1. Decisión

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            Y allí estuve yo, diciendo de nuevo que le amaba. Soltando palabras que retuve en mi corazón durante años. Yo solo quería que me tomara en cuenta. Que entendiese que en realidad yo lo amaba con todas mis fuerzas. Pero eso a él no le importó. Ni siquiera le interesó comprenderlo. Ahí se hallaba, nuevamente lanzándose a la oscuridad. Ni mis palabras, ni mis gritos, ni mis sentimientos sirvieron de nada. Fueron inútiles. Fui inútil otra vez... 

            Yo solo quería una mirada. Que sus ojos me dijesen que mi amor era inútil, para poder rendirme de una buena vez. Yo solo quería una última mirada. Y esa mirada llegó, junto con unas palabras mordaces.

            —Sigues siendo una molestia.

            Comprendí que no estaba preparada para obtener esa mirada. Que quizás no lo estaría nunca. Porque al verlo a los ojos pude concebir la profundidad de su maldad.

            Una imagen bizarra. Nunca imaginé que moriría con el dolor de ser atravesada, rota, por su brazo en mi pecho. Dolor, sangre, y lágrimas que no salen. Con esa última mirada de sus ojos satisfechos. Sentir como el hombre que durante toda mi vida había amado estuvo dispuesto a asesinarme sin dudar. Aunque él y yo no éramos muy diferentes.

            Yo también decidí aquel día asesinarlo.

            — ¡Sasuke-kun! —grito con fuerza al percatarme de su silueta al otro lado del puente, que yace destruido y dividido en dos partes, una de las cuales, en donde estoy.

            —Sakura —profiere mi nombre cauto al reparar en mí.

            A lo lejos se ve andrajoso, seguramente por una batalla, y a su lado —tirado en el suelo— hay una persona con aspecto moribundo.

             Así como terminará él cuando le mate a traición.

            Salto para ir donde se encuentra y al llegar lo puedo escudriñar a detalle: su ropa está hecha jirones en varios lugares, su piel nívea es marcada con las típicas magulladuras de un combate, y en su ojo izquierdo pude notar el rastro del brotar de la sangre. El lugar está devastado, aquel puente es roto y comido por la mitad evidenciando la destrucción.

             ¿Todo aquello lo causó Sasuke-kun?

            También la observé. La persona a su lado es una chica, contemporánea a nuestra edad. Su pelo, desbordado por el suelo, es de un rojo intenso y usa unos lentes. Sus ojos —del mismo tono carmín— mantuvieron un escrutinio sobre mí.

          ¿Quién es?

            Miré de nuevo a Sasuke-kun. No es semejante en lo más mínimo a la última vez que le vi, mucho menos a la imagen que tenía cuando era niño. Pude atisbar en él cautela y sospecha, pero existe algo más, su mirada es distante pero no es fría —como la última vez— esta posee un ápice sádico, descontrolado. Y ese cínico descontrol en su mirada hace estremecer algo en mi interior; un miedo y un sentir de preocupación. Intento mitigar aquella sensación de mi pecho ya nada de eso sirve de nada...

          Nunca más tendré que preocuparme por su mirada, a fin de cuentas haré desvanecerse el brillo de sus ojos. Quizá me mortifique el resto de mi miserable existencia presenciar el momento en que su mirada abandone el resplandor de la vida, o tal vez podría intentar sustituirla por aquella mirada —de la cual no sé qué pensar o cómo describirla— que exponía cuando éramos niños, ese casi imperceptible sentimiento de que su equipo ocasionaba en él una sensación reconfortante y familiar... no lo sé, sencillamente me hacía enternecer, esa tan linda mirada que furtivamente le enviaba a su tácito mejor amigo, Naruto.

Lo que nunca ocurrió.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora