Capítulo 4

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"¿Cómo alguien pueden entrar a tu corazón sin permiso? ¿Cómo puede apoderarse de tu mente sin darte cuenta de ello sino hasta muy tarde?”

MIAN

Tan solo faltaba una hora mas para acabar con este martirio.

No soy una fiel amante de la lectura. Mucho menos la literatura es mi fuerte, respeto a los fieles amantes de los libros, pero yo no me puedo incluir. Y siendo la señorita ―mujer que desea que le llamemos asi aun cuando tiene unos cincuenta tan solo porque aun no esta casada―; Arnett una mujer tan amargada y aburrida solo hace que mi deseo por prestar atención se reduzca a nada.

Mi dia ha transcurrido normal. Todo fluia como siempre, no había nada que me alegrara demasiado, pero tampoco algo que me desagradara.

Suelto un quejido al sentir como una bola de papel arrugada es lanzada hacia mi impactando en mi cabeza. Suelto una maldición mientras busco al culpable pero todos estan en lo suyo. Tomo la bola entre mis manos con algo de duda.

―Oye… ―Le susurro a Jacob. El chico sentado junto a mi, este me mira inexpresivo a través de sus grandes lentes. ―¿No sabes quién me lanzó esto?

Mira la bola en mi mano y luego a mi sin mostrar emoción alguna. Se detiene a examinarme enteramente y mira por un segundo a la Señorita Arnett.

―No. ―Responde seco incorporandose mejor en su lugar. ―Y si yo fuera tu no me distraería con estupides y prestaría atención.

Eso fue grosero. Mis labios se abren para decir algo pero me quedo muda. Este chico es un grosero, no quiero descriminarlo pero tenia que ser nerd para ser el único que le preste atención a Arnett.

Miro una ultima vez el salón. Buscando de quien pueda ser este papel, justo cuando estaba por rendirme alguien llama mi atención demasiado. Al final, en un rincón del salón se encontraba uno de los hermanos que golpeo ayer a Jackson. Creo que es el menor, no estoy muy segura.

Pero algo que puedo notar enseguida es lo intenso que es el azul en su mirada. Joder, el chico es muy apuesto para su edad, pero no de una forma que deslumbre. Como si sintiese mi mirada dirije sus ojos a mi. Puedo sentir una corriente recorrer mi cuerpo y por inercia para mis ojos a otro lado.

Al mirar de nuevo hacia el este sigue con su atención puesta en mi. Hay cierto brillo picaro en sus ojos y puedo leer perfectamente un «abrelo» mudo de sus palidos labios. Enseguida alterno mis ojos entre el papel arrugado entre mis manos y el chico.

Así que él fue.

Me enderezo en mi asiento precavidamente y poco a poco desdoblo el papel.

«Hola, así que tienes un club ¿eh? Que bien. ¿Puedo unirme?»

Mi corazón vuelca ante su pregunta ¿unirse? Ahora me pregunto como demonios se entero. Al leer eso lanzo una mirada rápida al ojiazul quien admira todas mis expresiones. Sigo leyendo.

«Si te preguntas como lo se te responderé: tengo mis contactos.
Entonces… ¿Me permites unirme? Puedo ser muy agradable si me lo propongo…

Bueno creo que eso es todo… ¡Ah! Por favor no te dejes llevar por lo que paso ayer… No golpearé a nadie del club lo prometo… Ahora es todo…

Por cierto, me llamo Darrell.»

No se cual es mi cara en este momento pero supongo que es muy llamativa puesto que ahora la Señorita Arnett me esta dando una mirada de muerte.
―Señorita Joyce ―Empieza con un tono de ironia en su voz. ―¿Puede decirme de que obra estamos hablando?
Sus manos a los lados de sus caderas y su leve inclinación de la mitad de su cuerpo para denotar autoridad. ¿La verdad? No tengo ni idea. Y odio tener que pasar esta gran vergüenza solo por un mensaje en un tonto papel.

El Club de los Corazones Rotos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora