13. Jugadas

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3 años después...

La luz del sol es suave y en el aire se siente el tenue aroma del florecer de los cerezos que anuncian la inevitable llegada de una primavera de realidades vacías, recuerdos nostálgicos y odios revividos. Ese aire primaveral también es un comienzo, o quizás podría ser un final, si solo el arrepentimiento sirviera de algo ahora que ya nunca habrá una vuelta atrás. El piso es liso y de mármol, las paredes de un gris pálido y algunas grietas que dan la sensación de que son alguna especie de ruinas, hay ahí una enorme ventana que gracias a la altura de la torre muestra todo el panorama de la nueva Konoha: sus casas, los laberintos de calles y avenidas, la gente caminando... caminan como si la paz fuese tan fácil de mantener en pie, como si de verdad procurar la paz acarreara paz.

Más allá, a la derecha, se extiende un largo pasillo que da de frente con unas puertas de madera que conducen a un salón. En el centro de aquel salón está la larga mesa en donde se hallan reunidos los señores feudales sentados en las altas sillas con sus vestimentas extrañas, con el agite constante de sus abanicos aunque no tengan calor y con el rumor de una petulancia marcada en sus rasgos, la indiferencia en sus ojos. Todos comparten esporádicas miradas conforme también observan la hoja de papel que se extiende frente a cada uno con unos arreglos que deben firmar. Uno de ellos niega con la cabeza y se atreve a decir a sus homólogos.

—Nunca me agradó esta idea de cederle tanto terreno.

—Ni a mí —consiente otro—. Ni siquiera debimos aceptar el trato del sur.

Después de eso la sala queda en silencio. Todos los hombres se miran entre sí y asienten en un tácito acuerdo de complicidad dando a entender que la fuerza no siempre es el camino para conseguirlo todo; se necesita algo más, el poder de controlar las masas no es algo que se pueda obtener fácilmente. El papel frente a sí es el motivo de la reunión: posee cláusulas que no les son satisfactorias a ninguno. La indignación se apodera de ellos, el orgullo pisoteado de varios hombres poderosos...

—Pero esta vez sí que se pasó de la raya...

La puerta de la sala se abre con un leve chirrido y más luz entra en la estancia al igual que los pasos lentos y silenciosos de dos caballeros cuyas determinaciones fuertes han sido el hallazgo de una paz forzada y el cada vez más grande deseo de poder; así piensan los señores feudales refiriéndose específicamente del primer hombre: alto de cabellos oscuros, nívea piel, rasgos suaves y semblante impávido pero que destila una sutil expresión de culpa que el paso de los años y los arrepentimientos no olvidados ha formado; atrás de él está el otro hombre: de cabellos blancos y socarrones ojos violetas, toda su expresión podría describirse como una simple mofa o un sarcasmo.

—Uchiha Sasuke ¿Qué pretendías con este tratado?

El aludido no cambia su expresión conforme toma asiento en la punta de aquella mesa.

—Aunque no me interesan los poderes políticos —explica Sasuke—. Hace mucho que todos ustedes perdieron fuerza militar y dado que la mayoría no respeta algunas restricciones, escribí este nuevo tratado pretendiendo el mejor acuerdo para todos.

Los demás hombres en la mesa se tensan y tratan de reprimir su furor al recordar lo que él llama mejor acuerdo para todos. Aunque su argumento es cierto. Desde que las cinco más poderosas aldeas ninjas quedaron bajo su poder, los señores feudales dueños de las grandes industrias, el poder político como tal, quedó en una ostensible desprotección dados los cambios, sin embargo esto no quita que gracias a ellos la economía mundial se ha mantenido considerablemente estable. Y eso no es cualquier cosa.

Lo que nunca ocurrió.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora