Capítulo 2

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La felicidad es la colección de buenos momentos que tuviste en tu vida. No toda tu vida.”

MIAN

Cada quien tiene su escape. Su forma para salir de este mundo.

Todos desean escapar por, al menos, una vez de la realidad. De los problemas, de las emociones, del pasado, de la sociedad. Sea cual sea la razón, todos y cada uno de nosotros tenemos nuestra forma de huir del mundo.

Algunos con la música, otros con la escritura, la lectura, con la cocina, con los videojuegos y mucho más. Y yo soy de las que cree firmemente que eso es de las mejores cosas del mundo. Tener tu escape, ese que te saca de la inevitable realidad en la que vivimos.

Mi forma de salir es diferente a las mencionadas. No es original, pero si poco vista. Amo el patinaje sobre hielo, es algo que me ha encantado desde niña. Lo aprendí a los nueve años junto a… Morgan, recuerdo como nos divertíamos cada que caíamos sobre el hielo.

— ¡Vamos, Morgan! ¡Más rápido te estás quedando atrás! —Grité emocionada.

Mis pies se movían a toda velocidad por la vista, podía sentir el viento en mi cara. Nuestra instructora quiso hacer algo especial para la clase y nos trajo a patinar en el lago congelado del parque. Aprovechando del invierno.

— ¡Ya voy, Mian! ¡Espérame! —Chilla la pequeña Morgan con algo de frustración. Su flequillo oscuro le impedía ver con claridad haciendo que en una de esas cayera al suelo. — ¡Mian!

—Aquí estoy…—Susurré al estar a su lado. Ella lloraba aferrándose a mí.

—Está bien, Morgan. Aquí estoy, contigo. Siempre juntas.

—Siempre juntas, Mian. Siempre juntas. —Afirmó entre lágrimas.

Mis pies se movían sin yo notarlo y ya me encontraba dando giros por la pista de hielo. Otro recuerdo a los quince años abarca mi mente.

— ¿Tienes novio? —Pregunté incrédula, con emoción acumulada.

A pesar de ser grandecitas para esto, Morgan y yo construimos un pequeño castillo con sus almohadas y sabanas. Ya era muy tarde, pero lo que ella me dijo no me lo podía creer.

— ¿Enserio?

—Si, Mian. —Asintió con esa confianza que le caracterizaba. —Es muy guapo.

La miré con asombro. Morgan era muy bonita y tenía confianza en ella misma, era obvio la razón por la que tuviera novio. En cambio yo, aún seguía usando mis pijamitas de unicornios.

—Vaya… ¿Y cuántos años tiene?

—Tiene nuestra edad.

No sé cuando, pero estaba patinando con los ojos cerrados. Dejándome llevar por el momento y los recuerdos que surcaban mi mente. Sintiendo como poco a poco, esas emociones que creía superadas volvían acumularse en mi pecho.

— ¿Quién es el Morgan? —Miré la foto que tenía en su teléfono. No se notaba el rostro del chico, pero si un torso que mostraba los indicios de entrenamiento.

Ella me mira con esos ojos violetas brillantes que conquistaban a cualquiera.

—Mi novio. —Dijo con normalidad mientras se pintaba sus uñas de purpura. — ¿Muy buen torso cierto?

El Club de los Corazones Rotos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora