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Las cosas parecían haber vuelto a la normalidad. O al menos tan normal como se puso para ellos, una casa de un ingeniero genio, un súper soldado, una asesina, una bruja y una IA en un cuerpo artificial. El otro genio residente había desaparecido. Tony se lo tomó con calma, sin dejar nunca de buscar a su hermano científico. Natasha...no se lo tomó tan bien. Si bien una vez había mostrado una vulnerabilidad que pocas personas habían vivido para ver, ahora era fría y distante de nuevo; un activo en lugar de un ser humano. Todavía se burlaba de Tony y pasaba tiempo con Steve, pero no era la mujer que había sido con Bruce.

Tony volvió a su antiguo yo, enterrándose en el trabajo y solo subiendo a tomar un café y un bocadillo. La llamada que recibió ese día fue durante uno de dichos coffee-breaks.

Parpadeó adormilado ante la pantalla de su teléfono a pesar de que el desagradable tono de llamada ya le había dicho quién era. Suspiró, respondiendo.

—¿Si?

—¡¿Por qué hay un pony en mi puerta, Stark ?!

—Porque uno de tus pequeños agentes ama a los ponis.

—¡No puedes comprar caballos para mis hijos!

—No veo por qué no. Y no compré caballos, en plural, sino un solo pony para un niño, en singular nuevamente. El otro quería algo más.

—¡Stark! Espera...¿¡qué quería Cooper!?

—Recuerda que es un prototipo y un poco caro. Y no tiene repulsores, vuela a solo un metro del suelo. ¡Es apto para niños!

—¡¡¡STARK!!!

—Estoy colgando, gritas demasiado y no tengo suficiente café en mi sistema. Dile a los mini agentes que los amo. Adiós.

—¡STA-...!

Tony terminó la llamada y deslizó el teléfono en su bolsillo antes de tomar otro sorbo de su café como si nada hubiera pasado.

Detrás de la armadura||stonyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora