CONVIVIR CON EL ENEMIGO SE VOLVIÓ UNA TRADICIÓN
JACKSON
—¿Entonces no te molesta irte de vacaciones con Samantha?— Preguntó Dylan mientras me veía preparar mi maleta, los dos estábamos en mi habitación y yo estaba guardando las últimas cosas que llevaría al viaje. —Pues no tanto la verdad.— Respondí encogiéndome de hombros. —Tal vez este viaje me sirva para arreglar las cosas con ella.— Musité mientras me dirigía hacia mi armario. —Samantha no es muy fácil de convencer Jack, ella es algo complicada en ese sentido, no creo que sea tan fácil que te perdone.— Habló mi mejor amigo con sinceridad. —Y yo nunca dije que lo fuera.— Me defendí. —Samantha no es como las demás, ella tiene orgullo, tiene dignidad, no es de las que les dices un "te quiero" y ya están a tus pies como si nada hubiese pasado. Por eso y por muchas cosas más me encanta.— Musité tomando algunas prendas de ropa para después comenzar a guardarlas en la maleta ya casi lista. —Wow, nunca te vi así.— Habló el adolescente de ojos marrones asintiendo levemente. —¿Así cómo?— Interrogué elevando una de mis cejas. —Así de enamorado.— Respondió con firmeza. —Pues tu siempre fuiste muy distante cuando se trata de relaciones amorosas, nunca planeabas enamorarte ni nada por el estilo y Samantha llegó a tu vida y la cambió por completo.— Elevó sus dos brazos de forma graciosa. —Oh ya cállate, te ves estúpido hablando tan cursi.— Me quejé guardando mis cosas de higiene para por fin terminar de empacar y me tiré de espaldas a mi cama. —¿Ahora yo soy el cursi aquí? Discúlpame pero el que se la pasa diciendo que está completamente enamorado de Samantha eres tú, y déjame decirte que estás hecho todo un poeta Ryder.— Musitó mi amigo con burla. —Jack, cariño, ¿Ya estás listo? En una hora tenemos que estar en el aeropuerto. Oh, hola Dylan.— Saludó mi madre asomándose por la puerta de mi habitación. —Hola señora Ryder, quédese tranquila que yo ya me iba.— Comentó mi mejor amigo poniéndose de pie. —Que tengan un buen viaje.— Se despidió de nosotros haciendo un ademán con sus manos para después retirarse de mi habitación. —Que educado es, tendrías que aprender un poco de él— Habló mi madre de forma divertida a lo que yo le di una mala mirada. Una vez ya todos listos, mi padre junto a mi madre y yo, salimos de nuestro hogar cerrando la puerta con llave y seguro, para después pedir un taxi y dirigirnos hacia el aeropuerto. El camino no fue muy largo sinceramente, como tampoco va a serlo en avión, pues estamos bastante cerca de México. Al llegar a nuestro destino el conductor nos ayudó a bajar nuestras maletas y nos adentramos hacia el lugar, la familia Parker ya se encontraba ahí. —Me alegra tanto verlos, no puedo esperar a que comiencen estas vacaciones.— Habló mi madre con esa alegría infaltable a lo que Mónica asintió repetidas veces. —Y no te imaginas yo.— Respondió la recién nombrada a lo que todos comenzamos a saludarnos. —Chicos, ¿Por qué mejor no van a comer algo mientras firmamos los últimos tramites? En especial tu Samantha que no haz desayunado.— Le regañó su padre a lo que ella simplemente se dedicó a rodar los ojos para después retirarse de ahí conmigo detrás de ella. —Quiero que te quede algo en claro.— Volteó repentinamente hacia mi dirección haciendo que casi me chocara junto a ella. —No quiero que te hagas el amable o el protector conmigo, porque no te creo ni un poco, como tampoco me interesa ser tu amiga. Ya me decepcionaste una vez y no pienso volver a creerte. ¿Entendido?— Musitó cruzándose de brazos viéndome de manera seria. —Quédate tranquila, lo que menos me interesa aquí es ser tu amigo, tengo otras intenciones pequeña Parker.— Hablé acercándome a ella de manera peligrosa, pero esta soltó un bufido de irritación y siguió con su camino. Fuimos por un café y unas donas, nos dirigíamos otra vez hacia nuestros padres y comenzamos a comer nuestra comida. —¿Están preparados? Ya dejamos las maletas, solo nos falta ir a embarcar.— Habló David viéndonos a lo que asentimos y nos dedicamos a seguirlos. —(•••)
—Vuelo número ciento veintiséis con destino a México por favor acercarse.— Se escuchó a travez de los parlantes a lo que todos nos pusimos de pie. —Bueno niños ustedes viajaran en los asientos de adelante juntos y nosotros estaremos en los del fondo, cualquier cosa nos avisan, ¿De acuerdo?— Habló la madre de Samantha de forma rápida yéndose a lo que ni nos dió el tiempo de responderle. —Yo viaje del lado de la ventanilla.— Musitó la rubia con seriedad para después caminar hacia su asiento a lo que yo imité su acción sentándome a su lado. El avión comenzó a despegar por lo cual se podía sentir una leve turbulencia, pude ver el miedo en los ojos de Samantha. —¿Miedo Parker?— Pregunté con burla. —Cállate Ryder, no es gracioso.— Protestó molesta a lo que yo borré mi sonrisa levemente y tomé su mano logrando que me viese con sorpresa. —No tengas miedo, no pasará nada.— Hablé con la intención de calmarla a lo que ella simplemente asintió levemente para después soltar mi mano de forma brusca y colocarse sus auriculares dándome la espalda. Decidí hacer lo mismo hasta que sentí un leve peso en mi hombro izquierdo, se ve que para Samantha ya es costumbre quedarse dormida encima de mi. Me quité los auriculares y con una manta tapé su cuerpo junto al mío para paso seguido apoyar mi cabeza sobre la de ella y cerrar mis ojos quedándome dormido. Las horas pasaron y cada tanto alguno de los dos íbamos al baño o tomábamos alguna bebida que ofrecían las azafatas, pero luego volvíamos a dormirnos sin problema alguno. —Se ven tan tiernos...