3. Juramento

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             —Es por aquí —dice Sasuke-kun. Retrocedo unos pasos de la cercanía.

—Sí.

Paso por un umbral carente de puerta, al menos en el interior está más iluminado. Me dispuse a secar mis lágrimas con disimulo, sin embargo, se reproducía en mi mente una y otra vez su mirada gélida y me daban más ganas de llorar; pero las retuve, con mucha fuerza de voluntad, sí, pero lo hice.

Como mis ojos están acostumbrados a la densa oscuridad de afuera, puedo vislumbrar con mayor facilidad lo que tiene la pequeña pieza: un estante de mínima proporción situado en la esquina más lejana y un catre pegado a la pared.

Sasuke-kun se sienta en el catre respirando forzoso, es como si un enorme peso cayese encima de sus hombros, denotando el inmenso cansancio que supongo debe de sentir. Mira hacia la nada ignorando mi presencia.

—Esto... —llamo su atención, él voltea a verme —. ¿Necesitas que... te cure algo?

No dice nada por un rato.

Luego asiente señalando una caja —de la cual no me había percatado — situada al final del catre.

Su voz ronca invade la habitación —: Allí hay utensilios médicos —asentí caminando en dirección de la caja. Transcurre un momento y me llama—: ¿Sakura?

— ¿Si? —curiosa miro su rostro.

Sasuke-kun separa los labios haciendo amago en preguntar algo. Luego los cierra casi al instante.

—Nada.

Me pica la intriga con unas inmensas ganas de insistir para que hable. ¿Qué querrá preguntarme?

—Puedes... —decirme». Dejé la palabra al aire. Supe que no era una buena idea hostigarlo.

Aparto entonces la mirada y busco en el cajón; en el fondo observo muchos frascos, los reconocí todos: antibióticos, sanación de enfermedades fútiles —fiebre, mialgia, cefalea —, fármacos fuertes —drogas —... etc. Por ahora sólo necesito curación sencilla de heridas abiertas —cortes, rasguños —, así que tomo agua oxigenada, algodón, alcohol y algunas vendas. Si tengo suerte no será siquiera necesario usar mi chakra.

Al voltearme Sasuke-kun ya se había quitado la camisa. Abro mis ojos con impresión y un violento ardor me inunda el rostro de forma repentina, una acción imprevista, al igual que la de mi corazón, latiendo ahora desbocado en mi pecho. Me siento un poco descolocada y acalorada. Es decir, no es para tanto, no es como que nunca haya visto a un hombre sin camisa, soy médico, he atendido a innumerables personas en distintas condiciones y el vestir no es realmente importante cuando quieres salvar una vida; sin embargo hay una garrafal diferencia entre verle el torso a cualquiera y vérselo a él. Al menos para mí.

Es como si todas mis fantasías se hiciesen realidad. Él ahora es una imagen clara, real y palpable. ¡Está frente a mí! Sus ojos inescrutables, sus labios tentadores, su cuerpo fascinante... quisiera correr y besarlo para comprender al fin por qué no puedo olvidarlo. Quizás si lo hago se quiten por fin estas ansias, esta curiosidad de tener por un segundo lo que siempre quise ¿será esto una obsesión? ¿Querer que sea mío...?

Ya Sakura, cálmate. Deberías controlar esas hormonas de puberta de diecisiete años. Respira, respira, solo concéntrate en atenderlo. Sabes cómo proceder.

— ¿Sasuke-kun? —Vuelvo a sonrojarme cuando me mira— ¿Tienes alguna herida grave en particular?

—No —responde tajante.

Lo que nunca ocurrió.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora