En mayo comenzó la preparación en el instituto. Asistía lunes, miércoles y viernes porla tarde; dejé definitivamente rugby, y empecé a viajar solo y a disponer de más tiempopara mí.
Mis padres, en especial mi padre, se deshicieron en recomendaciones. Si bien yasoñaban con mi egreso triunfal del Nacional Buenos Aires, y yo aún no había ingresado,por otro lado no les gustaba nada esa libertad que tendría, ni la posibilidad de queanduviera por la calle. Al principio querían ir a buscarme a la salida, pero mi madreestaba haciendo uno de sus innumerables cursos, aquel era de pintura sobre madera, ypara mi padre representaba perder alrededor de dos horas (sagradas) de su trabajo.Cuando se dieron cuenta que no había otro remedio, accedieron a dejarme viajar solo.
Lo que yo quería era alejarme lo más posible de San Isidro, evitar la posibilidad decruzarme con Mariano y que éste me ignorara.
Para mí el instituto fue un enorme descubrimiento, el primero de todos los que vendríandespués. El hecho de encontrarme con tantos chicos de mi edad de distintos sectoressociales, que vivían en distintos barrios, esa cosa en definitiva tan insignificante paracualquier otro chico, me maravillaba. No teníamos mucho tiempo para charlar, lasclases eran bastante exigentes, aunque a mí, ya fue dicho, me gustaba estudiar y no tuvemayores problemas, no me sobraba el tiempo para relacionarme con los demás. Igual,disfrutaba mucho sabiendo que estaba rodeado de desconocidos.
Pensándolo ahora, veo que era más mi temor al desengaño, luego de lo que habíapasado con Mariano, que otra cosa. Si no trabé amistad con ninguno de los demás nofue por falta de tiempo, sino por miedo.
***
El veintiuno de julio, al comienzo del invierno, Ezequiel tuvo la primera crisis, de todaslas que tuvo durante su enfermedad.
Enfermó de neumonía, estuvo bastante delicado, diez días de internación de los quesalió con la prescripción médica de tomar AZT y sin trabajo.
Ezequiel trabajaba en un estudio de diseño gráfico desde hacía dos años. En el momentode la internación, en su trabajo se enteraron de su enfermedad y lo echaron.Argumentaron razones presupuestarias, Ezequiel no les creyó; después de la experienciacon Mariano yo tampoco.
Unos días después de la salida de la clínica de Ezequiel, vino la abuela a casa a charlarcon mi padre. La abuela quería que papá se llevara a Ezequiel a trabajar a su oficina. Mipadre sostenía que no era necesario que Ezequiel trabajara, que podría venir a vivir acasa como antes y sin rencores; y por otra parte sostenía que era lógico que se quedarasin trabajo, que él como empleador tampoco tomaría riesgos si un empleado suyotuviera SIDA, hay que pensar en los demás, decía.
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Los ojos del perro siberiano
Teen FictionNos quedamos un rato en silencio, envuelto en el perfume de las hierbas. Hasta que le pregunté. -¿Por qué nunca hablamos de Ezequiel? Apoyo las cosas en el piso con mucha calma. Estiró su mano como para acariciarme. Me miró. Bajó la vista y dijo en...