjosa que cubre el suelo. Cuándo termino mi plato lo más rápido que puedo interrumpo la charla Cullen-Denali.

- Me apetece salir un rato -digo inocentemente, ya que se que siquiera puedo caminar.

- ¿Te acompaño? -se pone en pie Alice emocionada, como no era de extrañar.

Eres extraña (Edward y Bella)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora