Ya amaneció, pasé toda la noche en vela.
Acaba de venir mi madre para avisarme que ya están listos para ir al aeropuerto.
Recién terminé de afinar el chelo por última vez, nunca aprendí a tocarlo, ni lo intenté.Pero, tanto en tanto, lo saco de su estuche, lo limpio y lo afino.
Mi padre me grita que vamos a perder el vuelo. No importa, hay tiempo. Él es de losque llegan, por las dudas, dos horas antes del embarque al aeropuerto.
Natalia va a estar en Ezeiza para despedirme. Irá a verme en dos meses. Nada megustaría más.
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Los ojos del perro siberiano
Novela JuvenilNos quedamos un rato en silencio, envuelto en el perfume de las hierbas. Hasta que le pregunté. -¿Por qué nunca hablamos de Ezequiel? Apoyo las cosas en el piso con mucha calma. Estiró su mano como para acariciarme. Me miró. Bajó la vista y dijo en...