HAZEL Y CHA-CHA

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He de suponer que la vida tiene consciencia propia, que se la pasa creando una serie de ideas, generando planes, poniendo piedras en el paso con la única finalidad de entretenerse, burlarse de  la magnitud que un objeto pudiese tener; no le encuentro sentido a lo cometido en los últimos años en mi vida, pero tampoco puedo detenerme cada que ocurre algo, me siento obligado a no parar, dando presión en mi cuello, manos sigilosas aprietan poco a poco, quitándome ganas de respirar, dedos helados que inhiben nuestra circulación; una carrera pronta con anunciada persecución.

Ridley estaba a centímetros de mi, sentada, perdida en la ventana del copiloto, en caminada a conseguir dos mascaras para ir tras nuestro plan.

Yo desconocía por completo la verdadera razón por la que iba tras el caso, nadie en su sano juicio continuaría, solo quien anteriormente se le privara de raciocinio, de paz mental, cuya vida le fuera arrebatada la infancia, pareja, lo que fuera; debía existir una minúscula razón; lo único que sabía es que había nacido en otra nación, pero, ¿qué te hace querer escapar?, ¿sobreponer el trabajo a la vida personal?.

Si, ella también debía haber pasado algo, yo sabía de ese sentir, que la garganta duela de tragar emociones, que los pulgares se queden cortos para escribir o plasmar pasares, que las piernas pesen sin tener costales; algo habitaba en su mirada, ocultaba o negaba en lo profundo de su "emoción", buscaba opacar algo, ¿temor?, ¿decepción?, ¿algún amor?; tenía que ser gigante por el caos en su mundo.

No paraba de idear toda clase de teorías por ella, la forma de evadir la penosa situación del beso por inquietudes laborales, por "justificaciones morales", no convencía mi ser del todo.

Sabía tenía que centrarme, pero todo el recorrido en el vehículo estuve soñando despierto, perdido en meros recuerdos, analizando y repasando comentarios previos, tratando de ver entre las misteriosas líneas de sus palabras.

-Voy a bajar un momento, iré por unas máscaras y nos vamos directo a la casa sacerdotal para entrevistarlos a la fuerza.- tomando de la perilla con intención de salir.- no tardaré.

-No hay cuidado, estaré quieto.

El plan era divertido, usaríamos la noche de brujas a nuestro favor, sabíamos no habría protección necesaria frente a la iglesia, que cientos de personas merodearían la ciudad disfrazadas; hoy era una de esas noches donde hay tantos reportes de niños desaparecidos, que por unas horas "Doborjan" no existiría, claro, a menos de que este se robara la atención con el protagonismo que le caracteriza.

Estaba ya tan nublado en aquella imaginación, que sin notarlo, la luz del día se había opacado y la presencia de ella.

-Encontré estas dos, van a ser perfectas.- sacando de la bolsa de papel café aquellas máscaras.- ¿los conoces?.

-No tengo noción de ellos...

-Bueno, tu serás Hazel y yo Cha-Cha.- tomando mi máscara apartándola a mi sitio.- son asesinos, es de una novela gráfica, bueno, en ella son dos varones, pero en la serie son compañeros de trabajo.- respondiéndose si misma.

-¿Eso no haría más obvia nuestra participación?.- replicándole con sarcasmo.

-No me importaría ir a la cárcel un rato...

Nos pusimos en papel, solo faltarían usar los trajes, pero sería rápido el trayecto a su departamento y al mío para cambiarnos.

Cuando el momento había llegado, nuestros corazones rompían en silencio, el ritmo cardiaco estaba tan alto, que el Fitbit que usaba me estaba alertando.

Estábamos estacionados entre unos arbustos; aún cuando el barrio era pesado, en pleno Halloween aterraba, no sabías si el de la esquina era un dealer o un adolescente, pero no podíamos detenernos más.

En los huesosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora