Era lunes, y debía volver al trabajo.
Mi jefe no había hecho comentario alguno respecto a la elección del vestido, y lo único fuera de lo normal era que se había vuelto más estricto de lo que ya era. Yo me esforzaba lo máximo posible para evitar que me sucediese lo mismo que a Ariadna y echar a perder por completo la misión, y me quedaba poco tiempo para fijarme en mi jefe y su entorno. No había podido conseguir más pruebas, y sentía que estaba perdiendo el tiempo.
Antes del descanso de la comida comencé a oír gritos procedentes del ascensor, y levanté la vista para ver qué era lo que sucedía.
Lo primero que pensé fue que mi mente me estaba jugando una mala pasada y que aquello no podía ser real. No era posible. ¿Qué estaba haciendo él allí?
—¡Que me dejéis! —gritaba con fuerza, liberándose del agarre del vigilante de seguridad que trataba de sacarlo de allí—. ¡Solo quiero verla!
Me levanté de la silla y corrí hacia él para detener aquel espectáculo que solamente me perjudicaría aún más.
—¡Adrián! —grité.
Cuando me acerqué a él, me abrazó durante un par de segundos, y después me miró angustiado. No sabía qué era lo que le habían contado, pero era evidente que había estado preocupado por mí.
—Debe marcharse de inmediato —advirtió el vigilante de seguridad—. No tiene autorización para estar aquí y ha entrado a la fuerza.
—Ahora mismo se marchará —aseguré.
Para no hacer el escándalo aún mayor, me dirigí junto a Adrián hacia el ascensor. Hablaría con él, pero sería fuera de la empresa. Después me preocuparía por si mi jefe se había enfadado por desatender mi trabajo. En aquel momento, mi amigo era lo único en lo que podía pensar. Había ido hasta allí totalmente preocupado, y no lo dejaría irse con la misma preocupación con la que había llegado.
—¿Te encuentras bien? —me preguntó cuando ambos estuvimos en el exterior.
—Sí, todo va bien. Ariadna ha sido despedida, pero yo aún conservo el empleo.
—Ya, lo sé —admitió—. Tuve que insistir mucho para que Luken me lo dijese. Supe que, por la desaparición de aquel niño, tuvisteis que acelerar la misión, y que Ari fue descubierta robando en el despacho de ese hombre, tu jefe. También supe que tanto él como su ayudante son vampiros.
Estaba al tanto de todo. Lo único que acerté a hacer fue asentir, corroborando así la veracidad de la información que Luken le había dado. No sabía hasta qué punto le había contado o si había algo que le hubiese ocultado.
—Gracias a Ariadna, pudimos obtener información que puede resultar útil. Si se logra descifrar el documento que enviamos, que hace referencia a las desapariciones...
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Su cazadora
FantasyEn el pasado, los vampiros eran perseguidos por los cazadores. Ahora, la situación ha cambiado, y son los cazadores quienes son perseguidos. Ellos deben luchar para no ser dominados por sus enemigos naturales y para evitar que el caos domine el mund...