Capítulo 3

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La organización había sido muy rápida, pues debíamos estar preparados para actuar con la mayor rapidez posible en caso de ser víctimas de un ataque

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La organización había sido muy rápida, pues debíamos estar preparados para actuar con la mayor rapidez posible en caso de ser víctimas de un ataque. En cuestión de minutos nos habíamos dividido en grupos de diez personas, y a cada uno de ellos se le había asignado una zona que proteger, además de una radio para poder mantener el contacto con el resto de los grupos. Los niños, por su parte, solamente sabían que debían comportarse porque había peligro, y algunos cazadores se habían quedado en la academia con ellos.

Adrián, Ariadna y yo estábamos juntos, porque mi padre no había encontrado argumentos para separarnos sin llamar la atención, pero nos había correspondido una de las zonas que más expuesta se encontraba y que, por tanto, más riesgo tenía de ser atacada.

—Puede que no sea un ataque tan grave —comentó Ariadna—. Hemos luchado contra los vampiros en otras ocasiones.

—Sí, pero nunca los hemos visto cooperar entre ellos para atacarnos —dije—. Deben de coordinarse, por supuesto, pero nunca lo han hecho para llevar a cabo un ataque... Podríamos no ser cazadores suficientes.

Sabíamos que no lo seríamos en caso de que se uniesen vampiros de diferentes lugares del país. Era el temor con el que habíamos vivido durante los últimos años porque, aunque en el día a día pudiésemos detener algunos ataques contra humanos y llevásemos a cabo pequeñas misiones, en el fondo sabíamos que no podríamos luchar contra todos ellos. No éramos suficientes cazadores, ni teníamos el poder necesario.

—Nos mantendremos juntos en todo momento —dijo Adrián—. En caso de que uno de nosotros necesite ayuda, los demás estaremos cerca para poder ayudar.

—Será complicado, si nos superan en número.

Conocíamos las estrategias de forma teóricamente, porque nos habían entrenado para momentos como aquel, pero nunca nos habíamos visto en una situación semejante donde no solamente nuestras vidas estaban en peligro, sino también las de nuestros compañeros, y las de los niños.

Lo último que deseábamos era separarnos. Mi prioridad en aquel momento era que mis amigos sobreviviesen y, después, proteger la academia. Pero si de algo estaba segura era de que haría todo lo posible por ayudar a Ariadna y a Adrián si los veía en peligro.

—Puede que se hayan equivocado —comentó mi amiga, moviendo su cabello pelirrojo con aburrimiento—. No hemos recibido ninguna señal de que estén alrededor.

No queríamos hacernos ilusiones antes de tiempo, pero era cierto. La espera era lo peor, porque no sabíamos si seríamos atacados, cuándo lo seríamos y si lograríamos hacerles frente y derrotarlos antes de que ellos nos venciesen. No sabíamos si teníamos alguna oportunidad o no. O tal vez ni siquiera fuésemos a ser víctimas de ningún ataque.

—Ocurre algo —dijo uno de los cazadores de nuestro grupo, con la radio en la mano—. ¡Aquí el grupo siete! ¿Hay alguien? ¿Alguien nos recibe?

Su cazadoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora