Capítulo tres

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Dedicado MariadeLupin ¡Una seguidora nueva!



 Pasaron las horas y al castaño le costó mucho explicarle al veterinario que se debía llevar al ciervo lo antes posible, inventando escusas tontas y sin sentido que al final fueron obligadas a ser creíbles para el medico veterinario. Cuando cayó la noche, Stiles pudo poner en marcha su jeep, había llamado a Emilia para notificarle que llegaría un poco más tarde de lo esperado, pero que llegaría. El venado se encontraba dormitando en la parte trasera, con una manta nueva que le veterinaria le había obsequiado con sus heridas curándose mucho más rápido de lo normal.

Sus ojos estaban fijos en el camino, cauteloso de que no se le apareciera ningún venado agonizante además del dormilón detrás suyo. Su oído se agudizó cuando el timbre de su celular comenzó a sonar, rodó los ojos sintiéndose saturado, anteriormente no podía concentrarse en el animal herido por que llamaban y mandaban mensajes sin cesar, no hacía falta revisar el celular para saber que se trataba de ellos. Sostuvo el volante con una mano, y con la otra comenzó a hurgar en su bolso negro en busca del móvil, apenas su piel toco el metal frio, lo sujeto con fuerza para voltearlo y que la parte de vidrio lo mirara para saber de quien se trataba. Trago en seco, sus ojos se desviaron hacía le camino, como si su mente tratara de ignorar el hecho de que su alma gemela lo estuvo llamando durante toda la noche, y ahora...de madrugada, siguiera tratando de se cumpliera su cometido y el castaño levantase la llamada. ¿Por qué no lo haría? Alguien lo estaba llamando y como es común debía levantar la llamada y responderle al desconocido, demostrarle a ese lobo que no le dolía nada aquellas palabras pasadas que en realidad aún quedaban plasmadas en su mente. Deslizó su dedo pulgar al emoticón verde y abrió la llamada, viendo como el conteo comenzaba a realizarse y el aún no ponía el teléfono en su oreja, como si se arrepintiera de la decisión tomada. Nuevamente hizo que su dedo tocara el altavoz para luego arrojar el celular arriba de la guantera, podría escuchar lo que diría aquella persona y dedicarse a manejar correctamente.

—Stiles. —La voz gruesa del hombre penetró el ambiente, se escuchaba diferente, Stiles lo oía diferente, algo andaba mal y lo sabía, sin embargo, su orgullo no le iba a permitir preguntar por él.

—El mismo—Trató de que su voz no temblara, y se sintió feliz por dentro al lograr su cometido y esperó a que el hombre nuevamente hablara.

—¿Dónde estás? — Brusco, como siempre, respondió ante la seca respuesta que el castaño se digno a contestar. Stiles, aburrido de todo el asunto, se tomo el tiempo de doblar cómodamente en una curva mientras tarareaba moviendo al compás los dedos, chocándolos sonoramente en el material.

—En algún lugar del mapa, tal vez. —Se limitó a responder, girando su cabeza solo por un microsegundo para ver cómo se encontraba su nuevo invitado. Su corazón se aceleró cuando unos enormes orbes amarronados pertenecientes a un hombre cubierto débilmente con aquella manta de veterinaria. Stiles casi escupe lo que sea que estuviera en su boca gracias a la impresión del momento, por suerte Derek no se dio cuenta de ese hecho.

—Stilinski, deja ya tus juegos de niño. La manada está preocupada, no pueden rastrear tu olor, y los cachorros preguntan por ti. —Excusó. El pelinegro se encontraba en su casa, recostado levemente sobre la cabecera de la cama, sosteniendo su celular fuertemente, como si eso impidiese que Stiles cortara y no volviera a contestar a sus llamados, igual que las anteriores veces.

—Ah yo...yo—El hombre ciervo, que lucia adorable con su pelo desordenado y esponjoso, miró incrédulo las acciones del castaño, y con sus enormes y redondos ojos le indicó que por lo menos le diera una respuesta sensata al desconocido de la otra línea—Si, yo...Derek, simplemente estoy arto de que todos necesiten su espacio, de que todos crean que pueden hacer de mi un trapo para limpiar toda su mierda, para luego dejarme tirado cuando necesito de ustedes. No es por ti, no es por Scott...es por mí, no estoy en Beacon por mí, así que espero consideración, aunque sea mínima, de ustedes...usen esa "empatía" que tienen en mí, aquella misma empatía que les tienen a esos monstruos asesinos que atormentaron por años a Beacon, me tengo que ir. Hasta luego. —Separó su espalda del respaldo del asiento para poder alcanzar a tocar la pantalla táctil del móvil para poder cortar la inesperada llamada del lobo. El ruido detrás suyo lo devolvió a la realidad, y decidió aparcar nuevamente a su Roscoe a un lado para poder atender a el ciervo—Hey, amigo ¿todo bien?

—Si, tarde mucho en poder curarme. —mencionó agachando la mirada ante el chico que manejaba. Stiles se dio cuenta de aquello rápidamente, pero descartó pensar mucho sobre ello, el pobre había sido arroyado por un auto y debían estar pasando miles de cosas por su cabeza—. ¿Dónde me estás llevando?

—Iremos a lo de Emilia, un ciervo al igual que tú. Ella revisara que te encuentres en condiciones y a mí me dará algunas respuestas a ciertas preguntas que tengo en mi mente—contestó rápidamente, poniendo en contacto a el Jeep para poder reanudar nuevamente el auto, pero como suele ocurrir, el motor comenzó a quejarse negando prender—si es que esta belleza me deja. —Bajó del auto mientras abría la cinta gris para el posible problema que se avecinaba—Quédate ahí, veré si puedo solucionar el problema. —Mientras levantaba el capo, el teléfono que se hallaba ahora en su bolsillo tarsero, comenzó a sonar nuevamente, sin embargo, el castaño sabía de quien se trataba y su mente no tenía muchas ganas de contestarle. Frunciendo el ceño, usaba todas sus increíbles habilidades de su poderosa cinta para poder atar aquellas cosas que con una buena abrazadera podrían ser sujetados, no paro hasta casi encintar el motor, y volvió satisfecho a su asiento, revoleando la cinta hacía atrás como normalmente lo hacía, solo que esa vez el grito ahogado del venado se escucho en el auto, quejándose del golpe—¡Lo siento! Olvide que estabas ahí.

—Oh, eso es reconfortante—alegó el ciervo mientras se sobaba la cabeza, dándole una mirada seria a su salvador.

—Ya pedí disculpas—dijo levantando sus manos en rendición. Se giró al frente y poso si mirada a la abertura donde debería entrar la llave, colocándola en su lugar para luego ponerla en contacto y tratar de prender el Jeep. Trató una vez, no pudo, intentó nuevamente, y esta seguía insistiendo en no seguir el paso, quiso intentar una vez más, pero la voz desesperada del ciervo hizo detener su acción.

—Cierra la puerta. ¡Ahora! —Stiles casi no pudo procesar sus palabras cuando un fuerte rugido se escuchó detrás de Roscoe e instantáneamente poso su mano en la manija para cerrar con fuerza la puerta antes de que lo que sea que fuera no pudiera entrar a despedazarlos, por suerte sus instintos lo hicieron actuar rápido, y acató rápidamente las ordenes de su rescatado. El ambiente se sentía pesado, el silencio era aterrador, más cuando fuertes y lentas pisadas al pasto se escuchaban, rompiendo las ramas caídas de los árboles. 

Die rooi voogDonde viven las historias. Descúbrelo ahora