Capítulo cuatro

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Dedicado a EnelisVergara ¡una seguidora nueva!


Su respiración era pesada, le costaba inhalar el aire y que este llegue a sus pulmones, a veces pasaba aquello cuando ocurría un suceso anormal en su vida cotidiana, aquello comenzó a suceder cuando fue secuestrado por Gerard Argent. No podía ver a la bestia y tampoco sabía de que animal se trataba, solo poseía el saber que era absolutamente más pesado que un humano promedio.

—¿Pudiste ver de qué se trata? —preguntó el más grande mientras volteaba a ver al rescatado.

—No, pero mis sentidos se amplificaron y mi instinto me ayudo—murmuró mientras se aferraba a la manta que lo cubría. Stiles no podía ver nada desde las ventanas, trataba de tener el control de la situación, pero no podía saber como defenderse si no tenía idea de que animal los quería atacar. No había nada.

—¿Dónde está? —Giró su cuello hacía el lado del copiloto. Un escalofrío corrió por su cuerpo, pegado a la ventana, como si quisiera traspasarla, se encontraba eso...su pelaje tan oscuro como la noche se encontraba húmedo, y al más mínimo movimiento ensuciaba como un pincel gastado la capa trasparente que los protegía a ambos de la bestia. La ventana se tiñó de rojo escarlata, que eran iguales o menos intensos que los ojos profundos de la bestia que no parpadeaba nunca, sus dientes amarillentos jugueteaban con morder el material sensible, queriendo generar más miedo, más intriga, un solo golpe, una sola zarpada y acabaría rompiendo el cristal, el lo sabía, Stiles lo sabía. Se trataba de un lobo, el lobo más grande que los ojos marrones de el castaño hayan podido ver después de Peter en su fase lunática, esta bestia era parecía, un humanoide con extremidades largas y peludas, su pelaje oscuro opacado por la sangre fresca que chorreaba de él, sus dientes amarillentos y el aliento que chocaba contra la ventanilla, tan áspero y caliente que parecía atravesar con su olor hasta donde estaban ellos dos—Dios mío—Sin quitar la mirada de él, tanteó en su escondite secreto el arma que contenía balas de acónito, aquellas que le había robado a Chris hace unos cuantos meses cuando entro a su casa con la pobre excusa de ayudarlo a tratar con las amenazas que en ese momento había.

—Hay que esperar a que se vaya—habló rápidamente el ciervo al ver que el castaño planeaba hacer algo en contra de el lobo deforme (según él)

—No se irá. Conozco los de su tipo. —Apenas terminó de hablar, abrió la puerta, alertando a la criatura, que rápida como un rayo, subió a el techo de Roscoe para cazar al humano—Es rápido. —Controlando su respiración, que segundos atrás le costaba conseguir, apuntó el arma en medio de la cabeza del animal, acabaría con el de una vez por todas, no dudaría ni trataría de capturarlo para no pecar de matanza, el era humano, y la bestia era por mayor un depredador para él, por más que en teoría todavía formara parte de la manada, si tenía que matar a un lobo desquiciado, lo haría. Apretó el gatillo, con fuerza y estabilidad, apuntando entre medio de lo que probablemente eran sus cejas, sin embargo, la bestia era mucho más rápida de lo que creía y saltó esquivando la bala, y cayendo a un lado de la carretera, Stiles no dudo, y apuntó nuevamente disparando la segunda bala, esta por suerte le dio en el hombro, pero la bestia era rápida y no iba a ser derrotada por un humano con un arma que apenas si era del tamaño de sus patas humanoides. Sus saltos eran poderosos, parecía estar teletransportándose de un lugar a otro, cada vez más cerca de él, ignorando que había otro individuo en el jeep, parecía querer cazar a todo lo que se moviera o pudiera ver, y Stiles era el objetivo claro. Sus ojos escarlata seguían fijos en él, tal como un halcón cada movimiento que hacía el castaño era seguido por la bestia. Sus brazos alargados arremetieron contra el ojimarrón, tirándole el arma unos metros lejos, y golpeando su brazo en su acción, el quejido del mayor se escuchó lo suficientemente alto como para que el ciervo quisiera salir a ayudar, pero una mirada por parte de Stiles le hizo quedarse en su lugar, era una advertencia... ¨no salgas" gritaban sus ojos whisky. Rodó por el piso, impidiendo que lo aplastara, acercándose más al arma perdida, con rapidez tanteó su bolsillo y sacó de el un polvo blanquecino que venía envuelto en papel film, pero antes de que pudiera hacer algo, el lobo se posiciono en sus pies, usando sus garras para encajarlas en estos e impedir que pudiera escapar—¡No! —gritó al ver como el rescatado, aún con pequeñas heridas, salía del jeep y saltaba encima del animal, el grito de este...tan agudo como los sonidos de los murciélagos, aturdió los oídos de todos, incluso los de Stiles, el ciervo logró morder el cuello del animal antes de salir disparado hacía un árbol, el choque fue directo a su cabeza y por la turbulencia perdió el conocimiento. Stiles no era tonto, iba a aprovechar esa oportunidad por que el lobo se había olvidado de su existencia gracias al ataque, no se iba a mover y no iba a atacar de frente, después de todo sus habilidades de combate eran peor que pésimas, podía luchas a larga distancia y la bolsita que tenía en su mano iba a ser de mucha ayuda. Con fuerza, y desde la posición incomoda en la que se encontraba, apuntó y tiró la bolsa de acónito y muérdago deseando que esta se rompiera apenas se estrellara contra la bestia...y así fue, apenas toco la nuca del animal, el polvo más liviano que el aire, cayó lentamente como una nube, esparciéndose por todos los rincones. Stiles actuó rápido, sabía que el acónito era mortal para todos y más el muérdago, el venado no estaría a salvo si seguía inconsciente y la nube lo atrapaba. El chillido del lobo resonó por todo el bosque que tenían a un lado de la carretera, siendo incapaz de huir gracias a la repentina debilidad que su cuerpo estaba teniendo, el castaño por su parte corrió hacía su conocido y levanto su cuerpo liviano para llevarlo nuevamente dentro del Jeep y hacerse cargo del animal que poco a poco iba perdiendo conciencia. Ahora tenía un problema más, si dejar el cuerpo moribundo de su atacante en el bosque, o llevarlo a donde estaban yendo. 

Die rooi voogDonde viven las historias. Descúbrelo ahora