Capítulo nueve.

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 -Eh, Arya, ¿qué pasa? -Dijo Shilley al ver que no contestaba.

 ¿Qué hago ahora? No quiero que tengan peleas por mi culpa, siempre lo estropeo todo. Pero yo quiero seguir viendo a Shilley. Si Cersei tiene miedo de que la vea, ¿será porque Shilley siente algo por mi?

 -Arya, ¿estás ahí? -Dijo.

 -Sí, sí. Perdón.

 -¿Para qué querías el número de Cersei?

 -No, para nada.

 -No mientas.

 -No es nada, de verdad. Deberías irte a la cama, mañana tienes clase. -Dije, intentando cambiar de tema.

 -Es verdad. Mañana por la tarde nos vemos, ¿no?

 -Yo.. No se si voy a poder quedar.. Tengo mucho lío en casa.. Y..

 -Arya, si no quieres verme, dilo. No pongas excusas.

 -No es eso, no lo entiendes.

 -¿Entonces qué? -Dijo. Parecía enfadada.

 -Quiero verte, te lo juro. Pero hay algo que me lo impide.

Oí como suspiró. Se había enfadado conmigo, y no la culpo. Parece que no quería verla, aunque lo estaba deseando.

 -Me voy a dormir, ya nos veremos cuando sea, adiós. -Dijo seria.

Al instante, colgó, sin darme tiempo a despedirme. Apreté los puños fuerte. No quería que pasara eso. Mis ojos empezaron a humedecerse. No podía contarle a Shilley que Cersei me había llamado, o se pelearían más. Pero, ¿dejo que se enfade conmigo solo para no causar problemas a Cersei? Eso es de idiota. Debo hacer algo.

Me levanté, con las mejillas llenas de lágrimas, y caminé hasta casa.

Al llegar, mi madre ni siquiera me miró. Subí las escaleras y me encerré en mi habitación. Tiré el móvil a la cama y busqué entre mis libros una pequeña cuchilla que tenía escondida. Al encontrarla, me senté en una esquina de mi habitación. Acaricié mis muñecas con la cuchilla, mientras mis lágrimas caían sobre ella.

 -¡ARYA. BAJA A CENAR! -Gritó mi madre desde abajo.

 -¡NO QUIERO CENAR! -Grité.

Mi madre no dijo nada más, supongo que no le importa que no coma.

Llené mi brazo de cortes, el suelo se manchó de sangre, y lo único en lo que pensaba era en Shilley.

Mi móvil empezó a sonar, interrumpiéndome. Me levanté e, ignorándo el móvil, fuí al baño. Enjuegué mi brazo, quitándome la sangre, y me lo sequé con cuidado para no manchar la toalla. Cogí papel y, mientras limpiaba el suelo, el móvil volvió a sonar.

 -¿Pero quien es a esta hora? Que me deje en paz. -Dije hablando sola.

Tiré el papel a la basura y me tiré en la cama, mirando al techo. Mi móvil sonó por tercera vez. Cansada de que suene, lo cogí. Shilley me estaba llamando.

Me levanté deprisa de la cama mientras miraba la pantalla del móvil, y descolgué.

 -¿Shilley?

Suicida enamorada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora