12 años después
Jadeaba, cansada por el esfuerzo. Había pasado la última media hora luchando contra aquel vampiro que había aparecido de la nada en el bosque, y debía admitir que no estaba segura de poder ganar. Logré ponerme en pie y levantar mi espada para hacerle frente una vez más.
—¿De verdad piensas que tienes alguna oportunidad? —me preguntó, riendo con malicia.
No, no tenía ninguna oportunidad. A pesar de que mi resistencia física superaba a la de los humanos comunes, estaba muy por debajo de la de un vampiro. Y mi enemigo lo sabía. Lo único a lo que podía aspirar era a aguantar el mayor tiempo posible y esperar a que llegase ayuda o a que él me dejase ir por algún motivo. Algo poco probable.
—Sí —respondí, solo para que él supiese que no me iba a rendir. Sería demasiado sencillo para él.
El vampiro negó con la cabeza, como si mi testarudez lo divirtiese. Su actitud me provocó rabia. Mi vida estaba en peligro, y él se estaba divirtiendo a mi costa.
«Alguien debe de saber que estoy aquí», pensé, desesperada.
Se movió, y mi cansancio me impidió reaccionar con la suficiente rapidez. Lo vi moverse y colocarse detrás de mí. En cuanto me giré para enfrentarlo, agarró mis muñecas en un movimiento veloz, impidiéndome defenderme. Fue apretando hasta que perdí fuerza en las manos y dejé caer la espada al suelo. Me encontraba indefensa, y lo sabía.
—Deberías rendirte y pedir piedad —dijo a modo de recomendación—. Podría plantearme no matarte, incluso.
—Nunca voy a rendirme —le advertí, intentando liberarme.
Mi fuerza de cazadora era inferior a la suya, por lo que me resultaba imposible hacer ningún movimiento. Me tenía inmovilizada por completo, pero mi testarudez me impedía darme por vencida y pedir misericordia, como él deseaba.
—No seas tonta... estás sola y desarmada. Supongo que sabes lo que eso significa.
Me empujó hasta que mi espalda quedó contra el tronco de uno de los árboles del bosque, y liberó una de mis muñecas para poder retirar un poco mi cabello de mi cuello, dejando el lado izquierdo de este al descubierto. Su intención era sin duda beber mi sangre, y el terror me invadió súbitamente. Prefería morir luchando a morir desangrada pues sabía que, si bebía de mí, era muy poco probable que se detuviese para dejarme con vida.
—¿Sigues sin querer rendirte? —me preguntó—. Si suplicas lo suficiente, puede que te deje ir.
Clavé la vista en sus colmillos, que habían aparecido de pronto y que me mostró, divertido al ver el miedo que me provocaban.
—No voy a hacerlo —susurré, intentando controlar sin mucho éxito el temblor de mi voz.
En lugar de acercarse para clavar sus colmillos en mi cuello, levantó la cabeza, como si hubiese escuchado algo, y compuso una mueca de frustración. No tardé de comprender el motivo. Alguien gritaba mi nombre.
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Su cazadora
FantasyEn el pasado, los vampiros eran perseguidos por los cazadores. Ahora, la situación ha cambiado, y son los cazadores quienes son perseguidos. Ellos deben luchar para no ser dominados por sus enemigos naturales y para evitar que el caos domine el mund...