Capítulo 25 «Mérida es Mérida»

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Capítulo 25 [2/5]

                                «Narra Hiccup»

Le había contado a mi madre sólo que Mérida era algo así como mi novia, que estabamos en peligro. Ella sonreía al saber que ya tenia a alguien conmigo.

Pero todos sabemos que Mérida no es mi novia, o almenos oficial. Jamás le pregunté nada. Pero también que lo que sentimos el uno hacia el otro no es solo amistad, es algo mucho más fuerte que eso, e incluso más fuerte que el noviazgo. Pienso que la palabra «Novia» le queda pequeña, le quedaría más apropiada «Amor de mi vida» pero es muy largo, y tampoco se puede entrar y decir «Hola soy Hiccup ella es Mérida somos amores de nuestras vidas», obviamente no lo diría así, pero si me dijeran que debía describir qué éramos sería algo así.

Mérida es una chica a la que amo infinitamente. Es indescriptible lo mucho que la amo. ¿Que cómo lo sé? No me lo ha dicho la luna, ni saqué conclusiones. Ni hice una cuenta algebráica. Tampoco me lo pregunté a mi mismo. Simplemente: lo sentí. Sentí algo en mi pecho. Algo que nunca cambió, algo que podía hacerme hacer lo que sea por ella. Al escuchar su nombre mi pulso se aceleraba, cuando la veía corría riesgo de un ataque cardíaco, cuando la miraba a los ojos me perdía en lo intensos y celestes que eran, opacaban el cielo y el mar juntos sentía que podían penetrar mi alma, tan pero tan claros que podía ver mi reflejo en ellos. Su cabello era radiante, no importaba hacía cuanto no lo lavaba siempre era y lucía impecable; sus rizos anaranjados y pelirrojos podían quemarme vivo. Su cuerpo era precioso, tiene muy lindas curvas, una cintura marcada, senos que le quedan perfectos y son redondos. Su trasero es genial, como las manzanas que tanto ama.

Aunque no es lo que más amo de ella, su fisico es la otra parte. Es decir, no puedes separar a la Mérida persona de la Mérida cuerpo. No puedes ver uno sin lo otro. Mirabas a Mérida Dumbroch a los ojos y veías tanto su color celeste como su intensidad.

La belleza de Mérida era una especie de recipiente de perfeccion cerrado, intacto e irrompible.

Mérida es Mérida, y así, tal y como estaba me gustaba. He sentido gracias a ella lo que es «Amor», eso que siempre aparece en los libros, eso que no se ve, que se siente, que nos puede destruir, eso que solo ella podía hacerme sentir. Eso que tanto anhelaba hacía unos años. Eso que tiene dos maneras de demostrarse y que yo aún no he demostrado la segunda, pero aún así no necesito hacerlo, no necesito verla desnuda, sentir placer o tocar sus senos para saber que la amo. Simplemente con tenerla abrazada a mí, o besando sus labios era el mejor placer y sentimiento que existía en este mundo. Tenerla a mi lado.

                                                    «Narra Rapunzel»

Había dejado la pintura, ni siquiera le eché un vistazo a mi dibujo al terminar. Sólo me lavé las manos, guardé las pinturas, agarré una hoja y un lápiz y me tiré en la cama. Solté un largo suspiro una vez que mi cuerpo chocó contra el colchón. Miré lo que tenía arriba, la cama en la que dormía Mérida. Observo las maderas que sostienen la misma, tienen cosas escritas con fibra verde. Entre ellas «Punzie & Mer BFF'S» otra con «Mericcup» al lado de esta «Jackunzel», la firma de Mérida, mi firma, la firma de Jack y la de Hipo. Debajo de esta en una letra muy pequeña logro leer «Los cuatro grandes, por siempre».

Ojalá recordara ese «por siempre», pero no puedo. No puedo sentir. Me siento una inútil, incapaz. ¿De qué? No lo sé, quizás extraño esos momentos. Pero ¿Cómo puedo extrañar cosas que no recuerdo, cosas que he olvidad? Hay un hueco negro en mi cabeza. El negro es una ausencia de color, no se denomina como «color». Y eso eran los momentos que había pasado con esos chicos, eran como el color negro, una ausencia, en mi...

Escucho los pasos de Jack venir hacia aquí, rápidamente me pongo en posición para dormir y cierro los ojos pretendiendo estar dormida. Escucho que la puerta se abre y los pasos de Jack. Entre abro un ojo y si, definitivamente era Jack. Solo le veía desde la cintura para abajo ya que la cama de arriba y el poco entreabierto de mi ojo eran lo único que me permitían ver. Él sólo se quedó allí, no estaba mirándome porque sus piernas estaban hacia la derecha. Estaba mirando el dibujo. Luego comienza a girarse hacia mi, cierro los ojos y siento la mano fría mano de Jack en mi brazo, luego se acerca y le da un beso en la frente. Se levanta y se va cerrando la puerta.

Abro los ojos con una enorme sonrisa. ¿Por qué estoy tan feliz? ¿Acaso le gusto mi dibujo? ¿Acaso me gustó ese beso?

No lo sé pero hay algo dentro de mi, que no puede parar de saltar emocionado.

Pronto tuve una discusión conmigo misma:

Yo: ¿Te gustó?

Yo: Siendo sincera, sí.

Yo: ¡TE GUSTA FROST!

Yo: ¡No, claro que no!

Yo: Sí, te gusta.

Yo: De acuerdo lo admito. Puede que sólo un poco... Mucho tal vez.

Yo: ¡Lo sabía!

Yo: ¡Cállate, tenemos que dormir!

Yo: Okey.

Finalmente solté un suspiro y dejé caer mis párpados. ¿En qué lío me he metido? Me gusta Frost.

                                                          «Chimuelo»

Grrr, grr grrr, grrr grrrr gRR!!

Naaah mentira xD

                                                         «Narra Jack»

Me fui de la «oficina» de Norte para dirigirme al cuarto de Rapunzel y Mérida. La había visto corretear con las manos y la cara algo manchada con pintura. Lo que significa qué: Estuvo pintando.

Caminé a su habitación para ver la pintura, ya que, Rapunzel, era increíble pintando. Recuerdo haber visto uno de sus dibujos y que me quedé asombrado al verlo, no recuerdo muy bien cuando o qué era, pero sé que me gustó.

Así que entré entusiasmado a su habitación. Lo primero que veo es la pared que tenía enfrente, y ésta estaba pintada. Éramos nosotros. Hiccup, Mérida, Rapunzel y yo. Bailando. Sonreí al ver que el que bailaba con ella era yo. Contemplé un poco más la pintura y luego me giré a ver a la artista. Estaba en su cama dormida. Me agacho un poco para entrar entre el espacio de las camas, incliné mi torso y le di un beso en la frente a mi rubia.

Una sonrisa se le dibujó en el rostro, quizá no estaba dormida. Me reí levemente y salí de la habitación, Rapunzel tenía que descansar. Y yo también, mañana volveremos a buscar a Hiccup. Y será mejor que lo encontremos, tengo miedo de que algo le pase. O mejor, que alguien pase.

The Big Four #2: El lado oscuro de la luna. (Corrigiéndose)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora