Adrián se encontraba en mi habitación cuando regresé. Se había duchado y cambiado de ropa, y me esperaba sentado sobre mi cama para escuchar de primera mano el motivo por el que el director me había hecho llamar. Se lo conté mientras sacaba mis maletas y comenzaba a hacerlas, metiendo casi todo lo que tenía porque era posible que tuviese que pasar meses fuera de la academia, donde siempre había vivido.
Mientras hablaba, vi cómo su expresión se ensombrecía, pues las sospechas de que mi padre podría encomendarme una misión importante —y peligrosa— habían resultado ser ciertas. Aquello significaba no solamente que corría peligro, sino también que, aunque la misión saliese según lo esperado y no hubiese ningún problema, pasarían al menos varias semanas antes de poder vernos.
—Prométeme que saldrás de allí si tienes algún problema, o que al menos te pondrás en contacto conmigo —me pidió.
—Haré lo posible —aseguró, porque no quería prometer algo que tal vez después no pudiese cumplir.
Pareció que aquello fue suficiente para él, pues no insistió. Se limitó a levantarse de la cama y ayudarme con el equipaje recogiendo mis pertenencias. Conocía bien mi cuarto, de modo que podía llevarme lo que le pedía, facilitando así mi tarea.
La salida de la academia estaba prevista para antes de la hora de la comida. Muy pocas personas sabían acerca de la misión, porque pensaban que había más posibilidades de tener éxito de aquella manera. La idea era que, si a un cazador lo atrapaban e interrogaban, no sabría lo que hacían sus compañeros y no podría dar información.
Ni siquiera Iraia y Erik sabían que me marchaba; les contarían que me había tenido que ir y que no sabían cuando regresaría y no les darían más explicaciones. Por suerte, Adrián se encargaría de hacerles entender por qué no había podido despedirme y de que estuviesen bien entrenados en mi ausencia.
La despedida fue muy breve. Solamente estuvo presente Adrián, quien nos ayudó a llevar el equipaje al coche que nos llevaría al apartamento, y Luken, quien fue solamente para asegurarse de que no había ninguna duda pendiente de ser resuelta. Mi padre, nuestro director, no apareció, ni siquiera para despedirse.
—No merece ser tu padre —susurró Adrián cuando vio mi expresión.
Esperaba que no fuese, pero a pesar de todo, continuaba doliéndome un poco. Era mi padre biológico, al fin y al cabo, y nunca lograría comprender cómo era capaz de no mostrar interés alguno por su hija.
—Lo sé —dije en voz baja, para que solamente él pudiese escucharme—. Echaré de menos que estés siempre para apoyarme, Adrián.
—Nos veremos antes de lo que piensas. Céntrate en la misión, hazlo lo mejor posible... y pronto volveremos.
Ariadna, que había estado llevando al coche la última maleta, regresó para despedirse también de Adrián antes de marcharnos. Di un paso atrás y vi cómo ambos se abrazaban como buenos amigos que eran.
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Su cazadora
FantasyEn el pasado, los vampiros eran perseguidos por los cazadores. Ahora, la situación ha cambiado, y son los cazadores quienes son perseguidos. Ellos deben luchar para no ser dominados por sus enemigos naturales y para evitar que el caos domine el mund...