— Pude escuchar la voz de mi madre a lo que empecé a abrir mis ojos lentamente. —Opino igual, hasta parece como si se llevaran bien y todo.— Habló esta vez Mónica. —Oh, hola Jack.— Me saludó al ver que ya estaba despierto. —¿Ya llegamos?— Preguntó Samantha de forma adormilada comenzando a estirarse. —Pues si, justo veníamos a decirles eso, ya tenemos que irnos.— Habló mi padre apareciendo de la nada a lo que nos pusimos de pie y caminamos retirándonos del avión. Tomamos nuestras maletas y salimos del aeropuerto. —¿Que tal compadres necesitan a alguien que los lleve?— Habló un hombre en español a lo que claramente ninguno de nosotros lo entendió y lo vimos con confusión. —Oh, ¿deben ser estadunidenses, ¿Verdad?— Preguntó ahora en nuestro idioma a lo que todos asentimos levemente. —Descuide, hemos alquilado un coche.— Agradeció mi madre a lo que le señor asintió sin enfado alguno. —¡Pues bienvenidos a México!— Habló nuevamente en español retirándose del lugar. —¿Alguno de ustedes entendió lo último que dijo?— Preguntó mi padre con intriga a lo que todos negamos. Finalmente llegó el auto que mi madre había alquilado, pero parece que no era el indicado. —Rayos se equivocaron y en vez de traernos un auto con doble fila de asientos, nos trajeron uno con cinco asientos.— Musitó la madre de Samantha a lo que el señor que le entregó las llaves le dijo que no se preocupe, que cuando llegara al hotel podría avisar sobre la equivocación. El señor se fue y mi madre volteó a vernos. —Bueno, alguno de ustedes tendrá que sentarse arriba del otro, lo siento pero no nos queda otra opción.— Se encogió de hombros Mónica a lo que Samantha rodó los ojos. —¿No puedo tomarme un taxi?— Preguntó la recién nombrada a lo que su madre la miró de mala manera. —Es solo hasta el hotel.— Musitó Mónica a lo que ella soltó un bufido cruzándose de brazos. El padre de la rubia tomó asiento del lado del conductor, Mónica del de copiloto y mis padres atrás junto a mi. Samantha me miró de forma seria y procedió a sentarse encima de mis piernas a lo que sonreí de forma orgullosa. —¿Cómoda Parker?— Susurré en su oído para que los demás no nos escucharan. —Llegas a decir algún comentario más y te quedas sin hijos Ryder.— Musitó de forma fría a lo que yo solté un bufido. —Parece que ya es costumbre que digas eso.— Me quejé rodando los ojos. —Quédate tranquila, quiero tener muchos hijos, y contigo.— Murmuré cerca de ella a lo que sentí como se tensó, sonreí ante ello. El camino llegó a su fin y todos nos bajamos del auto para paso seguido agradecerle al señor y adentrarnos al hotel. Mi madre junto a la de Samantha se dirigieron hacia la recepción, supongo que a avisar lo del coche y mi padre junto a David nos acompañaron a mi y a Samantha hacia nuestros cuartos, el de mi familia quedaba al lado del cuarto de la familia de la rubia, cada uno en su cuarto correspondiente dejó sus maletas y luego nos dijeron que nos colocáramos un traje de baño, pues iríamos hacia la playa. Me coloqué lo reciente dicho de color azul marino y por encima una sudadera de color gris, me coloqué mi mochila ya preparada con las cosas necesarias como protector solar y una toalla en mi hombro y salí de la habitación encontrándome a Samantha en el pasillo ya lista. Mi padre junto a David les avisaron a Mónica y a mi madre que nos iríamos hacia la playa así que ellas también se cambiaron y de ahí nos fuimos caminando, pues estábamos a tan solo unas cuadras del lugar. Al llegar Samantha se quitó su blusa junto a sus shorts, quedando en tan solo un bikini de color magenta a lo que la observé sin descaro alguno. Pude sentir la penetrante mirada de David sobre mi al darse cuenta de lo que estaba haciendo, así que volteé mi vista rápidamente y comencé a colocarme el bloqueador solar, Samantha hizo lo mismo y se recostó sobre una camilla junto a sus gafas ya puestas con la intención de tomar sol. —¿No te meterás al mar?— Pregunté acercándome hacia ella. —Ni en sueños.— Respondió sin verme. —¿Segura?— Insistí. —Totalmente.— Musitó irritada. —Pues yo no estaría tan seguro de eso.— Hablé a lo que ella me miró con confusión. —¿A qué te refieres?— Preguntó con intriga, a lo que yo simplemente la tomé entre mis brazos cargándola mientras corría hacia el mar a lo que ella me gritaba y pataleaba con la intención que la bajara de mi. —¡No te atrevas Ryder!— Gritó tratando de ocultar su sonrisa. —Ni en sueños.— Imité las mismas
palabras que ella había dicho hace un rato soltando una carcajada a lo que ella también comenzó a reírse sin control alguno. Así nos quería, riéndonos a más no poder y disfrutando de cada momento, juntos, tal como los viejos tiempos.
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Martes 13
Novela JuvenilMartes trece, día conocido como el de la mala suerte. En donde todo puede suceder de mala manera y de la forma en la que menos te la esperas. Polos totalmente opuestos, tal como el agua y el aceite, definitivamente no los puedes unir. Ella, una chic...