Capítulo 8

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MIAN

―Solo quiero un café normal, por favor. ―Le digo educadamente al joven mesero.

―Yo un brownie y un capuccino. ―Responde Nina mirando atentamente la tarjeta del menú en sus manos.

El chico nos observa a ambas y nos sonríe amablamente. Asiente luego de anotar todo en su libreta y se retira.

Nina suspira con pesadez y se quita la bufanda que tiene en su cuello. Ya esta empezando el verano y no entiendo porque aun viste ese tipo de cosas. Sus ojos castaños recorren todo lugar, es una linda y acogedora cafetería a la que venimos regularmente.

―¿Y bien? ―Pregunto arqueando una ceja. Ella suele ser algo parlanchina y me extraña que no dice nada. —¿Qué has hecho? ¿Cómo esta tu abuela?

Detecto un destello de tristeza en sus ojos pero no digo nada. Prefiero que ella me cuente por voluntad propia.

―Ella esta bien. ―Resopla y coloca sus manos en la pequeña mesa de madera con la mirada gacha. ―Es solo que ando buscando alguien que pueda ayudarme. Ella ya no puede estar sola, ya no puede hacer algunas cosas básicas. Necesito que alguien vele por ella al menos hasta que vuelva a casa despues de clases.

Siento algo de pena por Nina. Es una chica tan alegre y que se esfuerza mucho por su abuela. Es alguien con mucho potencial pero que se cierra, se limita. Es insegura y en ocasiones timida, me encantaría poder ayudarla a que sea ella misma. A que logre sacar lo mejor de ella.

De todos los miembros. Conozco un poco de Nina y Andy, y ya tengo unas vagas ideas para poder ayudarlos a cada uno. Pero me falta Mark, que es un chico tan cerrado. También Travis, alguien con quien ni siquiera he intercambiado palabra alguna. Y por ultimo Darrell, que con tan solo pensar en el se me vienen muchas cosas a la mente pero ninguna es clara.

―Bueno. ―No se que decir. ―Ya encontraras a alguien. De todas formas puedo preguntarle a mi madre si conoce a alguien pero, ¿Cómo piensas pagar?

―Mis tios siempre nos dan cierta cantidad de dinero. Pero lo utilizamos para lo necesario, hemos ahorrado y pues con los dulces que vendo en secreto a los chicos en el instituto tengo un poco mas. No sera muy exorbitante la paga, pero es buena. ―Se encoge de hombros tratando de quitarle importancia. ―Por cierto, gracias. Tal vez tu mama conozca a alguien que necesite empleo.

Ninguna dice nada por unos segundos. Miro la hora en mi celular y lanzo una rápida mirada a la puerta de la entrada, se supone que Andy se juntaría con nosotras pero lleva un retraso de varios minutos.

Andy es todo un caso. Muy timido y cerrado. Al igual que inseguro, tengo el presentimiento de que tendre un gran trabajo para ayudarlo a salir de su coraza. Pero quiero hacerlo, quiero que salga adelante y se sienta pleno y feliz.

Desde lo que pase hace unos años con la muerte de mi mejor amiga, desde que cai en ese abismo que parecía nunca tener fin. Desde que logre recuperarme de todo el gran impacto que tuvo su muerte en mi decidi ayudar a los demas.

No quiero ser una súper heroina ni nada. Todos tenemos dolores diferentes y cada quien vive su dolor de diferentes intensidades. Ningún dolor es menos que otro a  menos de que asi se quiera. Es algo tan complejo y a su vez tan simple. Yo solo quiero ver a las personas salir adelante.
No estancarse y seguir adelante.

Sacudo mi cabeza y observo hacia la entrada del establecimiento. En ese momento entra Andy luciendo su cabello horriblemente enredado como siempre. Porta unos pantalones super holgados en color crema y un sueter que parece ser hecho para un abuelito y no para un adolescente. Luce totalmente desalineado pero de cierta forma causa ternura, parece solo un chico atemorizado.

El Club de los Corazones Rotos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora