Solo dos líneas del Valknut marcaban la piel de Freya, dos líneas que Aida dibujó en su rostro con la sangre de la liebre que sacrificó en honor a los Dioses la mismísima mañana de la batalla. Erik repitió el gesto. Muy a su pesar, Freya también lo hizo.
- Sonríe pequeña- Dijo su padre- Si todo falla, nos veremos nuevamente en el Valhalla.
- Donde volveremos a pelear- Completó la frase la muchacha- Y cenaremos con los Dioses.
Si bien su padre estaba encantado con sus palabras, Aida sabía que había detrás de ellas miedo. A Freya no le encantaba la idea de morir, pues por más que el Valhalla suene prometedor, hubiera preferido permanecer allí en Morke con sus seres queridos o al menos volver a su tiempo y saber que ellos permanecerán vivos en el suyo.
Vivos.
Los quería vivos.
- Eres una excelente guerrera- Dijo Aida presionando su brazo en el hombro de su nieta y dedicándole una sonrisa- Y estoy tremendamente orgullosa de tí. Pase lo que pase.
Con eso dicho, Freya observó a su abuela y a su padre dirigirse al campo de batalla, con sus ropas de cuero, enormes escudos de madera y sus afiladas armas, Aida con su espada y Erik con su lanza. Ella por su lado, al igual que los arqueros y todos los demás que empuñaban y lanzaban hachas, se habían escondido a los lados del gran claro, internados en las oscuridades del bosque, aguardando la orden del jefe para atacar.
El jefe, quien al ver a Aida enseguida le preguntó por su nieta para dedicarle la más hermosa y devastadora de las sonrisas.
Freya jamás lo había visto así, con ese andar de guerrero, tan estoico y peligroso, tan letal, tan lejano de su apodo "Gustav el calmo". Distraídamente acarició el anillo que el muchacho le había obsequiado tiempo atrás y sin ser completamente consciente de lo que hacía, Freya cerró los ojos y le pidió a los Dioses que la habían traído hacia ese lugar remoto en el tiempo, que por favor cuidaran a sus seres queridos.
- Pueblo de Morke- Habló el muchacho atrayendo la atención de todos- Ha llegado el momento de defender nuestro hogar, demuestren de lo que están hechos, ¡Por mí! ¡Por Freya! ¡Luchen con valentía pues los Dioses nos están observando!
A su lado, el Rey Arne soltó un grito de júbilo y pronto todos estallaron en gritos y vitoreos también, incluyendo a la mismísima Freya. En ese momento, por un breve instante, realmente sintió como si los Dioses la estuvieran observando con atención, y debía demostrarse valiente.
Pero los gritos cesaron cuando en la lejanía se hizo presente el gran grupo de guerreros que lucharía en pos de Sten, quien llevaba colgando de sus hombros un espeso abrigo de oso y un hacha tan enorme en sus manos que Freya imaginó que podría cortar a cualquier persona en dos partes de un solo golpe.
El aire se espesó y las personas que rodeaban a la muchacha prepararon sus arcos y flechas.
"Pase lo que pase, no importa que tan cerca esté Sten, debes quedarte en tu puesto" Le había dicho Gustav la noche anterior cuando se escabulló de sus obligaciones para visitarla.
Y si bien Freya había prometido quedarse quieta, estar allí, viendo como la horda de Vikingos que seguía a Sten se acercaba gritando hacia su abuela, su padre y el gran amor de su vida, le costó la vida misma mantenerse al margen. Y el jefe de Morke, conociéndola tan bien como lo hacía, le dirigió la mirada pues sabía exactamente los pensamientos que cruzaban por la cabeza de la muchacha.
Negando con la cabeza, Gustav alzó el brazo en el que empuñaba su espada antes de gritar.
- ¡Ahora!- Y una lluvia de flechas cayeron sobre el ejército de Sten, asesinando a varios pero no a los necesarios como para bajar aquel espíritu asesino que los poseía, incluso si fuera posible, las bajas en sus filas sólo logró enfurecerlos más aún- ¡Peleen!
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Warrior (Terminada)
RomanceFreya Dahl ha tenido que valerse siempre por sí misma, con un padre fallecido y una madre alchólica, nadie le enseñó jamas como hacer las cosas, empujándola a una vida de rencor y tristeza sin fin, no tiene amigos, no tiene novio, no tiene familia...