4. Insolencia

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     Se despertó de golpe y por inercia intentó continuar con su descanso, en un vago intento de no darle la bienvenida a este nuevo día. Cerraba los ojos consecutivamente sin caer en cuenta de cuándo los abría en realidad, por no observar nada. Así transcurrió un buen rato hasta que cualquier rastro de somnolencia se esfumó por completo, no obstante, sus ganas de seguir acostado no se disiparon en ningún momento, de forma que inevitablemente predispuso su tiempo para pensar.

     Abrió de nuevo sus ojos observando el techo, todo se veía más oscuro de lo usual y le era difícil enfocar el cielo raso hecho de piedra oscura, alzó su mano situándola frente a su rostro y solo logró vislumbrar una particular forma pálida y difuminada aparecer en su campo visual. Pestañeó varias veces considerando como obvia razón el antaño letargo, aunque muy en el fondo se temía lo peor...

     Y a pesar de todas las veces que intentó con desespero eliminar esa neblina en sus ojos, no pudo hacerlo.

     —No puede ser...

     Su respiración se aceleró sin poder evitarlo y su corazón latía frenético en su pecho.

     «Me quedaré ciego»

     Aquel pensamiento que atacó su mente hizo que Sasuke se incorporara de golpe, pisando en el brusco movimiento con su otra mano algo, o a alguien...

     El gemido femenino lo hizo descolocarse... ¿Gemido femenino?, situó su vista —o lo que quedaba de ella— en el sitio de dónde provino el sonido y logró apenas ver lo que al parecer, por su delgadez y complexión, era el cuerpo de una chica, pero no era cualquier chica, porque luego de fijarse bien, a pesar de su ceguera, una peculiar mota rosada que obviamente era su cabello la identificaba sin lugar a duda. De hecho, al percatarse más, toda ella parecía un manchurrón rosa acostado a su diestra.

     — ¿Sakura? —musitó con incredulidad. Paulatinamente los recuerdos del día anterior invadieron su mente, orientándole. 

     Ella seguía dormida a pesar de que el Uchiha le siguiera aplastando el hombro con su mano. Sasuke la dejó de estrujar poco después sin apartar sus ojos de ella al tratar de enfocar más detalles. Una extraña sensación de vergüenza lo invadía, nunca antes compartió cama con una mujer y el hecho de que fuese con ella, la única chica con la que había creado un vínculo, hacía más incómoda la circunstancia, a tal punto que desconocía aquellas emociones que se arremolinaron en su ser.

     Y pensar que ayer casi la había matado, y aún deseaba hacerlo... no con ese descontrol del día anterior, pero no podía negar que el deseo seguía presente dentro de sí. Es decir, todo lo que anhelaba era hacerle justicia a su hermano.

     Se sentía frustrado de vivir toda su vida una mentira y que la verdad resultase más cruel que la propia falsedad; vivió bajo la sombra de aquella aldea, a la cual su hermano le rindió lealtad hasta la muerte, y que en realidad fue la causante de que toda su vida fuese un constante sacrificio y junto con ello que la existencia de Sasuke se convirtiese en un irremediable caos...

     El odio sentido por años no podía solo desaparecer, sino que se transformó en más odio, dirigido a otros destinatarios: las personas que una vez quiso y pertenecen a esa farsa llena de sevicia llamada Konoha.

     Su único objetivo es vengarse de la aldea,  a la que ya no pertenece.

     Ella si pertenece a esa aldea.

     Sasuke colocó una mano alrededor de la tráquea de Sakura, aprisionando como si fuese a ahorcarla, de pronto el ambiente a su alrededor se congeló con la plena consciencia de que lo que haría no tendría vuelta atrás; el agarre se tensó apretando un poco...

Lo que nunca ocurrió.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora