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Tres y media de la mañana y el grupo de latinos recién estaban volviendo a su habitación.
A la cabeza iban el casi matrimonio de Chile y Argentina, discutiendo para variar sobre temas completamente intrascendentes.

—A ver, dame argumentos de porqué Bad bunny es el mejor reggaetonero.—Dijo el chileno.
—Pues sus canciones son buenísimas.—Dijo el argentino.
—Argumentos te dije.—Agregó Chile irritado.
—Está bien.—Dijo Argentina.—Sacó una canción a favor de la comunidad.
—¿A qué te refieres con eso?—Dijo el chileno confundido.
—¡Salía vestido de mujer!—Dijo el argentino.
—¿Y eso qué?—Cuestionó Chile.
—Pues eso es una señal de apoyo.—Dijo Argentina.
—O...puede ser una estrategia de marketing.—Dijo el chileno.
—¡Obvio que no!—Dijo el argentino.
—Si podría ser.—Dijo Chile.
—¡Él no sería capaz de eso!—Dijo Argentina.
—¿Porqué hablas de él como si lo conocieras?—Preguntó el chileno confundido.

Detrás de estos dos, ignorando por completo sus voces venía Perú, perdido en su mente. Había pasado una gran noche con Usa, realmente solo habían hablado, pero por alguna razón en ningún momento sintió aburrimiento por lo que decía el estadounidense, además que se sentía escuchado por él.
Por parte se sentía culpable de que le cayera bien, debido a todas las cosas que les había hecho a uno de sus amigos y por otra quería seguir conociéndolo. Tal vez era parte de su naturaleza, el querer saber las dos versiones de la historia.

Mucho más atrás estaba el mexicano acompañado del ruso. Después del discurso que había hecho el más alto no se habían separado en ningún momento de la noche, además, el euro asiático quería compensarle el haberle ignorado casi todo un día. En su opinión y viendo en retrospectiva, fue una movida injustificada. Así fue como caminaron de la mano todo el trayecto a aquella habitación, mirándose de vez en cuando sin poder evitar sonreír al hacerlo.
Cuando finalmente llegaron a esta, los tres latinos que iban a la cabeza entraron en la habitación, estaban más que cansados así que solo pensaban en dormir por lo que no se dieron cuenta que uno de ellos no entró a la habitación.
México y Rusia permanecieron un momento en el pasillo, uno en frente del otro y mirándose a los ojos. El más bajo no podía quitar la sonrisa de su rostro en cambio el otro estaba más bien pensativo, pero eso al mexicano no le molestaba, su novio se veía bien con cualquier expresión.

—¿Serías capaz de perdonarme por lo que hice?—Preguntó Rusia.
—Wey, ya te perdoné hace rato.—Respondió México riendo.
—Es que no estuvo bien..—Dijo el ruso serio.
—Eso es cierto, pero tu discurso me encantó.—Dijo el mexicano con una linda sonrisa.
—¿En serio?—Dijo el euro asiático.
—Si.—Afirmó el latino.—Fue muy valiente.

El más alto sonrió ante aquellas palabras, tal vez no eran la gran cosa pero para él significaba mucho viniendo del pequeño.

—Y también fue muy sexy.—Dijo México sonriendo de manera pícara.

Rusia suspiró sin borrar su sonrisa, estaba completamente fascinado por el otro. Sin quitar aquel semblante de su rostro se acercó al más bajo y lo besó. Este no tardó en corresponder a aquel beso, solían besarse todo el tiempo pero aquel beso fue tan intenso como si fuera el último o el primero.
El mexicano se moría de ganas por hacerlo con el otro, pero eso podía esperar, por lo menos esa noche, sabía que era un tema bastante importante para una pareja y para él en particular pero no era lo único. Ya habrían más oportunidades de hablar con el euro asiático sobre el tema.
Al separarse, el más bajo acarició suavemente la mejilla del otro.

—Buenas noches.—Dijo México dulcemente.

El más alto volvió a sonreír de manera encantadora.

—Buenas noches para ti también.—Dijo Rusia.

Ambos se miraron por un par de segundos más antes de que el mexicano se girara y entrara a su habitación. Por alguna razón, algo le hacía pensar que las cosas iban a mejorar desde ese punto.











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