•• 13 ••

3.6K 282 410
                                    







—Ehhh.......no mames..—Dijo el mexicano enojado.
—No se preocupen, pueden quedarse en la cabaña de la familia de mi hijo, ellos solo la usan durante navidad.—Dijo la anciana.
—¿No hay otra opción que no involucre quedarse en este bosque?—Preguntó Perú.
—Lo siento pequeño, la grúas solo pueden venir mañana por la mañana, aparte van a tardarse mínimo un día en traer los dos autos como nuevos.— Explicó la mujer.
—Puta la wea...—Dijo Chile.
— ¿Si quiera cabemos todos en esa cabañita? —Preguntó Argentina.
—¿Dije Cabaña?, más bien es una enorme casa, así que la respuesta es si, caben todos.—Dijo la vieja.
—Supongo que no tenemos otra opción...—Dijo Rusia.

Dicho esto, la anciana llevó a todos a aquella casa, la cuál estaba bastante cerca del restaurante. Después de hacerles un pequeño tour al interior de esta, la mujer abandonó el lugar. De inmediato todos se dividieron en las diversas habitaciones, Rusia y sus dos amigos se fueron a una que tenía tres camas, Chile y Argentina prácticamente sin decir nada se fueron a otra de dos camas estando Perú y México obligados a compartir la habitación matrimonial.
Claramente al mexicano le hubiera encantado compartir aquella habitación con el euro asiático, pero eso sería algo muy sospechoso para los demás.

De todas maneras, eso no lo detuvo de escabullirse a la habitación de su amado alrededor de las tres de la mañana, cuando su amigo ya se había dormido.
Al entrar a esa habitación, provocó un pequeño chirrido en el suelo de madera, despertando de inmediato al ruso.
Este al ver al pequeño latino supo de inmediato lo que este quería, le dedicó una cálida sonrisa y lo invitó con señas a que se acostara a su lado.
El mexicano no tardó en obedecer y a penas estuvo totalmente recostado sobre aquella cama abrazó fuertemente el abdomen del más alto, embriagándose de su olor.

—Parece que te cuesta mucho estar sin mí.—Dijo Rusia.
—¿Y acaso a ti no te cuesta?—Preguntó México.

El ruso agarró el rostro del más bajo entre sus manos y besó sus labios con dulzura.

—¿Quedó clara mi respuesta?—Preguntó el ruso.
— Mmm la verdad es que no, creo que debes ser un poco más claro.—Respondió el mexicano.

Ambos sonrieron mutuamente con cierto toque de picardía y casi de manera inmediata juntaron sus bocas en un apasionado beso de ritmo acelerado , sin duda una mezcla perfecta entre el afecto que ambos se tenían y el deseo que generaban. Era normal que se besaran con tanta desesperación, ambos pensaron que iban a morir ese mismo día, demostrándoles una vez más que la vida era corta y que había que aprovecharla al máximo, especialmente con los que más quieres.
Ambos hubieran permanecido sumergidos en aquel "contacto" de no ser que ambos se dieron cuenta de que uno de los amigos de Rusia, ya sea China o Siria u ambos, se habían cambiado de posición para dormir, como una forma de conciliar el sueño. Los dos enamorados separaron sus rostros algo sobresaltados debido a esto y acto seguido se miraron con cierto desgano.

—Mañana podemos continuar.—El euro asiático le susurró al oído al más bajo.

Este asintió con una leve sonrisa en la oscuridad y casi de inmediato se recostó sobre el pecho del más alto, este por su parte no pudo hacer nada más que corresponder a aquella muestra de afecto, abrazando con dulzura la espalda del pequeño latino, acariciandola de pasada.
No podían hablar, pero ambos podían leer los pensamientos del otro en tan solo una mirada, la cuál decía "Buenas noches".
Los dos se besaron rápidamente antes de caer dormidos juntos. Si no fuera por la incómoda situación o por la extraña cabaña en la que se encontraban, sería una típica cita para ambos.

En otra habitación, había un dormido Argentina, el cuál en sus sueños repetía ese momento tan inesperado que había vivido ese día, el "beso" con Chile, el cuál para él había sido el equivalente de tocar el cielo, obviamente no había sido la gran cosa, pero el simple contacto de sus labios había sido capaz de provocarle un millón de sensaciones nuevas, era obvio que realmente le gustaba el chileno y el hecho de que esté hubiera actuado de esa manera para salvarle la vida le aceleraba el corazón al argentino. "Chile se preocupa por mí", pensó.

CodiciosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora